El gran¨ªtico Djokovic detiene a Kyrgios y eleva en Wimbledon su 21? grande
El serbio remonta con maestr¨ªa (4-6, 6-3, 6-4 y 7-6(3) y celebra su s¨¦ptimo t¨ªtulo en Londres, con el que iguala a Sampras y recorta diferencias en el pulso con Nadal
Se arrodilla Novak Djokovic y hace el avi¨®n, lanza corazones hacia las tribunas. Ya ha rendido a Nick Kyrgios en una final que primero ha tenido que enderezar y que luego ha resuelto con el piloto autom¨¢tico: 4-6, 6-3, 6-4 y 7-6(3) (en 3h 01m). Es la s¨¦ptima vez que conquista Wimbledon, la cuarta sucesiva, y atrapa as¨ª al tenista que tanto le inspir¨®, Pete Sampras, y tambi¨¦n la referencia antigua de William Renshaw. Es un hombre feliz. Acaba de alzar su 21? grande y despu¨¦s del turbulento inicio de a?o en Australia se reengancha a la gran carrera hist¨®rica, en la que el suizo Roger Federer (20) queda un metro por detr¨¢s y Rafael Nadal (22) est¨¢ ahora a uno por delante.
Suenan los fuegos artificiales desde el calentamiento, hay diversi¨®n desde el principio. El virguero Kyrgios dibuja un tiro por debajo de las piernas y el p¨²blico de La Catedral se relame y le jalea porque sabe que se avecinan emociones fuertes. Tenis a todo trapo entre dos virtuosos que a cada envite del uno, replican con un golpe todav¨ªa m¨¢s exquisito; env¨ªos aterciopelados cuando procede y violentos cuando deben resolver un punto a las bravas. Un mill¨®n de trucos. Dos prodigios antag¨®nicos. Y, tambi¨¦n, de entrada, la confirmaci¨®n de que el australiano va muy en serio y no quiere dejarse ir. Deja los brotes circenses para otro d¨ªa y aborda al serbio en forma de tromba.
Una doble falta de Nole abre el partido y desde ese instante el murmullo flota durante toda la tarde en la central. Su academicismo contrasta con el caos armonizado del rival, ese ni?o gordito que sufri¨® el bullying y que hace dos a?os padeci¨® una depresi¨®n, autolesiones incluidas. Histori¨®n el de Kyrgios, tambi¨¦n el de Djokovic; hijo de la guerra el balc¨¢nico. Los dos chicos malos del tenis moderno en un cara a cara a pecho descubierto. El australiano tatuado luce muestrario e intenta desconcertar con el saque de cuchara, un ace de segundas, abordajes que obligan a Nole a un constante ejercicio de escorzos y posturas imposibles. Siente la zozobra el ex n¨²mero uno.
La grada no se decanta con claridad, aunque pesa la sensaci¨®n de que Londres prefiere una inscripci¨®n novedosa en el historial. Se rebobina veinte a?os atr¨¢s y aparece el nombre de Lleyton Hewitt, el ¨²ltimo australiano que se apoder¨® del verde; y al hacer el repaso, la hegemon¨ªa de Djokovic tiene reflejo en las cuatro ¨²ltimas ediciones: son 28 triunfos consecutivos desde entonces, cuatro cetros consecutivos. Una barbaridad. Demasiado para el cheposo Kyrgios, con ese estilo tan peculiar y heterodoxo, barriendo con el rev¨¦s y matando moscas con la derecha. Imprevisible, y a la vez certero para sellar el primer parcial con un trallazo que, ahora s¨ª, hace que a la grada se le vea el plumero.
