Maradona vs. Pel¨¦
Quienes m¨¢s elevaron el f¨²tbol en el siglo XX quedaron divididos por una pelea b¨ªblica plet¨®rica de recelo, ego y competitividad, pero tambi¨¦n con sus diferentes perfiles a cuestas
Sin avisarles a los dirigentes ni a los compa?eros de su primer equipo, Argentinos Juniors, un Diego Maradona de 18 a?os se escap¨® rumbo al aeropuerto de Buenos Aires despu¨¦s de un partido ante Hurac¨¢n, en abril de 1979: ten¨ªa una cita acordada para conocer al d¨ªa siguiente, en R¨ªo de Janeiro, a Pel¨¦. En el viaje les confi¨® a sus ¨ªntimos la debilidad que sent¨ªa por O Rei, que hab¨ªa dejado de jugar en 1977: ¡°Me muero por conocerlo, me conformo con que me de cinco minutos y, si me da diez, soy Gardel¡±, les dijo, en referencia al m¨ªtico cantante de tangos. En efecto, a las pocas horas el ¨ªdolo brasile?o no le conceder¨ªa demasiado tiempo a su encuentro con el joven argentino, pero aun as¨ª Maradona qued¨® encantado: ¡°Haber conocido a Pel¨¦ lo tomo el Mundial que no tuve¡±, dijo, como si esos minutos de charla reemplazaran al dolor por su ausencia en la Copa del Mundo ganada por Argentina el a?o anterior. ¡°Sab¨ªa que Pel¨¦ era un dios como jugador. Ahora que lo conoc¨ª, s¨¦ que tambi¨¦n lo es como persona¡±, agreg¨®.
Pero esa admiraci¨®n del argentino, y cierto desinter¨¦s del brasile?o ¨Cque, es cierto, ve¨ªa como todo el tiempo se hablaba de un ¡°nuevo Pel¨¦¡± sin que ninguna nueva estrella volara a su altura¨C, se romper¨ªa a los pocos a?os. Las chispas se encendieron antes del Mundial que canonizar¨ªa a Maradona, el de M¨¦xico 86. Pel¨¦, de 45 a?os y retirado hac¨ªa nueve, se puso a disposici¨®n del entrenador de la selecci¨®n brasile?a para jugar la Copa del Mundo. Ya con lava volc¨¢nica en su lengua, el argentino le recomend¨®, a trav¨¦s de los medios, que hiciera la visita a un psiquiatra, a lo que Pel¨¦ ¨Cel dios herido¨C contraatac¨®: ¡°Es la ¨²ltima gran oportunidad para que Diego demuestre que es el mejor. En Espa?a 82 fue un desastre. Los golpes duelen, pero hay que tener clase para eludirlos¡±. Nada m¨¢s lejos de la realidad: en ese mismo M¨¦xico 86, Maradona quedar¨ªa a la altura del mito de O Rei ¨Ce incluso, para muchos, en un estadio superior, el de un Dios del f¨²tbol¨C y entre ambos comenzar¨ªa la eterna disputa del trono del siglo XX.
Ahora suena curioso, pero Maradona primero intent¨® ser diplom¨¢tico, acaso en respeto al brasile?o hasta entonces incomparado, y lanz¨® frases que pronto ser¨ªan papel picado: ¡°No quiero ser el rey Pel¨¦, Pel¨¦ hubo uno solo y los dem¨¢s venimos en segunda l¨ªnea¡±, o ¡°Agradezco los elogios, pero ciertas comparaciones, como las que me hicieron con Pel¨¦, me parecieron exageradas¡±. Sin embargo, era cuesti¨®n de tiempo para que, a falta de partidos entre s¨ª, la rivalidad se alimentara a partir de declaraciones que desde ambos lados incluyeron golpes bajos, con Pel¨¦ apunt¨¢ndole a la adicci¨®n a las drogas de Maradona y con el argentino respondi¨¦ndole con supuestas perversiones sexuales del brasile?o ¨Ca tono con la homofobia reinante en el f¨²tbol¨C, su cercan¨ªa al poder y m¨¢s de un caso de corrupci¨®n. Y entonces de un lado se dijo ¡°Pel¨¦ es homosexual¡± o ¡°Pel¨¦ debut¨® (sexualmente) con un pibe¡± o ¡°Pel¨¦ es una marioneta de la FIFA¡±, y del otro se respondi¨® ¡°Maradona tiene suerte: a pesar de la droga le ofrecen empleo, es un ejemplo negativo¡±.
Quienes m¨¢s elevaron el f¨²tbol en el siglo XX ¨Cuno al comienzo de las transmisiones de los partidos por sat¨¦lite, el otro con la llegada del f¨²tbol a color a todo el mundo¨C quedaron divididos por una pelea b¨ªblica plet¨®rica de recelo, ego y competitividad, pero tambi¨¦n con sus diferentes perfiles a cuestas: Pel¨¦ mucho m¨¢s equidistante en pol¨ªtica, siempre cercano al mundo corporativo, y Maradona ¨Ca¨²n con sus m¨²ltiples contradicciones¨C como portavoz de su origen barrial y clase proletaria.
Es cierto, tambi¨¦n, que hubo reencuentros cordiales y hasta cari?osos, como en 2005, cuando Pel¨¦ visit¨® a Maradona en su programa de televisi¨®n en Buenos Aires, o como en 2016, cuando un micr¨®fono encendido en un compromiso comercial dej¨® traslucir una cr¨ªtica de Maradona al rey del siglo XXI, Lionel Messi, pero los cortocircuitos nunca desaparecieron. Acaso el m¨¢s recordado sea en una votaci¨®n de la FIFA en 2000, cuando Maradona gan¨® la elecci¨®n de mejor jugador del siglo XX por el voto popular y Joseph Blatter, para no dejar mal parado a un hombre de la casa como el brasile?o, le hizo compartir el primer puesto con Pel¨¦. ¡°Cuando lo abrac¨¦ a Pel¨¦ en Roma ¨Cdijo Diego¨C casi le pregunto qu¨¦ sent¨ªa por haber salido segundo, pero hubiera sido para quilombo¡±.
A los pocos d¨ªas, el argentino redoblar¨ªa el encono m¨¢s all¨¢ de la muerte de ambos, como si la rivalidad por el trono del f¨²tbol fuera eterna: ¡°Si me muriera y en el cielo se pudiese jugar al f¨²tbol, no me gustar¨ªa hacerlo con Pel¨¦¡±.
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