El mundo viv¨ªa equivocado con Marcos Llorente
El medio centro de contenci¨®n es una bicoca como delantero arrollador y fuente inagotable de energ¨ªa para el Atl¨¦tico

La pandemia ha sumergido al f¨²tbol en un extra?o universo, pero tambi¨¦n ha confirmado sus misteriosos designios. En el verano de 2019, cuando la curva inflacionista del mercado se disparaba verticalmente, el Bar?a adquiri¨® a Griezmann por 120 millones, la misma cifra que deposit¨® el Atl¨¦tico de Madrid por el fichaje del joven Jo?o F¨¦lix. Un futbolista estaba m¨¢s que contrastado, el otro figuraba entre los mejores proyectos europeos. El mercado est¨¢ en los huesos y, por razones distintas, ninguno de los dos ha alcanzado las cotas previstas. ?Qu¨¦ se dir¨ªa ahora del traspaso de Llorente al Atl¨¦tico por 30 millones?
Si al f¨²tbol le gusta esconder de vez en cuando sus cartas, guard¨® la de Llorente en lo m¨¢s profundo del mazo. En el momento de su fichaje extra?¨® la cuantiosa apuesta del Atl¨¦tico por un jugador que hab¨ªa pasado de puntillas por el Real Madrid, el club que le educ¨® durante a?os, antes de su breve y convincente paso por el Alav¨¦s. O el circuito mercantil del f¨²tbol se hab¨ªa vuelto loco, o el Atl¨¦tico hab¨ªa visto cosas en Llorente que no hab¨ªan emergido en el Madrid.
Nunca fue un jugador cualquiera. Adscrito a la formidable saga Llorente-Grosso, con sonoras terminales en la historia del deporte espa?ol, Llorente soport¨® el doble peso de su ilustre procedencia y de las expectativas que despert¨® en las j¨®venes categor¨ªas del Real Madrid. Era adem¨¢s un proyecto clasificado: o medio centro o nada.
La versi¨®n oficial era sencilla: centrocampista din¨¢mico, de corte defensivo, probable candidato a la sucesi¨®n de Casemiro. Si un club conoc¨ªa al dedillo sus caracter¨ªsticas, no era otro que el Real Madrid, que persisti¨® en el perfil de Llorente. En Espa?a, no se escuch¨® una sola voz contraria a esa idea.
Relegado a un tercer plano en la temporada 2018-19, las dudas sobre Llorente fueron tan gruesas como el dinero que el Atl¨¦tico pag¨® por su fichaje. Es posible que alguien en el Atl¨¦tico advirtiera condiciones en Llorente que hab¨ªan pasado inadvertidas hasta entonces, pero nadie lo coment¨®. Simeone le coloc¨® en la posici¨®n donde todo el mundo supon¨ªa que deb¨ªa jugar. No funcion¨®.
Llorente no se instal¨® como titular, ni como un suplente autom¨¢tico. Declinaron tanto sus minutos que se pens¨® en el fracaso. Aquellos 30 millones se interpretaron como un despilfarro. Llorente, que es un futbolista disciplinado, de una profesionalidad intachable, no acudi¨® a la prensa para quejarse. Tampoco se le pregunt¨® por su propia percepci¨®n como futbolista. Se dio por seguro que pensaba lo mismo que lo dem¨¢s: hab¨ªa nacido para jugar de medio centro y nadie iba a cambiar de idea.
De la terrible pandemia ha emergido un jugador imprevisto que le resulta muy barato al Atl¨¦tico de Madrid. Incluso en esta ¨¦poca de estrecheces, 30 millones son un regalo por un futbolista que cambi¨® el signo de su carrera hace un a?o, aquel memorable 10 de marzo en Anfield, donde se disput¨® el ¨²ltimo partido a puerta abierta de la Copa de Europa.
El asedio del Liverpool no presagiaba nada bueno para el Atl¨¦tico en la pr¨®rroga, momento que Simeone aprovech¨® para ordenar el ingreso de Llorente en el partido. ¡°Aqu¨ª entra un jugador para sostener un fort¨ªn en mal estado¡±, fue el comentario general. Media hora despu¨¦s, el delantero Llorente condujo al Atl¨¦tico a la victoria. Con 25 a?os, cambi¨® de un plumazo todas las opiniones sobre su naturaleza como jugador.
El mundo estaba equivocado con Llorente. No fue flor de un d¨ªa en Anfield. Al contrario, el medio centro de contenci¨®n ¡ªrara vez se le ha visto desde entonces en esa ubicaci¨®n¡ª es una bicoca como delantero arrollador y fuente inagotable de energ¨ªa para el Atl¨¦tico y cabe suponer que para la selecci¨®n.
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