Ganar perdiendo
El Real Madrid no ha ganado la final de la Euroliga, pero basta solo con recordar como estaba ese grupo hace unas cuantas semanas para entender el desaf¨ªo al que se enfrent¨®
Los mandamientos de la iglesia cat¨®lica son diez, si es que no los han cambiado desde que sal¨ª del colegio de los Jesuitas de Bilbao hace ya unos a?os. No me los s¨¦ todos, pero recuerdo perfectamente que se pod¨ªan resumir en dos. Amar¨¢s a dios sobre todas las cosas y al pr¨®jimo como a ti mismo. Los de la iglesia madridista son tambi¨¦n variados, como fui aprendiendo desde aquella tarde del verano de 1976 cuando me present¨¦ en el pabell¨®n de la Ciudad Deportiva con pantal¨®n corto y la maleta llena de sue?os y tambi¨¦n de bollos de mantequilla, que me hab¨ªan advertido que en Madrid no hab¨ªa.
Y todo ese ideario se resum¨ªa ya entonces en una sola palabra: ganar. Ganar jugando bien, haci¨¦ndolo regular e incluso en los d¨ªas malos. Ganar siendo superior al rival o puede que no. Ganar con estilo o sin ¨¦l, que eso son ch¨¢charas de periodistas y aficionados porque puertas adentro solo existe una verdad absoluta. El Madrid vive para ganar y solo en el ganar encuentra alborozo, reconocimiento o consuelo.
Tirando de historial, no hay duda que la estrategia funciona. La sala de trofeos del Bernab¨¦u resulta abrumadora e intimidante para los adversarios. En blanco y negro y en color, el Madrid ganaba y gana m¨¢s que nadie. Y unos cuantos de esos trofeos han sido contracorriente, contra pron¨®stico, contra el reloj, tirando de ¨¦pica y contra la l¨®gica que dice que el que haga mejor las cosas va a terminar ganando. Eso se puede aplicar a todos menos al Real Madrid, que puede presumir de saber ganar mejor que nadie.
Ahora bien, este brutal enganche con el triunfo tiene una consecuencia. Deja sin coartada cualquier tipo de derrota, pues solo existen dos ¨²nicas asociaciones. Si ganas es un ¨¦xito. Si pierdes es un fracaso, pues los segundos puestos ni se reconocen ni mucho menos se celebran. Arrastrados por este mantra, se corre el peligro de no valorar en su justa medida lo hecho por el Real Madrid de baloncesto en los ¨²ltimos dos meses. No ha ganado la final, pero basta s¨®lo con recordar como estaba ese grupo hace unas cuantas semanas para entender el desaf¨ªo al que se enfrent¨® y el resultado que ha obtenido. Las derrotas se suced¨ªan, no hab¨ªa ni juego ni ¨¢nimo, se apartaron del equipo a dos jugadores de renombre y Laso, ¨²nica voz en aquellos d¨ªas, termin¨® algo enredado con la sem¨¢ntica de lo ocurrido. Y todo esto mientras en la acera de enfrente, el Barcelona volaba con su lujosa plantilla hacia la conquista de la Euroliga.
Poco a poco, Laso y sus jugadores fueron arreglando los problemas que pod¨ªan tener soluci¨®n. Recuperaron el esp¨ªritu competitivo, recobraron la inercia ganadora incluso en partidos donde no les iba nada, apretaron los dientes para dotar a su juego defensivo de una enorme fortaleza y el asunto de Heurtel y Thompkins dej¨® de incomodar cuando qued¨® claro la intenci¨®n de Pablo Laso de no darles ni bola. Y as¨ª se presentaron en la F4, dejando un run run de somos el Madrid y ya sabeis como nos las gastamos en estas ocasiones. El Barcelona lo confirm¨® en las semifinales, donde no triunf¨® el mayor talento azulgrana sino la competitividad y dureza mental madridista.
Finalmente el Madrid no gan¨®, probablemente porque tiene alguna falla estructural en su plantilla. La suma de talento ofensivo y liderazgo ha ido menguando poco a poco como consecuencia de retiradas, marchas a la NBA y el l¨®gico paso del tiempo en algunos jugadores bandera. Como consecuencia de todo ello, ya no cuenta con un jugador decisivo, de esos a los que llegados el momento de la definici¨®n, les das el bal¨®n y les dices: Hala, gana el partido. El Efes tiene dos, Micic y Larkin, y por ah¨ª, con la ayuda de Pleiss, se escap¨® la final.
Total, que a riesgo de contradecir la filosof¨ªa blanca, me resisto a no reconocer al grupo liderado por Laso y dejar constancia de que lo logrado tiene un enorme m¨¦rito que el marcador final no deber¨ªa arrastrar como si fuese una riada. Sin que suene a herej¨ªa, a veces se puede ganar un poco perdiendo mucho.
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