Cruyff y el ¡°ya dec¨ªa yo...¡±
La primera jornada de Champions suele ser un terreno abonado para los incendios. A m¨¢s exigencia mayor posibilidad de derrota, resultado negativo o fracaso
Siempre he tenido la sensaci¨®n de que la aut¨¦ntica temporada empieza en septiembre. Ll¨¢menme antiguo, pero parece que mi cerebro se ha quedado anclado en los tiempos en los que la pretemporada acababa con el mes de agosto y la competici¨®n oficial se iniciaba, para entretenernos, justo al final de las vacaciones, con la vuelta al trabajo y el regreso a la escuela.
Seguramente a este bloqueo mental m¨ªo contribuya que el mercado de inscripciones finalice el 31 de agosto, y las plantillas de los equipos no queden fijadas hasta esa fecha, y tengamos jugadores que empiezan la temporada con un equipo para seguir con una camiseta diferente en septiembre, y qui¨¦n sabe si volver¨¢n a cambiarla en enero.
Si a eso le sumamos que en cuanto empiezan las ligas vuelven a pararse para comenzar con las clasificaciones de selecciones nacionales (vaya l¨ªo el que hay armado con las selecciones sudamericanas y sus tres partidos por franja oficial, l¨ªo que solo se arregla a?adiendo d¨ªas a la semana, solo por dar ideas), todo ello ha hecho que siempre me haya dado la sensaci¨®n de que esos primeros tres partidos de Liga son los tres ¨²ltimos de preparaci¨®n con la condici¨®n de que los ganemos o sumemos suficientes puntos para irnos al par¨®n de selecciones con la suficiente tranquilidad, que la presi¨®n ya ir¨¢ llegando con el desarrollo de la temporada.
Lo que pasa es que con esto del cambio clim¨¢tico los incendios de agosto se nos han trasladado a septiembre (o a octubre o a enero, que hoy en d¨ªa todo mes es tiempo de incendios) y esta primera jornada de Champions suele ser un terreno abonado para ellos. A m¨¢s exigencia mayor posibilidad de derrota, resultado negativo o fracaso, depende del nivel de intensidad emocional que queramos darle al asunto.
Y como una imagen vale m¨¢s que mil palabras veamos la vuelta de Griezmann al Wanda Metropolitano. Su ausencia del once titular, los silbidos de la grada, el seguimiento sobre la bien ganada placa de Antoine en su primera etapa rojiblanca y el empate arrancado por un serio Oporto, equipo, club, siempre, siempre, competitivo en cuanto escucha el himno de la Champions. 180 minutos vestido de rojiblanco y ya tenemos las opiniones de mil tipos sobre los mil motivos que har¨¢n fracasar la vuelta de Griezmann al ecosistema que siempre se hab¨ªa considerado como el perfecto para su forma y estilo de juego. El gran golpe de efecto del Atl¨¦tico en las ¨²ltimas horas del mercado parece ahora ya diluido, ya dudoso, ya sospechoso.
Qu¨¦ les voy a decir de este asunto si pillamos el puente a¨¦reo, nos vamos para Barcelona y revisamos el primer partido de clasificaci¨®n del FC Barcelona ante la pesadilla del Bayern. Hubo un tiempo en el que este primer partido de clasificaci¨®n se jugaba contra el rival m¨¢s d¨¦bil del grupo pero esta vez el inicio era a lo grande. A 600 kil¨®metros escuchaba conocidos debates de sistemas, opciones, jugadores y actitudes futbol¨ªsticas. Y yo veo, perdonen, desenfoco, pero es el paso del tiempo, a aquel entrenador holand¨¦s que tuve en el Bar?a, un tipo de enorme personalidad, gran instinto para el f¨²tbol y fino olfato estrat¨¦gico, que ante tanto mensaje directo, indirecto y subterr¨¢neo hubiera respondido colocando a los que le eran demandados y como le eran demandados aunque supiera que no era lo que ¨¦l quer¨ªa. Y si se ganaba (en el f¨²tbol es posible ganar hasta haciendo lo contrario de lo que crees que debes hacer; vamos, como en su trabajo y el m¨ªo), hubiera dicho que era por ¨¦l. Y si se perd¨ªa, opci¨®n muy posible, hubiera levantado los hombros, hubiera mirado de reojo y con una media sonrisa c¨®mplice hubiera sentenciado: ¡°Ya dec¨ªa yo¡¡±.
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