Federer, Nadal y Djokovic: martirio y socio uno, azote y ¡°colega¡± (nada m¨¢s) el otro
La irrupci¨®n del espa?ol en 2005 resquebraj¨® el reinado del suizo y la llegada de Djokovic complet¨® una rivalidad encarnizada, la m¨¢s fascinante de la historia
Despu¨¦s de la entretenida d¨¦cada de los noventa, dominada especialmente por el toma y daca de otros dos prodigios como Pete Sampras (14 grandes) y Andre Agassi (8) ¡ªinterrumpido por las intromisiones de los Muster, Kafelnik¨®v, R¨ªos, Moy¨¤, Rafter o Kuerten¡ª, Roger Federer comenz¨® a ejercer con pu?o de hierro y a marcar una ¨¦poca que apuntaba a tiran¨ªa. A los 20 a?os gan¨® su primer t¨ªtulo en un torneo de Mil¨¢n ya extinto y ese mismo a?o bati¨® a su idolatrado Sampras sobre la hierba de Wimbledon. Despu¨¦s, en 2003 y con 21, elev¨® su primer Grand Slam en La Catedral en lo que se anunci¨® como el nacimiento de una nueva era, la Era Federer. As¨ª lo fue durante un par de a?os, hasta que se interpuso en su camino un escollo que no esperaba y m¨¢s tarde se a?adi¨® otro que termin¨® por convertir el soliloquio del suizo en la carrera hist¨®rica m¨¢s fascinante que se recuerda en el tenis.
Desde que irrumpi¨® en la ¨¦lite hasta 2005, fecha en la que cay¨® como un rayo Rafael Nadal, el de Basilea se hab¨ªa adue?ado del circuito. Su mandato no admit¨ªa apenas discusi¨®n, alzaba un major tras otro ¡ªcuatro hasta la primera muesca del mallorqu¨ªn en Roland Garros¡ª y gobernaba desde lo alto sin que se adivinase una posible alternativa. Sin embargo, el espa?ol entr¨® como un tiro y empez¨® a plasmar su reinado en la tierra batida, redoblando despu¨¦s el ¨®rdago al inmiscuirse tambi¨¦n en el territorio de la pista dura y a su vez en la hierba, terreno que parec¨ªa coto exclusivo de Federer. De repente, el paisaje hab¨ªa cambiado, aunque el suizo logr¨® contener la arremetida hasta 2008, momento en el que la hegemon¨ªa deriv¨® en un mano a mano con Nadal y, en paralelo, la encarnizada pugna a tres bandas con el serbio Novak Djokovic.
Hasta ese a?o, Federer coleccionaba 11 grandes, pero naci¨® el martirio definitivo de Nadal y posteriormente se sumar¨ªa Nole. Con unos c¨®digos de juego completamente antag¨®nicos, basados en la exuberancia f¨ªsica, el fulgor din¨¢mico y una bola alta y revolucionada que hac¨ªa estragos en su rev¨¦s a una mano, el de Manacor gan¨® espacio a bocados y condujo a su rival hacia un callej¨®n an¨ªmico. Supuso la kriptonita. Ese a?o, Federer cedi¨® contra ¨¦l en las finales de Roland Garros y Wimbledon ¡ªesta considerada una de las mejores de todos los tiempos, si no la mejor¡ª, y la temporada siguiente no pudo contener las l¨¢grimas tras ceder en la del Open de Australia, testigo entonces de una revelaci¨®n a pecho descubierto. ¡°God, it¡¯s killing me (Dios, esto me est¨¢ matando)¡±, expuso durante la ceremonia final.
