El tenis es, ante todo, repetici¨®n
Kyrgios pag¨® su falta de constancia, los malos ajustes y su ejecuci¨®n intuitiva. Todo lo que no estuvo dispuesto a hacer, es justo lo que suele proponer Djokovic
Novak Djokovic y Nick Kyrgios tuvo el desenlace que muchos pens¨¢bamos que tendr¨ªa. A pesar de anotarse el primer set gracias a su servicio demoledor, el australiano no fue capaz de mantener el esp¨ªritu combativo durante las tres horas que dur¨® el encuentro. El punto de inflexi¨®n que desvi¨® los derroteros iniciales se produjo cuando en la segunda manga, con 5-3 para Djokovic, el jugador de Canberra dispuso de tres bolas de break para recuperar el servicio perdido, pero las dej¨® escapar.
A partir de ese momento ya pudimos ver su usual temperamento descentrado. Estuvo hablando todo el tiempo con los miembros de su box y manteniendo esa actitud poco constructiva, sobre todo para s¨ª mismo, hasta que finaliz¨® el tercer set. Se recuper¨® en el cuarto, pero en los momentos decisivos fue incapaz de controlar su ansiedad que, de nuevo, degener¨® en constantes increpaciones a su equipo como si fueran los culpables de los derroteros indeseados que estaba tomando para ¨¦l el marcador.
El partido careci¨® de gran brillantez, fundamentalmente porque hubo demasiados puntos no jugados. La falta de constancia del australiano, sobre todo en lo que respecta a mantener su agresividad, puso de manifiesto el principal problema que, a mi entender, desprende su juego. Tiene la mala costumbre de golpear demasiadas bolas de cualquier manera, b¨¢sicamente sin prestar atenci¨®n y en mala posici¨®n.
En el tenis actual, debido a la velocidad a la que va la pelota, no queda m¨¢s remedio que buscar una buena colocaci¨®n para tener un buen control. Los grandes jugadores (Federer, Djokovic, Rafael) miden bien sus pasos, se procuran un buen emplazamiento y, a partir de ah¨ª, intentan imprimir un buen golpe y aumentar las posibilidades de victoria. Kyrgios, con su manera desordenada de entender el juego, se ve perjudicado no tanto por lo que hace con la pelota, sino por la manera en que lo quiere hacer. Es muy complicado que logre la continuidad que exige anotarse puntos. El tenis es un deporte de repetici¨®n, m¨¢s que de espectacularidad.
Lo vemos, en demasiadas ocasiones, dar golpes de rev¨¦s sin ajustar bien los pasos y golpes de derecha en los cuales no hace el m¨¢s m¨ªnimo esfuerzo por flexionar las rodillas y sacar fuerza con las piernas. Lleva la inercia poco provechosa de ejecutar muchos de sus golpes de manera intuitiva. Cuando llegan los momentos de tensi¨®n, y se sobrentiende que en una final de Wimbledon los habr¨¢, es cuando empiezan a sucederse m¨¢s fallos de lo normal.
Esta manera poco ortodoxa de jugar, que en alg¨²n otro deporte podr¨ªa no solo ser factible si no tambi¨¦n dar resultados positivos, en el tenis (donde cada punto, por vistoso o creativo que sea vale lo mismo) sirve de bien poco. Est¨¢ claro que ¨¦l re¨²ne unas grandes condiciones porque es capaz de hacer cosas que pocos logran hacer, pero tambi¨¦n es evidente que su ranking, el 40? en la actualidad, responde al juego que tiene.
En cambio, Novak Djokovic, sin necesidad de desplegar su juego m¨¢s deslumbrante, volvi¨® a demostrar que es un gran campe¨®n. Todo lo que su contrincante no estuvo dispuesto a hacer, es justamente lo que normalmente ¨¦l hace. Es un jugador serio, que demuestra siempre la mejor predisposici¨®n para afrontar los momentos m¨¢s desfavorables. Como ya coment¨¦ en el art¨ªculo anterior, sab¨ªamos que ¨¦l no fallar¨ªa. La ¨²nica posibilidad de que ¨¦l perdiera su oportunidad de anotarse su vigesimoprimer Grand Slam era que Kyrgios tuviera la capacidad de ejecutar su mejor tenis y, sobre todo, que nos sorprendiera con la templanza para mantenerlo todo el tiempo.
Con esta nueva victoria en Wimbledon, el jugador serbio sigue engrandeciendo su figura deportiva y acechando a Rafael en la carrera por ser el m¨¢s grande ganador de todos los tiempos.
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