Messi, Ramos y el f¨²tbol
Hablamos de jugadores con un talento incomparable y, sin ellos, la industria deja de echar humo. La carta m¨¢s alta
Rebajas por covid. Desde que el f¨²tbol empez¨® una nueva vida como mercanc¨ªa, hay que atenerse a las leyes del mercado. Los jugadores, al mismo tiempo, materia prima y producto, se beneficiaron m¨¢s que nadie de esa transformaci¨®n. Los clubes ganan m¨¢s dinero para que los jugadores cobren cada d¨ªa m¨¢s. Es justo: el f¨²tbol es parte importante de la industria del ocio y ellos son los artistas que la animan. Pero la covid trajo una nueva realidad econ¨®mica de la que no est¨¢n a salvo ni siquiera los venados de catorce puntas, como Messi y Sergio Ramos, que desde el comienzo de a?o son libres de elegir destino sin que sus clubes parezcan preocupados. La partida de p¨®ker de la negociaci¨®n acaba de empezar. La crisis econ¨®mica y la edad de los jugadores son buenas cartas de los clubes. Pero hablamos de jugadores con un talento incomparable y, sin ellos, la industria deja de echar humo. La carta m¨¢s alta.
?De qu¨¦ justicia me hablan? Aunque hablemos de s¨²per profesionalismo, los aficionados siguen viendo con desconfianza el dinero. Si en un momento de tanta incertidumbre econ¨®mica un jugador pretende ganar m¨¢s, el hincha interpretar¨¢ que es porque no siente lo suficiente el escudo. Dan ganas de intervenir en el debate proclamando que es una exigencia justa si nos atenemos a la categor¨ªa de los jugadores, pero ?a qu¨¦ hincha le interesa la justicia? El VAR, que se instaur¨® para mejorar la justicia arbitral, no acaba de ser cre¨ªble porque cada decisi¨®n en la que interviene, el hincha, y tambi¨¦n los directivos, la interpreta desde el inter¨¦s y el sentimiento, nunca desde la raz¨®n. Solo aspiran a una justicia que los beneficie. Hay que agradecer que esa parcialidad se vuelque en un estadio y no invadiendo el Capitolio, pero si le di¨¦ramos una oportunidad a la inteligencia ver¨ªamos que, sin Messi ni Ramos, tendr¨ªamos un peor f¨²tbol. Pero como el f¨²tbol no tiene escudo, tampoco tiene hinchas.
Tomo 3. Un taconazo de Pedri y un nuevo gol de Messi contra el Athletic, para comprobar por en¨¦sima vez que los grandes talentos se imantan. Se buscan hasta sin querer porque no existe pizarra que pueda premeditar esos encuentros en los que un solo toque ilumina la jugada como un rel¨¢mpago. Lo sorprendente del fascinante Pedri no es solo su talento natural, sino la pureza con que lo expresa saltando al Bar?a desde Segunda divisi¨®n. Ni una gota de ansiedad ni de miedo ni siquiera de respeto a los mayores. Y lo sorprendente de Messi es la velocidad con la que lo adopt¨®. El abrazo tras el gol sell¨® una sociedad, pero algo m¨¢s¡ Que Messi te abrace con esas ganas es una transfusi¨®n de confianza que no hay div¨¢n de psic¨®logo ni serm¨®n de entrenador que la pueda igualar. ?O es Pedri el que est¨¢ renovando la confianza de Messi?
El control mata la vida. Y hablando del poder de la espontaneidad y de la expresi¨®n genuina del talento, debo decir que vi Boca-Santos en semifinales de Copa Libertadores y me encontr¨¦ con todo lo contrario. Ni una gota de aventura y creatividad, y en casos as¨ª hasta la viveza, de la que tanto presumimos los argentinos, sirve para no parecer ingenuos antes que para sacar ventaja. Las porter¨ªas parec¨ªan dos castillos inalcanzables, como si los equipos temieran atacarlas por el riesgo de caer en el foso. Me compadec¨ª del comentarista porque un partido es materia viva y las palabras tienen que contar esa vida. ?Pero c¨®mo contar un partido reseco, que naci¨® muerto? Era el triunfo de la t¨¢ctica logrando su aspiraci¨®n favorita de estos d¨ªas: anular a los rivales, al precio de anular las individualidades propias. Me alegr¨® mucho la ausencia de gente. ?Para ver qu¨¦?
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