Dos volcanes contenidos
Lejos de mellarle el ¨¢nimo, el estruendo aporta vitaminas al tenis de Djokovic, el chacal durmiente que hab¨ªa ido dej¨¢ndose sets en direcci¨®n a la final, y que vuelve a encontrar un revulsivo en la concesi¨®n de este ¨²ltimo. A mayor adversidad, mejor Nole. La vieja historia de siempre. Aguanta estoicamente el chaparr¨®n ofensivo del australiano y contragolpea como ¨¦l sabe. El arte de caminar sobre las brasas. Picotazo a picotazo, a base de linealidad, equilibra y empieza a conducir el duelo hacia el territorio que m¨¢s le favorece. Levanta tres bolas de break, cierra la segunda manga con fortuna (golpe en la cinta) e impone.
Centre Court rises again for one of its great champions
— Wimbledon (@Wimbledon) July 10, 2022
Congratulations, @DjokerNole ???#Wimbledon | #CentreCourt100 pic.twitter.com/RAm2mm56pS
Son dos volcanes contenidos, dos torbellinos controlando su naturaleza. Transcurre todo muy parejo y crece la tensi¨®n. Un fin¨ªsimo hilo sostiene al australiano. La tierra del fondo pelado le hace resbalar un par de veces al de Belgrado, que empieza a manejar los tiempos y aprieta en el momento m¨¢s oportuno a un rival que le ha aguantado el pulso. No obstante, emocionalmente Kyrgios transita sobre una cornisa muy fr¨¢gil y hasta el m¨¢s m¨ªnimo suspiro puede llegar a desestabilizarle. Pese a la progresi¨®n de estos d¨ªas, est¨¢ cogido con alfileres. Hace un primer aspaviento hacia su box y luego se enzarza con una espectadora que ha emitido un sonido durante el saque, resuelto con una doble falta.
¡°Est¨¢ borracha como una cuba en la primera fila, hablando conmigo en medio del partido. Parece que se ha tomado unas 700 copas, hermano. ?Esto es una p¡ broma!¡±, le grita al ¨¢rbitro, el franc¨¦s Renaud Lichtenstein, que capea como puede el temporal y suspira de alivio cuando el damnificado compensa con dos saques directos. Contra todo pron¨®stico, Kyrgios ha logrado contener el cortocircuito. Y entretanto, Djokovic sigue a lo suyo, muy p¨¦treo, muy Djokovic, delineando; solo 17 errores; extiende los intercambios y erosiona con su joystick hasta que clava las garras y se sit¨²a definitivamente por delante, parcial arriba. Est¨¢ exactamente d¨®nde y c¨®mo quer¨ªa estar.
Del esperpento a la redenci¨®n
En esas se va al vestuario para ponerse delante del espejo y mantener una de esas charlas consigo mismo que, dice, le tranquilizan y a la vez la aportan las alas necesarias para redondear bien la faena. Kyrgios, mientras, est¨¢ clavado en la silla y mantiene la compostura. En otros tiempos quiz¨¢ hubiera estallado, pero no ahora; despu¨¦s de mucho fuego y mucha verborrea contra el serbio, los chicos malos de la clase se han hecho colegas. Quiz¨¢ no amigos, pero hay respeto y se percibe en la pista. Tras ocho minutos de introspecci¨®n, Djokovic reaparece inmaculado y la posibilidad de que el adversario (30 aces) le d¨¦ la vuelta a la historia se antoja muy complicada.
Teje y teje Nole, resuelve con jerarqu¨ªa el tie-break y as¨ª triunfa otra vez en Londres y encuentra algo parecido a la redenci¨®n. Del esperpento de Australia a este desquite en Wimbledon, tres fases: el calvario, el purgatorio y la gloria. Lo ha intentado Kyrgios, el Kyrgios m¨¢s aplicado y concienzudo que jam¨¢s se haya visto, pero no le alcanza. Por cuarta edici¨®n consecutiva, s¨¦ptima vez, Djokovic se eleva y mastica la hierba de La Catedral, que a?ora al adorado rey Federer y asiste con gesto serio al insistir de otro fen¨®meno que reclama las llaves del jard¨ªn.
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