Un f¨²tbol femenino m¨¢s profesional
Aunque las diferencias todav¨ªa son evidentes, y mal har¨ªamos en conformarnos con la situaci¨®n actual, los pasos que se han dado avanzan en un camino de ilusi¨®n
Por encima de cualquier resultado, el deportista profesional valora el respeto. El respeto a la competici¨®n, a los rivales y a las normas dadas en la disciplina. Competir en un clima de igualdad mutua, donde el ¨¦xito se construya en base a la constancia y el esfuerzo personal. Esa meta es un objetivo no menor para el deporte femenino, que ha ido construyendo su camino por un sendero lleno de obst¨¢culos.
El deporte femenino en Espa?a ha ido madurando de forma gradual. En algunas modalidades goza de buena salud desde hace a?os, mientras que en otras esas barreras se han ido derribando en tiempos m¨¢s recientes. Una de las disciplinas que ha encontrado bases m¨¢s firmes en los ¨²ltimos a?os es el f¨²tbol. Ha pasado de ser un deporte casi clandestino, muy lejos del masculino, a multiplicar su influencia social.
Aunque las diferencias todav¨ªa son evidentes, y mal har¨ªamos en conformarnos con la situaci¨®n actual, los pasos que se han dado avanzan en un camino de ilusi¨®n. La profesionalizaci¨®n de la liga ha sido un logro fundamental para lograr garant¨ªas laborales. Adem¨¢s, el anuncio por parte de la Real Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol de igualar las condiciones econ¨®micas de ambas secciones, la masculina y la femenina, indica una voluntad por avanzar en este terreno.
Se trata de una mejora que figura como definitiva en la nueva Ley del Deporte, un avance que algunos pa¨ªses de nuestro entorno hab¨ªan puesto en marcha tiempo atr¨¢s. Aunque no resuelva por s¨ª misma la desigualdad que impera en el f¨²tbol, es un mensaje social de gran calado. Va normalizando una situaci¨®n que deber¨ªa estar bien aceptada en nuestro pensamiento. Y, sobre todo, en el de las futuras generaciones.
La medida no implica una paridad en los salarios. La diferencia es evidente en los premios que otorgan las competiciones internacionales de selecciones, donde no se destina la misma cantidad de dinero para los eventos masculinos y femeninos.
Sin embargo, dentro de la propia federaci¨®n, implica mejoras en el d¨ªa a d¨ªa que fortalecer¨¢n la profesionalizaci¨®n de nuestras jugadoras. Significa m¨¢s m¨²sculo econ¨®mico en los desplazamientos, en las dietas, en los derechos de imagen o en las primas para cada jugadora.
Los procesos de negociaci¨®n han sido largos, seg¨²n cuentan las propias jugadoras. Son decisiones que implican un cambio de paradigma a nivel federativo, pero tambi¨¦n una defensa del deporte femenino cara a cara. Al haber llegado a un punto de acuerdo, se facilita que el f¨²tbol femenino pueda seguir creciendo y que su desarrollo se haga sobre unas bases m¨¢s firmes.
Esto es bien importante. Tan vitales son los resultados como la imagen que se proyecta hacia el exterior, haciendo ver a las m¨¢s j¨®venes que una carrera profesional y profesionalizada es posible en el deporte. Si las referentes lo son tanto en el c¨¦sped como en el despacho, si son capaces de sumar victorias como garant¨ªas laborales, el futuro de la disciplina estar¨¢ siempre en mejores manos.
Como deportista profesional, he gozado de condiciones que no siempre han estado en las manos de mis compa?eras en otras disciplinas. En el tenis, en los torneos m¨¢s grandes del circuito, los Grand Slams y algunos de los torneos de mayor dimensi¨®n WTA, esta barrera por la paridad econ¨®mica se derrib¨® hace tiempo. Esa garant¨ªa y esa seguridad nunca hay que darla por hecha.
Me alegra ver que un deporte como el f¨²tbol, con una influencia social enorme en los pa¨ªses, vaya dando pasos en la buena direcci¨®n. Es bueno para las profesionales, pero es mejor todav¨ªa para la convivencia de todos.
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