No hay que caer en la trampa
Rafael deber¨¢ asumir riesgos, abrir ¨¢ngulos e intentar no enredarse en la t¨¢ctica envolvente de Medvedev
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Llegar al encuentro de semifinales fue, tanto para Matteo Berrettini como para Rafael, una gesta suficientemente meritoria. El uno se acercaba a la creciente posibilidad de levantar su primer Grand Slam y el otro a reclamar, una vez m¨¢s, su anhelado vig¨¦simo primer grande despu¨¦s de un par¨¦ntesis que lo sumi¨® en grandes incertidumbres y dolorosa esterilidad. Pero esta es un arma de doble filo, sin lugar a dudas. La satisfacci¨®n del trayecto recorrido se torna enseguida en inevitable nerviosismo. Y es as¨ª como, en los ¨²ltimos estadios de un gran torneo, sea la gesti¨®n de estas tensiones a?adidas uno de los factores determinantes a la hora de cerrar los partidos.
En este aspecto, creo que Rafael parti¨® con cierta ventaja. Su mayor experiencia y el hecho de saber que en estas situaciones su cabeza responde bien le permiti¨® afrontar el partido con mayor serenidad. El italiano, por el contrario, empez¨® con muchas dudas y bastante m¨¢s err¨¢tico de lo normal. No hab¨ªan transcurrido m¨¢s que tres juegos y ya acumulaba 10 errores no forzados.
El nivel de Rafael fue elevad¨ªsimo, sobre todo en los dos primeros sets. Lo hizo todo muy bien. Cometi¨® muy pocos errores. Su rev¨¦s funcion¨® a la perfecci¨®n. Supo alternar distintas maneras de atacar el de su rival e imprimi¨® gran intensidad en los golpes. Por ¨²ltimo, su ritmo de intercambio fue sumamente agobiante y sus desplazamientos en la pista de gran precisi¨®n.
A partir del tercer set, su nivel se resinti¨® fruto del cansancio, Berrettini se adue?¨® de la iniciativa, consigui¨® adjudicarse el parcial y dar la sensaci¨®n de que era capaz de darle la vuelta al marcador. Por suerte, una postrera reacci¨®n de Rafael puso las cosas en su sitio y le permiti¨® salir airoso y acceder a la final. A mi sobrino le queda ahora el m¨¢s dif¨ªcil escollo, el rival m¨¢s temible de la presente edici¨®n, no solo para romper el empate con sus dos eternos rivales sino para levantar su segundo t¨ªtulo en Australia, que se le resiste desde 2009.
Mi vaticinio, visto todo lo visto durante estas dos semanas, est¨¢ tan lleno de esperanza como de comedimiento.
Creo que la final no defraudar¨¢ a nadie. Daniil Medvedev, con su juego poco ortodoxo es, sin embargo, un jugador complet¨ªsimo. Tiene pinta de desgarbado, pero es rapid¨ªsimo. Su saque es tan extra?o como efectivo y sus golpes de fondo son de gran potencia y excelente control. Estos ¨²ltimos a?os ha dejado muy claro, adem¨¢s, que tiene la suficiente frialdad para asumir estos partidos decisivos.
Rafael tendr¨¢ que salir con una t¨¢ctica preconcebida muy clara. A mi modo de ver deber¨ªa imprimir una alta intensidad en sus golpes de fondo, asumir ciertos riesgos y procurar no caer en el juego envolvente de su oponente. El ruso normalmente pelotea unos cuantos metros por detr¨¢s de la l¨ªnea de fondo y, por consiguiente, mi sobrino deber¨ªa conectar golpes muy angulados para lograr desbordarlo. Espero que mantenga la misma efectividad que ha mantenido durante todo el torneo con su saque y que sepa aprovechar cualquier peque?a oportunidad para subir y cerrar el punto en la red.
Este domingo, a las 9.30, el contador vuelve a ponerse a cero en la Rod Laver Arena. El encomiable trazado que ha llevado a ambos tenistas a esta gran final, lejos de restar presi¨®n, eleva su anhelo y su nerviosismo. La gesti¨®n de ambos ser¨¢ la gran baza que llevar¨¢ a uno de los dos a coronarse campe¨®n del Open de Australia.
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