Roger Federer, el icono m¨¢s grande del tenis
En sus momentos de m¨¢xima inspiraci¨®n, este irrepetible deportista jugaba a otra cosa. El vac¨ªo que deja es muy grande, pero su legado es todav¨ªa superior. Su huella es imborrable
Finalmente ha llegado la noticia que desde hace cierto tiempo los amantes del tenis nos tem¨ªamos. Despu¨¦s de unos a?os de recurrentes problemas y operaciones en su rodilla, y de entender que era inviable volver a la competici¨®n, Roger Federer anunci¨® el pasado jueves su retirada en la Rod Laver Cup.
Me entristeci¨® mucho conocer el anuncio, por mucho que est¨¦ dentro de lo normal e, incluso, de lo intuido. ?ltimamente, hablando de Roger con mis tres hijos que, evidentemente, tambi¨¦n lo admiran mucho, yo les hab¨ªa expresado el deseo de que llegado el momento, el icono m¨¢s grande del tenis se despidiera en una ¨²ltima gira de los cuatro torneos del Grand Slam para recibir unos merecidos agradecimientos y la ovaci¨®n del p¨²blico.
Yo dir¨ªa que casi nadie, para no ser categ¨®rico, ha conseguido igualarlo en su capacidad de aunar la elegancia y plasticidad de sus movimientos con la efectividad y precisi¨®n de sus golpes. Logr¨® con sus maneras exquisitas trascender su propio deporte y convertirse en referente mundial, cautivando a mucha m¨¢s gente que a los propios seguidores del tenis.
En sus momentos de m¨¢xima inspiraci¨®n, daba la sensaci¨®n de que ¨¦l jugaba a otra cosa. Durante muchos a?os nos deleit¨® con sutiles dejadas, voleas magistrales o devoluciones inveros¨ªmiles. Y todo ello, dando la sensaci¨®n de ni tan siquiera despeinarse. Un d¨ªa, estando yo en el vestuario del torneo de Montecarlo, entr¨® ¨¦l reci¨¦n acabado su partido en la pista central. ¡°Supongo que jugar¨¢s toda la semana con la misma camiseta¡±, le dije jocosamente viendo lo impoluta que la llevaba, sin una mancha de sudor. ¡°No, llevo otra de repuesto¡±, me contest¨® con su amable sentido del humor.
En los a?os iniciales de Rafael en el tour, en 2006 o 2007, recuerdo haberle dicho recurrentemente antes de saltar a la pista en sus partidos contra ¨¦l: ¡°Habr¨¢ momentos en que te har¨¢ sentir muy inferior. Sigue luchando y espera a que pase el temporal¡±. Esa era la sensaci¨®n que te dejaba en sus momentos inspirados, la de indefensi¨®n total.
Por suerte para nosotros, mantener ese nivel durante todo un partido, incluso para ¨¦l, era muy dif¨ªcil. Pero debo decir que, a pesar de presenciar los endiablados golpes que sufr¨ªa mi sobrino, he sido un gran afortunado por haberlo podido ver jugar tantas veces en directo. En mi memoria guardo todos sus enfrentamientos, muchos de ellos ¨¦picos, as¨ª como innumerables jugadas que he buscado, visto y disfrutado en el iPad repetidamente, en la tranquilidad de mi casa. No me queda otra cosa que quedarle sumamente agradecido y que desear que nos siga deleitando en torneos para veteranos o en partidos de exhibici¨®n.
Mucho se ha comentado, tambi¨¦n, a lo largo de los a?os la ejemplar rivalidad que Roger y Rafael han mantenido. Yo mismo he contestado numerosas entrevistas al respecto y he contado por escrito lo beneficioso que ser¨ªa, a mi entender, que lo que se lucha denodadamente por inter¨¦s propio, sea en una pista de tenis o en cualquier otro campo o ¨¢mbito, no se entienda como una afrenta y, mucho menos a los contrincantes como enemigos. Lo normal, lo l¨®gico y lo m¨¢s humano ser¨ªa sentir no solo respeto por alguien con quien coincides tanto y a quien te unen tantos sue?os, sino tambi¨¦n cierto afecto.
En este sentido, Federer tambi¨¦n ha sido un modelo a seguir. Yo creo que jam¨¢s se le han visto, no ya descortes¨ªas directas hacia el jugador que se disputara los puntos con ¨¦l en la pista, ni tan siquiera se le pueden achacar actitudes eg¨®latras o muecas chulescas despu¨¦s de sus puntos m¨¢s brillantes. Jam¨¢s ha pedido con gestos el aplauso del p¨²blico ni ha reclamado que lo vitoreen despu¨¦s de un punto magistral. Sus celebraciones, tanto si segu¨ªan un gran intercambio como si se deb¨ªan a la consecuci¨®n de un t¨ªtulo importante, siempre han sido comedidas y elegantes.
Cont¨¦ en un art¨ªculo anterior c¨®mo la ¨²nica final de Roland Garros que Rafael no ha celebrado tir¨¢ndose al suelo fue la de 2008 contra Federer, en una final ganada en tres sets, de manera bastante impredecible.
Solo tres a?os despu¨¦s, en 2011, Roger tuvo ocasi¨®n de corresponderle con manifiesta consideraci¨®n. Fue en el impresionante O2 de Londres, en el transcurso de la Copa de Maestros, cuando despu¨¦s de deshacerse de Rafael en una hora escasa con un contundente 6-3 y 6-0, lanz¨® al p¨²blico la ¨²ltima pelota que Rafael mand¨® fuera y con un comportamiento totalmente at¨ªpico en un jugador que acaba de ganar un partido tan importante, agach¨® la cabeza y no levant¨® la mirada del suelo hasta que se top¨® en la red con su derrotado rival para darle la mano y una c¨¢lida palmada en el pecho.
El vac¨ªo que deja este irrepetible deportista es, sin duda, muy grande, pero su legado es todav¨ªa superior. Cuando uno deja para siempre una actividad no puede tener mayor satisfacci¨®n que ver la huella que deja tras de s¨ª.
La de Roger Federer, sin duda, ser¨¢ imborrable.
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