Victoria de Vingegaard y su ¡®maillot¡¯ amarillo en la tercera etapa de O Gran Cami?o
Como en el Monte Trega, el ciclista dan¨¦s ataca en los ¨²ltimos kil¨®metros del repecho final, dur¨ªsimo, y se impone en solitario a Ruben Guerreiro, que vuelve a llegar segundo
¡°?A qui¨¦n quieres m¨¢s, Miguel? ?A Pogacar o a Vingegaard?¡±, le pregunta uno a Indurain, que espera en el podio del Alto do Castelo, en Rubi¨¢, el momento de coronar de nuevo al dan¨¦s, etapa solo maillot amarillo sobre los hombros. ¡°Al que gane¡±, responde el navarro transmutado en gallego, quiz¨¢s efecto del paisaje de los valles de Valdeorras a sus pies, godellos y menc¨ªas, vi?as peladas esperando las hojas de la primavera. ¡°?Pero cu¨¢l te gusta m¨¢s, qu¨¦ estilo?¡±, insiste el curioso. ¡°Si es que los dos son iguales. Mira este¡±, responde el ganador de cinco Tours se?alando a Vingegaard, que en esos momentos est¨¢ haciendo rodillo como lo hac¨ªa en el Tour, en la trasera del podio y hablando por tel¨¦fono con Trine, su pareja y madre de su hija. ¡°Mira c¨®mo le gusta ganar, tanto como a Pogacar. Ninguno de los dos perdona ni un d¨ªa. Gan¨® ayer, gan¨® hoy y seguramente ganar¨¢ tambi¨¦n ma?ana, la contrarreloj, aunque Pogacar quiz¨¢s es un poco m¨¢s espectacular¡±.
As¨ª entraba en meta o dan¨¦s! Espect¨¢culo no Castelo ???? #OGC23 pic.twitter.com/djFnAT8eMa
— O Gran Cami?o (@ograncamino_igt) February 25, 2023
Y unos minutos despu¨¦s, como por arte de magia, siete Tours se re¨²nen en el tablado en una aldea remota y dura de Galicia, ante un paisaje que parece ajeno, lejano, cicatrices del incendio forestal que quem¨® bosques y aldeas en verano cubiertas de blanco, blanca nieve, y parece la Polonia o la Rusia de viejas pel¨ªculas en blanco y negro, y sombras de ciclistas de colores por un camino, subiendo al Alto, en el que a veces se distinguen huellas de grava y brea antiguas. Los cinco de Indurain se suman al de ?scar Pereiro, uno de los promotores de la carrera, y al de Vingegaard, que minutos antes ha ganado, de amarillo, como gan¨® en Hautacam el pasado Tour, y lo celebra casi t¨ªmido, cari?oso, enviando sin m¨¢s dos besos al aire, uno para su Trine, otro para Frida, su hijita, y no levanta ni un brazo, ganador, solo, despu¨¦s de que un compa?ero suyo h¨²ngaro, llamado apropiadamente Attila y apellidado Valter, exterminara el pelot¨®n, reduci¨¦ndolo a su Jonas y a dos m¨¢s, el portugu¨¦s Ruben Guerreiro y el guipuzcoano Ion Izagirre. A 1.500 metros se aparta el campe¨®n h¨²ngaro, su maillot tricolor, blanco, rojo, verde, y Vingegaard cambia el ritmo, y se va. Le persiguen el portugu¨¦s y el vasco, a su ritmo, para no quemarse, y parece m¨¢s fuerte Izagirre, y es m¨¢s desgraciado, pues en una peque?a cuesta abajo, peligrosa curva, patina y se cae. Y en la meta llora y Vingegaard, apenado, se acerca a consolarle, casi sufriendo el dolor del vasco tambi¨¦n en su cuerpo.
En el podio da un sorbo a una botella de godello espumoso y recibe un arbolito, un Carvalho (roble), con cada maillot con que le visten, amarillo, azul, verde, monta?a, puntos, que pide que se planten en el bosque quemado para ayudar a su repoblaci¨®n. ¡°Me han contado lo del incendio y me ha dado mucha pena, qu¨¦ paisajes m¨¢s soberbios¡±, dice. ¡°Sufr¨ª m¨¢s que en el viacrucis del viernes. El d¨ªa fue m¨¢s fr¨ªo, m¨¢s duro, y la subida final m¨¢s dura. No me encontr¨¦ muy a gusto, pero como hab¨ªa decidido ir a ganar la etapa tuve que ir a por ella. Que bien que gan¨¦¡±.
Es la historia de O Gran Cami?o 2023, una carrera en la que se habla tanto de ganadores del Tour y de su futuro y el goce de ver a uno de ellos disputar en su tierra como si le fuera la vida en ganar, como se habla de la nieve que cay¨® por la noche y del miedo de algunos equipos, de su exigencia de recortar la etapa, de suprimir dos pasos por Santa Mari?a, el llamado mortiroli?o gallego, tan dura es la monta?a es como el puerto italiano, pero en versi¨®n abreviada. Y m¨¢s salvaje, como cuenta el triatleta Iv¨¢n Ra?a, de visita en la salida de Esgos, donde la nieve asusta a los ciclistas, y el fr¨ªo, y la etapa se reduce a 123 kil¨®metros, poco m¨¢s de tres horas pedaleando, y a un repecho final. ¡°Me encuentro muy bien de forma¡±, repite el dan¨¦s. ¡°Espero poder estar as¨ª en la Par¨ªs-Niza, dentro de dos semanas, que intentar¨¦ ganar tambi¨¦n¡±. En el cami¨®n de meta, los t¨¦cnicos de serigraf¨ªa estampan el nombre su equipo, Jumbo, en el buzo para la contrarreloj final, en Santiago, 18 kil¨®metros. Parece un buzo de ni?o peque?o. ¡°Y es m¨¢s grande de lo que ¨¦l quiere¡±, dicen los estampadores. ¡°Nos hab¨ªa pedido una talla XXS, y no tenemos¡±.
En las calles de A R¨²a, a 20 kil¨®metros de Rubi¨¢, pasquines pegados en las paredes anuncian que se exhibe As Bestas en el cine, y poco despu¨¦s el pelot¨®n pasa rozando Santoalla do Monte, la aldea, casi una ruina, en la que la tragedia sucedi¨®. Terminada su conversaci¨®n con Trine, Vingegaard se guarda el tel¨¦fono en el bolsillo y mientras sigue pedaleando se acerca a charlar con ¨¦l Ezequiel Mosquera, el inventor de O Gran Cami?o. ¡°Me ha dicho que le encanta la carrera, que est¨¢ disfrutando mucho¡±, cuenta Mosquera. ¡°Y que contemos con ¨¦l para el a?o pr¨®ximo, que quiere volver¡±.
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