A partir de ah¨ª, Federer se enfrasc¨® en la faena de c¨®mo hacerle frente al poderoso drive de Nadal, al que ha batido en 16 ocasiones y ante el que se ha inclinado en 24. ?l fue su mayor castigo, pero, en cualquier caso, el volumen de la carrera del suizo y su dimensi¨®n como tenista solo pueden entenderse a partir de esta rivalidad tan atractiva como duradera. Y a la inversa, exactamente lo mismo. Dos estilos diferentes, dos personalidades diferentes, dos lenguajes diferentes; el caballero de Suiza que no se manchaba frente al chico de pueblo que disfrutaba bajando al barro y haciendo saltar las costuras de su compa?ero. El d¨²o perfecto. La mejor propaganda posible para el tenis, que ascendi¨® hacia una nueva dimensi¨®n.
Respeto... y grietas
¡°Querido Roger, mi amigo y rival. Desear¨ªa que este d¨ªa nunca hubiese llegado. Es triste para m¨ª y para el deporte. Ha sido un placer, un honor y un privilegio el compartir todos estos a?os contigo, vivir tantos momentos extraordinarios dentro y fuera de la pista¡±, le dedic¨® ayer Nadal, de 36 a?os; ¡°tendremos muchos m¨¢s momentos que compartir juntos en el futuro, todav¨ªa hay muchas cosas que hacer juntos, lo sabemos. Por ahora te deseo de verdad toda la felicidad con tu mujer, Mirka, tus hijos, tu familia y que disfrutes de lo que te espera¡±.
Entre ambos siempre ha existido una relaci¨®n de cordialidad y amistad; no estrecha, pero s¨ª cercana. Tambi¨¦n, como en toda alianza, han surgido las fisuras. Durante el mandato de ambos del Consejo de Jugadores de la ATP ¡ªpara intermediar entre los tenistas profesionales y el rector del circuito masculino¡ª se percibieron diferencias a la hora de interpretar determinados asuntos y, en algunas ocasiones, el espa?ol (vicepresidente) consider¨® que la m¨¢xima instancia conced¨ªa de alguna manera un trato de favor al suizo (presidente). Los desacuerdos condujeron al mallorqu¨ªn a renunciar al cargo, pero siempre se han profesado respeto mutuo y ambos han sido conscientes de que llev¨¢ndose bien, ganaban todos: el uno, el otro y el tenis.
¡°No me ir¨ªa de cena con ¨¦l¡±
En la relaci¨®n con Djokovic, en cambio, Federer siempre mantuvo una distancia mucho mayor. Aunque de puertas afuera han guardado las apariencias, entre los dos predomina el fr¨ªo. O el calor, seg¨²n se mire. En 2006 ya saltaron las chispas a ra¨ªz de un duelo entre Nole y Stan Wawrinka durante un pulso entre Suiza y Serbia en la Copa Davis. ¡°No conf¨ªo en sus lesiones¡±, le reproch¨® el de Basilea. ¡°Nos respetamos. No somos amigos, pero somos colegas. No iremos a cenar juntos porque es dif¨ªcil ser amigo de un rival con el que compites¡±, admiti¨® en su d¨ªa el de Belgrado, que manda en los cara a cara (27-23).
¡°Por mucho que sea un gran campe¨®n, Federer no es tan buen hombre. Hace 15 a?os atac¨® a mi hijo cuando a¨²n era joven. Sab¨ªa que ven¨ªa alguien mejor que ¨¦l¡±, carg¨® el a?o pasado el padre de Djokovic, el lenguaraz Srdjan. Su extensi¨®n, su altavoz.
Este jueves, a la hora del adi¨®s, el balc¨¢nico guard¨® silencio. Mientras, Federer apost¨® por las buenas maneras aunque no lleg¨® a hacer una referencia directa a Nole: ¡°Quiero dar las gracias a mis rivales. He sido muy afortunado de jugar muchos partidos ¨¦picos que nunca voy a olvidar. Peleamos de forma justa, con pasi¨®n e intensidad. Siempre di mi m¨¢ximo para respetar la historia del tenis. Me siento extremadamente agradecido. Nos empujamos los unos a los otros y juntos llevamos el tenis a nuevos niveles¡±.
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