El fin de fiesta en el Real Madrid
Me pregunto si en el cerebro de Mbapp¨¦ se activar¨¢ la idea de si su decisi¨®n de permanecer en Par¨ªs ha sido la correcta
Hay veces que los estrategas de la comunicaci¨®n desean tener alguna carta secreta que jugar en caso de que las cosas vayan mal y se pongan feas en este siempre convulso mundo del f¨²tbol. Les gusta disponer de alg¨²n comod¨ªn a descubrir en caso de que vengan mal dadas y esto es entretenido. Te hace sentir por un momento dentro de aquella maravillosa serie que era El ala oeste de La Casa Blanca hasta que, un d¨ªa, t¨² mismo te conviertes en el comod¨ªn y caes en la hoguera.
Pensaba en todo esto mientras ve¨ªa a Mbapp¨¦ en la rueda de prensa de su renovaci¨®n por el PSG y a su presidente Nasser Al Khelaiffi celebrando ese nuevo contrato como si fuera un t¨ªtulo. Uno de esos grandes y exclusivos. De los que merecen un lugar en el museo de cualquier club. Y hasta puede que tenga raz¨®n al celebrarlo con esa gran sonrisa, porque el franc¨¦s es un jugador en el que se puede poner la confianza para que te ayude a llegar, por ejemplo, a la gran copa. Ya conocimos esa misma situaci¨®n cuando Neymar cogi¨® sus maletas y se present¨® en Par¨ªs para vestir los mismos colores que en Barcelona, pero con menos rayas en su camiseta. Un fichaje para marcar ¨¦poca y tiempos de felicidad por las tierras parisinas. Tiempos que ahora parecen acabados¡ o muy cerca de finalizar.
Qu¨¦ les voy a contar de esa otra situaci¨®n con Messi. Messi, Neymar, Mbapp¨¦. Ni en la PlayStation.
Una colecci¨®n de los mejores cromos, de aquellos que eran siempre los m¨¢s dif¨ªciles y los que no hab¨ªa forma de obtener.
Ya digo que no vamos ahora a ni siquiera insinuar despu¨¦s de muchos meses de estar seguros de que jugar¨ªa en Espa?a que Mbapp¨¦ no es un extraordinario jugador. Enorme. Pero ha mostrado unas habilidades en el dribling, el amago, la finta y el desmarque, siempre con una sonrisa, que hasta nos hablaba en espa?ol. Y mientras ¨¦l guardaba la pelota, nosotros est¨¢bamos en ese punto en que si metes el pie para robarla es penalti, y te quedas sin el jugador, y si le dejas continuar con el eslalon te derriba con un ¨²ltimo toque sutil, como les ocurre a todos esos porteros que se quedan con la sensaci¨®n de que ten¨ªan la jugada controlada hasta que ven la pelota en la red.
Pero yo me pregunto, tal vez porque yo me lo preguntar¨ªa si estuviera en su piel, si cuando el s¨¢bado suene el himno de la Champions en el Stade de France y el Real Madrid y el Liverpool formen para esa foto de la final con la Copa en medio, no pasar¨¢ por la cabeza de Mbapp¨¦, ni aunque sea por un segundo, la sensaci¨®n, la idea, la fugaz y centelleante idea, de que deb¨ªa haber resuelto la jugada con otro recurso, con otro golpeo.
Cierto y seguro de que el PSG volver¨¢ a armar un equipo competitivo y armar¨¢ un excelente plantel. Cierto que volver¨¢ a ser un equipo temido en el bombo de la Champions. Cierto que Par¨ªs es una ciudad que le habla al o¨ªdo a Mbapp¨¦ y este sabe entenderla. Cierto que Francia le acoger¨¢ con aplausos en todos los sitios menos en Marsella, claro.
Todo ello muy cierto, pero sigo pregunt¨¢ndome si en alg¨²n rinc¨®n de ese competitivo cerebro no habr¨¢ un momento en el que se activar¨¢ el interruptor que encienda un Y si hubiera¡ Que le dejen un minuto, tal vez dos, desvelado y pregunt¨¢ndose si su decisi¨®n ha sido la correcta.
Y ya les puedo asegurar que ni una tonelada de millones de euros son capaces de acallar esa t¨ªmida, tenue y persistente voz.
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