La conquista de un espacio masculino
En los primeros Juegos Ol¨ªmpicos solo participaron hombres y las mujeres no alcanzar¨¢n la paridad hasta Par¨ªs 2024
El atletismo femenino entr¨® en el programa ol¨ªmpico solo a partir de los octavos Juegos, ?msterdam 1928. Se disputaron los 100m, el relevo corto, los 800m, salto de altura y lanzamiento de disco, y terminada la final de los 800m las competidoras, comenzando por la ganadora, la alemana Lina Radke, exhaustas por el esfuerzo del esprint en la ¨²ltima recta, se dejaron caer por el suelo, donde permanecieron mientras recuperaban el aliento. Todos los antifeministas del movimiento ol¨ªmpico (la mayor¨ªa de sus dirigentes, comenzando por los de la Federaci¨®n Internacional de Atletismo) y de la prensa, que representaba el sentir mayoritario de la sociedad, aprovecharon la escena para recordar la inherente fragilidad de la mujer, el peligro de que perdieran su feminidad y su capacidad reproductiva si se somet¨ªan a semejantes pruebas de resistencia, y las advert¨ªan de que envejecer¨ªan demasiado j¨®venes.
La ocasi¨®n la aprovech¨® el entonces presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), el conde de Baillet-Latour, para borrar del programa de atletismo femenino cualquier prueba que superara los 200m, y el veto dur¨® 32 a?os, hasta Roma 60. Los 1.500m no se incluyeron hasta M¨²nich 72, y solo en Los ?ngeles 84 entr¨® ya el marat¨®n femenino, antes que los 10.000m (Se¨²l 88), los 5.000 (Atlanta 96) o los 20 kil¨®metros marcha (Sidney 2000).
Como el inventor de los Juegos modernos, el bar¨®n Pierre de Coubertin, Baillet-Latour cre¨ªa que el festival deportivo cuatrienal deber¨ªa estar reservado exclusivamente a los hombres. Como recuerda en sus escritos Cecile Houry, investigadora de la Universidad de Miami, la historia de los Juegos Ol¨ªmpicos desde su refundaci¨®n en 1896 discurre paralela a lo que Marx llamaba proceso hist¨®rico mundial, son su privilegiada expresi¨®n, y permite analizar la sucesi¨®n de cambios sociales, econ¨®micos, culturales y pol¨ªticos en la consideraci¨®n del g¨¦nero, y la lucha de la mujer para superar todos los prejuicios y conquistar territorios considerados ¨²nicamente masculinos. ¡°En pocas palabras¡±, escribe Houry. ¡°Al principio la sociedad tem¨ªa que el deporte limitar¨ªa la capacidad reproductiva de las mujeres que lo practicaran, despu¨¦s que las mujeres deportistas se masculinizar¨ªan y dejar¨ªan de ser atractivas para el hombre, y finalmente que practicar deporte conducir¨ªa a la mujer inevitablemente al lesbianismo¡±. Y recuerda c¨®mo Martina Navratilova, una de las mejores tenistas de la historia, nunca fue querida verdaderamente tanto por su aspecto masculino como por su tremendo dominio en su deporte, lo que la convert¨ªan antes que en una deportista en un producto extraordinario de la ciencia, la tecnolog¨ªa o, peor a¨²n, en un defecto cromos¨®mico.
En los primeros Juegos, Atenas 1896, no participaron mujeres. Hasta Helsinki 52 su n¨²mero no lleg¨® al 10%. El 20% se toc¨® en Montreal 76, el 30% en Atlanta 96, el 40% en Atenas 2004 y solo en Par¨ªs 2024 se conseguir¨¢ la paridad del 50-50. Y el COI obliga a todos los pa¨ªses a presentar al menos un hombre y una mujer en su equipo.
Si en 1979 se reconoc¨ªa por primera vez en una convenci¨®n internacional (la de eliminaci¨®n de todo tipo de discriminaci¨®n contra la mujer) el derecho de la mujer a participar en el deporte de competici¨®n, el COI, mayoritariamente compuesto por hombres (hasta 1981 no fueron cooptadas las primeras dos mujeres, la venezolana Flor Isava y la finlandesa Pirjo Haeggman), tard¨® 40 a?os m¨¢s en proclamar: ¡°El deporte es una de las plataformas m¨¢s poderosas para promover la igualdad de g¨¦nero y empoderar a mujeres y ni?as¡±.
Esta declaraci¨®n hace eco a las palabras pronunciadas 90 a?os antes por Lil¨ª ?lvarez, la tenista espa?ola de los a?os 20, que abren el estudio del profesor Jorge Garc¨ªa El origen del deporte femenino en Espa?a: ¡°El deporte no es m¨¢s que la expresi¨®n moderna de la feminidad. Una feminidad nueva, m¨¢s amplia, m¨¢s vasta en sus vistas, m¨¢s consciente de ella misma¡±.
Lil¨ª ?lvarez, junto a otras tres tenistas (Rosa Torres, Isabel Fondorona y Mar¨ªa Luisa Marnet) fue la primera espa?ola que particip¨® en unos Juegos, los de Par¨ªs 24, cuando la primera modernidad urbana en Espa?a. Sin embargo, ni durante la II Rep¨²blica, pese a su fomento del deporte femenino, ni, l¨®gicamente, durante el primer franquismo, que consideraba a la mujer mera ama de casa, reproducci¨®n, cocina y costura, participaron m¨¢s mujeres en unos Juegos. Se volvi¨® en Roma 60. Fueron las pioneras un grupo de 11 mujeres espa?olas (seis gimnastas dos nadadoras y tres esgrimistas), que representaban el 7,5% del equipo. El n¨²mero baj¨® a dos mujeres en M¨¦xico 68 y solo en democracia se dispar¨®, hasta alcanzar su m¨¢ximo en R¨ªo 16, con el 46,6%, 144 mujeres en un equipo de 309 deportistas.
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