Camavinga revela su influencia en el Real Madrid
El franc¨¦s entra en el campo con una naturalidad que solo es producto de la inconsciencia juvenil o de una confianza ilimitada
Tres ratos han desvelado varias cualidades de Eduardo Camavinga. Tiene 18 a?os y no le pesa la camiseta. Es su primera virtud, decisiva en un club que no espera a nadie porque ha visto a todos, no importa el dinero que se pague por un jugador, su edad o la fama que le preceda. Camavinga entra en el campo con una naturalidad que s¨®lo es producto de la inconsciencia juvenil o de una confianza ilimitada. Parece que se trata m¨¢s de lo segundo que de lo primero.
Por alguna raz¨®n misteriosa, el Real Madrid no ha encontrado un buen centrocampista zurdo desde Fernando Redondo. A los que pasaron ¡ªPablo Garc¨ªa, Sahin, Odegaard¡¡ª les falt¨® empaque, recursos o tiempo para establecerse en el equipo. No se les recordar¨¢. De Zidane a Kroos, de Vel¨¢zquez a Mart¨ªn V¨¢zquez, han sido habituales los estrategas diestros acostados en el sector izquierdo del campo.
De la ventilaci¨®n en el Real Madrid se han ocupado en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas sus fabulosos socios en el lateral: Gordillo, Roberto Carlos y Marcelo. A veces el f¨²tbol establece l¨ªneas peculiares de comportamiento en un club, algo parecido a un modelo de identidad. El Real Madrid se ha caracterizado por el impacto de los laterales zurdos, definidos por su car¨¢cter intr¨¦pido y la irresistible voluntad de atacar, y el calibre estrat¨¦gico de sus interiores izquierda. A diferencia de Fernando Redondo, un competente medio centro que rara vez se salt¨® la cuadr¨ªcula ¡ªlo hizo en Old Trafford y su nombre quedar¨¢ asociado a esa jugada inolvidable¡ª, no es f¨¢cil asignar una posici¨®n a Camavinga, al menos por ahora. Todo indica que es un excelente representante de esta ¨¦poca de jugadores ¨¢giles, din¨¢micos y con mucha clase. En un f¨²tbol m¨¢s parcelado, quiz¨¢ existir¨ªan dudas sobre su mejor ubicaci¨®n en el campo. En el actual, est¨¢ comod¨ªsimo.
Jugador sin sitio definido acostumbraba a convertirse en jugador problema. Camavinga pertenece a un tiempo donde prevalece el dinamismo y la versatilidad. Todocampista se lleg¨® a llamar a una especie de futbolista poco com¨²n, generalmente m¨¢s asociado al despliegue que a la creatividad, proclive al desorden en muchos casos. Modric ha elevado esa categor¨ªa de centrocampista a otra galaxia. Su influencia se aprecia en todos los aspectos del juego y en todos los lugares del campo, sin permitirse la menor dispersi¨®n. Nunca le abandona el sentido estrat¨¦gico.
Camavinga ha jugado el trecho final de los partidos contra el Celta, Inter y Valencia, encuentros complicados para el Real Madrid, resueltos en el segundo tiempo y a ¨²ltima hora, con el joven franc¨¦s en el campo. Marc¨® contra el Celta y dibuj¨® un pase perfecto a Rodrygo en el gol de San Siro. En Mestalla ingres¨® cuando el partido pintaba feo para el Madrid. No particip¨® en los goles, no sorprendi¨® en el ¨¢rea del Valencia, no hizo ruido, pero jug¨® de maravilla.
Entr¨® como si llevara toda la vida en el Madrid. Desde una posici¨®n m¨¢s retrasada a la que ocup¨® en San Siro, distribuy¨® el juego con precisi¨®n y velocidad. Seguro con el bal¨®n, sus pases fueron firmes y precisos, a un toque la mayor¨ªa de las veces. M¨¢s que por la habilidad y la irrupci¨®n en el ¨¢rea, comprobadas en los dos partidos anteriores, a Camavinga se le midi¨® la entereza en un encuentro de alto voltaje y su capacidad para cambiarle el paso. Pas¨® la prueba con nota.
Sus actuaciones indican un alto grado de influencia en un equipo que no puede estirar m¨¢s la cuerda de Modric, Casemiro y Kroos. Llega Camavinga y le viene como agua bendita. Ahora le toca aprobar una asignatura llave en el Madrid: la consistencia cotidiana. Condiciones le sobran.
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