De las calabazas del Athletic a la escuela del Alav¨¦s
El equipo bilba¨ªno me rechaz¨® dos temporadas antes de ficharme y termin¨¦ de formarme en el club vitoriano
Ya les cont¨¦ que el Athletic ha sido mi club de ni?o y que Iribar era, y es, mi referencia principal desde el punto de vista deportivo. Y seguro que tambi¨¦n les he hablado, y aburrido, sobre lo que es el Athletic para m¨ª y todas esas cuestiones.
Lo que probablemente no les he contado, porque seguramente a pocos les gusta hablar de cuando son despechados, es de que el Athletic me dio calabazas en mi primera posibilidad de fichar por el club bilba¨ªno.
Ser¨ªa all¨¢ por 1978 cuando se hablaba de que hab¨ªa un chaval que jugaba de portero en la UDA (Uni¨®n Deportiva Aretxabaleta) y del que se dec¨ªa que no lo hac¨ªa mal del todo. Pedro Mari, mi padre, me sol¨ªa contar que algunos ojeadores ven¨ªan a ver los partidos, aunque ninguno acababa de decidirse por, como se dice ahora, apostar por aquel chaval desgarbado. Un d¨ªa supe que Piru Gainza, el m¨ªtico extremo y ojeador definitivo del Athletic, ven¨ªa a ver un partido nuestro en el estadio Ibarra. Bueno, me enter¨¦ despu¨¦s de haber jugado. Y menos mal, porque no hubiera dormido en toda la semana. Y el veredicto de Piru fue que el perfil era interesante, pero no tan interesante como para llevarme a Lezama para integrar las categor¨ªas inferiores del Athletic.
Por aquel entonces, hablar de Lezama era como hablar de Oxford, Cambridge o Harvard. Vamos, que solo los mejores estaban llamados a disfrutar de aquellas verdes praderas y aquellos vestuarios con agua caliente garantizada.
?Si hasta ten¨ªan un pabell¨®n cubierto! El cielo en la tierra y vestido de rojo y blanco. Y yo entend¨ª que no me llevaran. No llegaba a lo que ellos demandaban para llevar el jersey del n¨²mero 1.
Pero como cuando se cierra una puerta se abre una ventana, mi padre me hablo del inter¨¦s del Deportivo Alav¨¦s, a 30 kil¨®metros de casa (una hora de las de entonces). Mi madre puso por condici¨®n que siguiese estudiando (nunca hubo ninguna duda dom¨¦stica en ese asunto).
Y all¨ª que me fui para Vitoria con la oposici¨®n de todos mis profesores pues, aunque esto me haga muy viejuno, no se crean que siempre ha estado bien visto eso de jugar al futbol.
El Alav¨¦s me dio la oportunidad de medirme, formarme, exigirme y desarrollarme. Aprender y crecer en un equipo al que llamaban el Bar?a de Segunda porque estaba lleno de grandes jugadores (all¨ª conoc¨ª a un tal Jorge Valdano, que era, es, crack), pero que nunca consegu¨ªa el anhelado ascenso a Primera. El Alav¨¦s fue mi casa, mi club, mi refugio y quien confi¨® en m¨ª cuando las cosas eran todo menos evidentes. Y me permiti¨® aprender del futbol profesional en estado puro, el de los salarios impagados, el agua fr¨ªa tras los entrenamientos, los viajes en autob¨²s con bocadillo; pero tambi¨¦n del valor de una caseta, de competir por encima de todo, de hacer equipo para afrontar las adversidades, de entrenar, entrenar y entrenar para mejorar y mejorar.
Un par de temporadas mas tarde, el Athletic decidi¨® darme un pase para el para¨ªso. Bueno, mejor dicho, me gan¨¦ el derecho a disfrutar de ese pase y el resto ya es mucho m¨¢s conocido.
Hace ahora una semana que el Deportivo Alav¨¦s cumpli¨® 100 a?os. Hace un par de d¨ªas que Lezama ha cumplido 50. Aretxabaleta, Vitoria, Bilbao, un viaje apasionante, lleno de horas de carretera, lluvia, niebla, ilusiones, decepciones, alg¨²n control de la Guardia Civil, m¨¢s de dos goles tontos y un mont¨®n de amigos para compartir vivencias que cuanto mayores nos hacemos m¨¢s diferentes son para cada uno de nosotros.
Zorionak Deportivo, Zorionak Athletic.
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