Pablo Laso, un ejemplo de pasi¨®n y exigencia
No recuerdo al entrenador sin triunfar, ganando t¨ªtulos temporada tras temporada, incluso en momentos donde la l¨®gica del baloncesto no apuntaba al Real Madrid como la baza m¨¢s fiable
El deporte profesional est¨¢ sometido a emociones muy intensas. La motivaci¨®n por competir dificulta el sue?o, las dudas en el camino aparecen con fuerza, y la adrenalina recorre tu cuerpo de manera salvaje, de una forma dif¨ªcil de imaginar fuera de la competici¨®n. El deportista vive un carrusel de sensaciones a lo largo de toda su carrera, y esa gesti¨®n interior es tan importante como cualquier t¨¢ctica de juego.
Por encima del atleta hay una persona, un plano humano que orquesta todo ese camino. Una vida que desea ser vivida, unas ilusiones que quieren ser colmadas y un deseo por disfrutar de todas las experiencias que nos regala el deporte. Aunque a veces pueda parecer lo contrario, aunque la seriedad de la competici¨®n nos pueda alejar de esa persona, el deportista no deja de ser un ciudadano m¨¢s en su puesto de trabajo.
Hace apenas unos d¨ªas nos encontr¨¢bamos con la noticia de Pablo Laso. El t¨¦cnico del Real Madrid, uno de los mejores entrenadores de baloncesto del mundo, nos daba un susto muy grande al sufrir un infarto de miocardio. El deporte se volcaba dese¨¢ndole una pronta recuperaci¨®n, demostrando el enorme cari?o que se ha ganado con el paso de los a?os gracias a sus ¨¦xitos, a su forma de ser y a la naturalidad con que ha elevado una manera de hacer su trabajo.
Con una humanidad tremenda, Pablo ha asumido uno de los encargos m¨¢s complicados que hay en el mundo del deporte: gestionar la exigencia del Real Madrid. Un club donde la historia siempre se encuentra en los talones de su plantilla, donde el largo plazo equivale al corto plazo de cualquier otra entidad. Con m¨¢s de una d¨¦cada al frente del banquillo blanco, Laso es ya el entrenador con m¨¢s partidos dirigidos en el Real Madrid. Es el hombre que m¨¢s tiempo lleva en el trabajo m¨¢s complicado de todos.
Su manera de gestionar los partidos le ha convertido ya en un icono de nuestro deporte. Lejos de dar un paso atr¨¢s, Pablo siempre ha sido un ejemplo de intensidad, de tolerar la presi¨®n a trav¨¦s de la pasi¨®n por el deporte. Sus arengas en los banquillos son m¨ªticas, con un car¨¢cter que ha ayudado a forjar algunos de los grandes ¨¦xitos recientes en la historia del club, sacando lo mejor en los muy diferentes grupos humanos que han pasado por la plantilla.
Es muy diferente dirigir a un deportista individual que gestionar a un vestuario donde sus piezas van cambiando con el paso del tiempo, donde la importancia de sus engranajes var¨ªa y donde la figura del entrenador como gestor va mucho m¨¢s all¨¢ de la cancha de juego. Es una labor permanente en la que solamente brillan aquellos apasionados de lo humano.
No recuerdo a Pablo Laso sin triunfar, ganando t¨ªtulos temporada tras temporada, incluso en momentos donde la l¨®gica del baloncesto no apuntaba al Real Madrid como la baza m¨¢s fiable. Esta temporada, una de las m¨¢s complicadas para la entidad, tambi¨¦n fueron capaces de recuperarse, llegar a la Final Four de la Euroliga y quedarse apenas a un punto de un nuevo t¨ªtulo europeo. Ha sido esa constancia y resiliencia que Laso y su staff t¨¦cnico han imprimido la que permite al club siempre optar por lo m¨¢ximo, virtud imperial cuando no se puede luchar por todo.
La exigencia que ellos mismos se someten, sumada a la expectativa de los medios de comunicaci¨®n y las ilusiones de la afici¨®n, compone un c¨®ctel dif¨ªcil de manejar. El deseo de victoria, las ganas de que todo salga bien en todo momento puede hacer que el cuerpo diga basta. Lo m¨¢s importante ha sido conocer que Pablo est¨¢ recuperado, que todo ha quedado en un susto y que este punto en el camino no ha roto la esperanza: volver, disfrutar y hacer disfrutar con ese baloncesto que siempre ha amado.
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