El Real Madrid no para
El equipo de Carlo Ancelotti supera a un Sevilla desnortado al inicio y mejorado despu¨¦s, lanzado por Vinicius y de nuevo con Valverde como chacal
Brille el sol o caigan chuzos, gana y gana el Real Madrid. Hoy, como nunca, el Madrid de Valverde. Y, claro, el de Modric, el de Vinicius. Incluso, como esta vez ante el afligido Sevilla de estos tiempos, hay momentos para Asensio, para Lucas V¨¢zquez. De muchos necesit¨® el Real para fundir a un rival ambulante. Un Sevilla de fogueo y sin poso alguno en el primer acto, vivificado despu¨¦s por un gol de Lamela y con vidilla hasta que llegaron las cargas finales de los de Carlo Ancelotti. En las buenas y en las no tan buenas, el campe¨®n tiene repertorio, el previsto y el imprevisto. Como prueba el duelo con el Sevilla, sellado sin Benzema ¡ªausente por lesi¨®n¡ª y sin los retirados sobre la marcha Modric, Carvajal, Mendy, Tchouameni y Alaba, cinco titular¨ªsimos. Ancelotti tiene cesto.
Qu¨¦ turbado anda el Sevilla, inmerso en una repentina regresi¨®n. Desde la formaci¨®n titular ya se percibi¨® a un equipo algo embrollado. Tres arietes en el banquillo (En Nesyri, Dolberg y Rafa Mir) e Isco de delantero central, con Lamela y Navas a los costados. Desconcertante. Resulta que Jorge Sampaoli pretend¨ªa articular el juego desde la retaguardia, en la que no tiene peloteros de pie refinado. Cada emboscada madridista, con Modric de corneta, provocaba un estropicio en las filas visitantes. Ocurr¨ªa que, sin un atacante con forro de atacante, el Sevilla no pod¨ªa poner las luces largas. Vana misi¨®n para Isco, que nunca tuvo hueso f¨ªsico ni espaldas anchas. Tan llagado est¨¢ el Sevilla que es el equipo de Primera que m¨¢s centra al ¨¢rea y menos remata. Sorprendente ecuaci¨®n. Como consecuencia a Chamart¨ªn lleg¨® con ?liver Torres de m¨¢ximo goleador (tres emboques). Para colmo, el improvisado goleador ni siquiera est¨¢ inscrito en la Liga de Campeones. Misterios del f¨²tbol, enigmas de este Sevilla algo desnortado.
El partido ya era un atolladero para los de Nervi¨®n cuando a los cinco minutos Montiel se hizo un nudo ante Vinicius. El brasile?o le birl¨® la pelota, sac¨® de pista al argentino, ech¨® un vistazo y asisti¨® con pie cl¨ªnico a Modric, que lleg¨® al gol con la ilusi¨®n de un cadete en su deb¨². A los 37 a?os, el Peter Pan del f¨²tbol por excelencia. La jugada, estupenda, evidenci¨® la madurez de Vinicius, al que ya no se le sale la cadena m¨¢s de la cuenta. Hoy sabe cu¨¢ndo frenar, cu¨¢ndo abrir gas. Ya no es aquel solista sin m¨¢s observatorio que el propio. Este Vinicius es muy panor¨¢mico.
Cada intervenci¨®n de Vinicius aflojaba al cuadro andaluz. Empavorecido, Montiel tuvo que recurrir al l¨¢tigo para frenar al extremo. Mosquetero, el Real abrochaba al Sevilla pero un par de regates sobrantes de Vinicius y Modric le alejaron del segundo gol. Antes, Alaba casi clava una falta directa. En el otro horizonte, un Sevilla vac¨ªo en la finca de Courtois.
Al descanso intervino Sampaoli y el conjunto hispalense sintoniz¨® mejor. Montiel, que ya no pareci¨® el primer Montiel, se cuadr¨® como tercer central y Navas evacu¨® por todo el pasillo derecho del ataque. Otro Sevilla, m¨¢s categ¨®rico. Tuvo recompensa. Montiel, el otro Montiel, se redimi¨® con creces. Un quite a Vinicius y un pase conciso para Lamela, que hab¨ªa tirado un desmarque de libro. El argentino no se achic¨® ante el gigantesco Courtois.
Hay goles que resucitan muertos muy muertos. Fue el caso del Sevilla, firme y con otra soltura desde el empate y con el bal¨®n como sustento. Durante veinticinco minutos un Madrid m¨¢s chato, m¨¢s supeditado ante un adversario m¨¢s expansivo, con otra confianza.
Hace tiempo que a Ancelotti le sale casi todo. Agit¨® al equipo con tres cambios y con dos de ellos ¡ªLucas y Asensio¡ª sacudi¨® de nuevo al conjunto de Sampaoli. Asensio puso en ¨®rbita a Vinicius con un servicio magn¨ªfico. El brasile?o esprint¨® por el embudo y cara a cara con Bono advirti¨® la llegada de Lucas como un tiro. Vinicius le facilit¨® un pase a la red.
Los abundantes registros del Madrid, en el que suman los de siempre y, en ocasiones, los m¨¢s intermitentes. Entre los primeros, Valverde. No para el uruguayo. Cabe descartar que se trate de un iluminado transitorio. Lo suyo ya es una constancia. Ni rastro de aquel medroso futbolista que parec¨ªa destinado a ser un simple telonero. Y quiz¨¢ no en el Madrid, donde ahora vuela al infinito. El campo se le queda peque?o, lo abarca de principio a fin con tantas piernas como pulmones. Y, encima, le da al Real una suerte que no le distingu¨ªa. En el f¨²tbol en general ya no hay afluencias de grandes chacales a distancia. Valverde, autor del 3-1 con un zapatazo desde J¨²piter, es uno de ellos. La mejor secuela de Roberto Carlos. Con ¨¦l, retirado con molestias f¨ªsicas, brinda y brinda un Madrid lanzado. Para el Sevilla, un rato para la esperanza.
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