La magia del Venezia, ir al f¨²tbol en ¡®vaporetto¡¯
El estadio del modesto equipo, una de las canchas m¨¢s extraordinarias del mundo, se encuentra en una isla a la que se llega en barco o caminando una hora a trav¨¦s de la ciudad
No suced¨ªa mucho. Pero cuando el equipo ganaba y tocaba perder tiempo para amarrar el resultado, los tifosi gritaban a los jugadores en dialecto: ¡°Buta¡¯a bala in Laguna!, ?tira la pelota a la laguna!¡±. No era una met¨¢fora. Tampoco una empresa muy complicada, visto el panorama. El Penzo del Venezia, el segundo estadio m¨¢s viejo de Italia, est¨¢ rodeado de agua. Y una vez el patad¨®n mandaba el esf¨¦rico a los canales que lo circundan, costaba bastante recuperarlo. La cancha se encuentra en la isla de Sant¡¯Elena, uno de los puntos m¨¢s alejados del archipi¨¦lago de la laguna. Llegar hasta ah¨ª requiere tiempo para realizar un viaje en vaporetto o para cruzar a pie una de las joyas urbanas m¨¢s bonitas del mundo, tal y como hizo este s¨¢bado la plantilla del Inter de Mil¨¢n para ganar 0-2. Cualquiera de las dos opciones convierten en extraordinario cualquier partido en el Penzo.
El club, reci¨¦n ascendido de Serie B, es uno de los equipos m¨¢s antiguos que militan hoy en la primera divisi¨®n italiana. Se fund¨® en 1907 en torno a la mesa de la osteria Da Nane in Corte dell¡¯Orso, a dos pasos de San Bartolomeo. Tuvo que suceder ante un buen plato de bigoli in salsa regados con algunas ombre de m¨¢s (las peque?as copas de tinto v¨¦neto). Al principio se jugaba en una pineda contra equipos vecinos o con la tripulaci¨®n de algunos barcos que atracaban en Venecia. Y simplemente se marcaban las l¨ªneas del campo con cal blanca en el suelo. El equipo no pis¨® la Serie A hasta 1940. Y fue llegar y besar el santo. Al a?o siguiente casi ganaron el scudetto con el gran Valentino Mazzola en el centro del campo, que fue contratado tras hacer la prueba descalzo (las botas las reservaba para los partidos), y Ezio Loik. Ambos terminaron en el Grande Torino.
Llamar a verdaderos tifosi ayuda a parir columnas. Y Gianni Bubacco, hist¨®rico portero del club, el ¨²nico veneciano que ha jugado 12 a?os en el equipo de su ciudad, lo sigue siendo. Hoy tiene 80 a?os, varios ascensos a Serie A a sus espaldas y tres competiciones europeas en las botas. El s¨¢bado por la ma?ana recordaba c¨®mo las gestas del equipo ven¨ªan siempre acompa?adas de la llegada de los viejos barcos de vela de la Serenissima, que recog¨ªan a los jugadores en el estadio y navegaban hasta la plaza de San Marcos, como si fueran los reyes del Adri¨¢tico. El Venezia discute hoy con el Ferraris del Genoa el decanato de la construcci¨®n del estadio, donde caben unas 11.000 personas (el d¨ªa de la inauguraci¨®n ambos equipos se enfrentaron y los locales perdieron 0-7). Al principio incluso vest¨ªa con los colores azul y grana del club de la Liguria. Hasta que un entrenador suizo quiso que fueran el verde y el negro. Despu¨¦s de la extravagante fusi¨®n con El Mestre ¨C?el gran rival!-, tuvieron que a?adir el naranja a la el¨¢stica. ¡°Es lo que hay¡±, suspira Bubacco al tel¨¦fono.
El club ha pasado por todo tipo de altibajos. Hoy pertenece a un grupo inversor estadounidense, como tantos equipos de la Serie A. Subi¨® y baj¨® de categor¨ªa y tuvo en ?lvaro chino Recoba a uno de sus grandes ¨ªdolos, aunque solo jugase ah¨ª seis meses cedido, precisamente... por el Inter. El uruguayo era el preferido del presidente Massimo Moratti, que siempre le prefiri¨® a otras estrellas que daban m¨¢s en el campo, pero no hab¨ªa encontrado espacio en el equipo en su primera ¨¦poca. En Venecia marc¨® 10 goles. Ambos se ahorraron el s¨¢bado el trayecto en vaporetto y vieron el partido desde sus casas (el Chino se supone que desde Uruguay).
La temporada 2001-2002, con Prandelli en el banquillo, fue la ¨²ltima que jugaron en la Serie A. Desde entonces, una ca¨ªda sin l¨ªmite, en parte por las discusiones sobre el estadio y la conveniencia de jugar en un sitio tan inc¨®modo para algunos, y tan rom¨¢ntico para otros. Uno de los presidentes quiso que se mudasen, aunque result¨® ser un chanchullo para montar un centro comercial. Entre una cosa y otra, el club sufri¨® tres quiebras en los ¨²ltimos 10 a?os. Pero el f¨²tbol ha vuelto a sonre¨ªr al Venezia. Aunque el s¨¢bado, con un dominio tan claro del Inter, no hizo falta ni tirar la pelota al agua.
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