Vinicius, coronado en la noche m¨¢s loca de Courtois
El brasile?o golea en una final sostenida por una actuaci¨®n soberbia del belga
El jueves, en el viaje de Madrid a Par¨ªs, Florentino P¨¦rez quiso saber qu¨¦ pensaba Vinicius Jr. de la final del s¨¢bado: ¡°Ganamos seguro¡±, le dijo con una sonrisa. El mismo aplomo disfrut¨®n que durante todo este curso en el que pareci¨® que otro futbolista se hab¨ªa instalado en su cuerpo. La misma confianza que cuando era un regateador deslumbrante y fall¨®n. Pero, ahora, el presidente se encontraba ante uno de los jugadores m¨¢s determinantes de Europa: 21 goles y 20 asistencias hasta la final. Y en la delegaci¨®n madridista instalada en el Hilton de la ?pera en Par¨ªs, se repet¨ªa el lance con cierta confianza infantil. Hasta que lleg¨® la final y Vinicius ejerci¨® de killer y abri¨® el marcador, el gol con m¨¢s peso de una final, si se pudieran dejar a un lado todos los que evit¨® Courtois, en una noche de ¨¦poca.
Hasta el momento del gol de Vinicius, el Madrid aguantaba el partido m¨¢s que jugarlo, sostenido por el portero belga, tal vez en su velada m¨¢s inspirada y determinante. Contra Salah, contra Diogo Jota, contra Man¨¦, otra vez contra Salah. Apenas un meta aguantando un tiroteo y alguna carrera de Vinicius, temido por la grada red, que celebr¨® el primer robo de Konat¨¦ como un gol.
El Madrid estaba grogui, y esta vez lo despert¨® un interruptor extra?o, no un tanto como el de las remontadas, sino un falso gol. Fue al final del primer tiempo, que pareci¨® el final de todas las eliminatorias de esta Champions loca, la del muerto que mata. Despu¨¦s de minutos en los que achic¨® agua y aguant¨® golpes, un rapto mezcla de suerte, pericia y arrojo dej¨® el partido suspendido en el filo, como una pelota de tenis dudando despu¨¦s de golpear la cinta. Benzema apareci¨® dentro del ¨¢rea, donde le hab¨ªa ca¨ªdo un bal¨®n largo a la espalda de Robertson. Dribl¨®, Alisson se fue al suelo, el franc¨¦s se hizo un peque?o l¨ªo y dej¨® la pelota en el ¨¢rea para nadie, pero nadie pareci¨® ser de repente Valverde, que entraba en estampida y traslad¨® el barullo al Liverpool. Alisson despej¨® mal. A Fabinho, que tambi¨¦n se deslizaba por el suelo, le dio en una pierna, y termin¨® de nuevo en Benzema, claro, que marc¨®. Pero ah¨ª se suspendi¨® el encantamiento, ese momento de iluminaci¨®n inesperado, no tanto en el caso del Madrid. Aunque hab¨ªa llegado 45 minutos antes de tiempo.
La grada madridista celebr¨® lo que viene celebrando todo abril y mayo: el estallido despu¨¦s de verse zarandeado y sin amenazar. Una costumbre feliz. Pero el juez de l¨ªnea estaba clavado cerca del c¨®rner, con el bander¨ªn en alto. Vinicius se mantuvo los minutos de espera en cuclillas, y los jugadores del banquillo casi entraron al campo. La interpretaci¨®n fue distinta de la que obtuvo Espa?a cuando Francia le gan¨® la Liga de las Naciones, y el gol se qued¨® en el limbo. Pero no el temblor del despertar del Madrid.
Solo un par de segundos despu¨¦s, Benzema se fue a asustar a Alisson, como a Mendy, como a Donnarumma, como a Ullreich, como a Karius en la final de Kiev. Qued¨® en nada. O no. Algo se hab¨ªa prendido, incluso con el falso gol, y Vinicius lo remat¨®, a pase de Valverde, mientras Courtois segu¨ªa aguantando el tiroteo, y al Madrid, y su primera Champions, y la primera tambi¨¦n de Vinicius.
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