Asensio se crece
Un golazo del balear lanza al Madrid tras un partido resuelto por el remangue de los de Ancelotti en el segundo acto ante un Granada en el que solo dej¨® huella Maximiano, su portero
Un latigazo de Asensio le bast¨® al Real Madrid para dejar en la cuneta al Granada. Y, de paso, te?ir todav¨ªa m¨¢s de blanco esta Liga tan blanca. Sin un partido para rebobinar, el Real se apa?¨® con el bingo del balear y con su mayor expansi¨®n de la segunda parte. Asensio y algo m¨¢s de corneta en el segundo tiempo resultaron suficientes para superar a un Granada reducido a Maximiano, su portero, su ¨²nica huella rese?able en Chamart¨ªn. El resto, f¨²tbol a granel.
Fue una victoria de alivio para el Real, mermado por las bajas y, por primera vez en el curso, bajo sospecha tras el derrape en San Mam¨¦s. No se inmut¨® Carlo Ancelotti, que dej¨® de nuevo a Bale en el trastero y no recurri¨® a Hazard hasta el ¨²ltimo tramo. Ancelotti a lo suyo y con los suyos. Sin concesiones mercantiles, solo deportivas.
Cuanto m¨¢s crudo es el f¨²tbol sin las divisas de Vinicius y Benzema. Para el Madrid y para cualquiera que los alistara. Se vio en Chamart¨ªn, donde, de entrada, naveg¨® sin m¨¢s un Madrid carcomido y fluctu¨® sin m¨¢s un Granada sosaina. Como resultado, un partido sedoso, sin banda sonora. En muchos momentos, todos en chanclas. No iba el Real; no ven¨ªa el conjunto nazar¨ª. En muchos tramos, hasta el segundo tiempo, un pesti?o. Dos bostezos, uno blanco y otro rojiblanco.
Lo tiene claro Ancelotti. No hay grito de ?presentes! de Hazard y Bale, que no asoman ni con el equipo en tanga sin sus mejores delanteros. Un derroche, dicen algunos. Cuesti¨®n de m¨¦ritos, tajo y actitud, debe sostener el t¨¦cnico italiano, m¨¢s proclive a reclutar a Isco como ariete que a aquellos que se presupon¨ªan estrat¨¦gicos reclamos. Nunca fue Isco un jabato, pero tuvo un punto febril que hace siglos que no se adivina en Bale y que apenas gotea Hazard. Sin un tamborilero en ataque, el Real qued¨® reducido a un vaiv¨¦n ordinario de la pelota. Solo un par de picotazos de Asensio e Isco y un despeje al larguero propio de Neva destemplaron a Maximiano, firme portero visitante. Antes, el Granada pudo visitar a Courtois, vencedor en un duelo con Puertas. Iban cinco minutos y poco m¨¢s se supo del Granada en ataque.
La baja a ¨²ltima hora de Casemiro dej¨® al Madrid chato en el eje. Irrumpi¨® Camavinga, tomado por sus camaradas como un apeadero prescindible. El joven franc¨¦s est¨¢ por graduarse, pero a¨²n no est¨¢ claro en qu¨¦ posici¨®n. Ancelotti le ahorr¨® el segundo acto, cuando entr¨® Valverde para que Kroos se prestara como Casemiro, por m¨¢s que le suela fastidiar. No esta vez, porque no hubo contrario que le incomodara, as¨ª que el alem¨¢n se sum¨® a la causa sin mayor disgusto.
A los pies de Milla
Visto un Madrid afeitado, el cuadro andaluz baj¨® el volumen cuanto pudo. Jugar a que no se juegue. Nada de sobresaltos. Nada de un partido de ida y vuelta. A los pies de Milla es un equipo; sin Milla en tr¨¢nsito es mucho m¨¢s opaco. Robert Moreno a¨²n sufre el mal de altura del exitoso Granada de Diego Mart¨ªnez. Un equipo por definir entre lo que fue ayer y quiere ser hoy.
A la pujanza de Isco y los par¨¦ntesis de Asensio no se sum¨® Rodrygo, de paso toda la jornada. Tantas veces teloneros de Vinicius y Benzema, a los tres les lleg¨® la hora. Como distinguidos escoltas, Kroos y Modric, que no se activaron hasta el segundo periodo, cuando el Real, a hombros de Valverde, cambi¨® de marcha y su adversario qued¨® reducido a un pelot¨®n de piquetes defensivos. Al frente, Maximiano, de largo el primer y gran sost¨¦n del equipo de Moreno.
Sin alardes, pero apretaba el Madrid tras el descanso cuando Ancelotti quiso meter otra marcha. Hazard y Jovic por Isco y Rodrygo. Ya era un Real algo chisposo, con otra pechera, m¨¢s arrebatador. El Granada, limitado al papel de resistente, con la pelota como engorroso artefacto, encapotado, sin salida. Tan achicado que invit¨® a la aventura a la caballer¨ªa local. Iba Milit?o, iba Alaba. Y Marcelo, por supuesto. Y estiraba al convoy Valverde. Faltaba el solista de turno. Asensio, por ejemplo. El balear puso su sello. Un disparo terminal con la zurda que dej¨® como una estalactita a Maximiano. Pocos futbolistas de la Liga tienen su golpeo, seco, instant¨¢neo. Jugador de pecho fr¨ªo, su efusiva celebraci¨®n result¨® chocante. Quiz¨¢ por fin sea su hora. Talento le sobra. El esp¨ªritu a la vista es otra cosa. Ya tiene un aval, ha igualado sus cifras goleadoras como madridista. Bien que necesita el Madrid ¡ªy Espa?a¡ª a un Marco Asensio con hueso.
Al gol de Asensio no respondi¨® el Granada, que no va suelto de ingenio. Le va m¨¢s el ¨¢rea de Maximiano que la ajena, para la que le cuesta dar con atajos. Ni una sola vez inquiet¨® al Madrid en el tramo final. Ni siquiera en todo el segundo periodo. Asensio se bast¨® para liquidar una jornada subrayada en rojo tras el azote copero en San Mam¨¦s y las bajas de Benzema, Vinicius y Casemiro. La Liga es suya. Solo el Real la puede perder con un desplome colosal y una repesca extraordinaria de alg¨²n rival. Sin un f¨²tbol para enmarcar, el Madrid gobierna con pu?o de hierro el campeonato.
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