Arsenio, ?qu¨¦?
El estadio de Riazor despide al mito del deportivismo con una capilla ardiente montada en la zona de vestuarios desde la que contribuy¨® a hacer grande al club entre retrancas, filosof¨ªa de vida y un f¨²tbol basado en el orden y el talento
¡°Arsenio, ?qu¨¦?¡±. La pregunta total se invent¨® en A Coru?a y la respond¨ªa como nadie Arsenio, que a partir de ah¨ª desgranaba su ideario. O no. ¡°?Qu¨¦ de qu¨¦?, Benito, ?qu¨¦ de qu¨¦?¡±, le replic¨® en una de esas a Benito Cores, el reportero de la Televisi¨®n de Galicia que segu¨ªa al equipo cuando trataba de dar el salto a Primera Divisi¨®n. La retranca difiere de la iron¨ªa en que una genera simpat¨ªa y la otra tensiones. A Arsenio le gustaba enrocarse en la primera. Claro que a veces era m¨¢s directo, como cuando desment¨ªa la leyenda que germin¨® durante a?os y que apuntaba a que en su primer partido con el Deportivo le marc¨® un gol a Ramallets y a continuaci¨®n le pidi¨® perd¨®n. La diana la hizo, aunque algunas cr¨®nicas de la ¨¦poca se la atribuyen a otro compa?ero, pero lo de la disculpa ya se preocupaba ¨¦l de que no colase. ¡°Soy aldeano, s¨ª, pero no tonto¡±, explicaba. Ya en 1951, el a?o de su estreno con el Deportivo, dec¨ªan que su mejor cualidad era el dribling.
La noche de este viernes, y bajo la lluvia, se teji¨® una larga fila de seguidores deportivistas, de coru?eses que se apostaron ante el estadio de Riazor para rendir su ¨²ltimo homenaje a Arsenio Iglesias. El desfile continu¨® en la ma?ana de este s¨¢bado, horas antes de que el Deportivo reciba al Alcorc¨®n en un duelo clave por el ascenso a Segunda Divisi¨®n. El campo estar¨¢ abarrotado: hace varios d¨ªas que se agotaron las entradas. Que algo as¨ª ocurra en el peor momento futbol¨ªstico de la historia del club s¨®lo se puede entender a partir de la aportaci¨®n de figuras como la de Arsenio. El club blanquiazul, que tiene un departamento de imagen y puesta al d¨ªa de su archivo y memoria hist¨®rica siempre atento a los detalles, arm¨® en tiempo r¨¦cord una capilla ardiente en la zona que da acceso desde los vestuarios al c¨¦sped. En el banquillo del Deportivo luc¨ªan varias coronas de flores y una lona con la imagen del mito fallecido y una referencia al lugar y a?o de su nacimiento, ¡°Arteixo, 1930¡å. Imposible ponerle fecha a la muerte de una leyenda.
¡°Mi padre siempre dijo que tampoco hab¨ªa hecho tanto como para recibir esto, pero algo debi¨® de hacer¡±, reflexion¨® Pablo, el m¨¢s joven de sus cuatro hijos. Cerca de ¨¦l estaba Emilio Butrague?o, que en esta ocasi¨®n era algo m¨¢s que el responsable de relaciones institucionales del Real Madrid. Fue rival sobre el campo y no estuvo a sus ¨®rdenes porque unos pocos meses antes de la llegada de Arsenio a la casa blanca, tom¨® una salida hacia el Atl¨¦tico Celaya mexicano. ¡°Su talante conciliador, humilde y respetuoso personifican mucho los grandes valores del f¨²tbol¡±, glos¨®. Talante le sobra al Real Club Celta, que envi¨® a Riazor, ausente su presidente Carlos Mouri?o que estaba de viaje en el extranjero, a toda su plana mayor, a una representaci¨®n de exjugadores y a Kevin V¨¢zquez, uno de los capitanes del equipo. Fue entonces cuando brot¨® el recuerdo del respeto reverencial que ten¨ªa la afici¨®n celeste por el emblema deportivista.
El rosario de recuerdos y an¨¦cdotas en torno a Arsenio se sucedieron en los corrillos. Imprescindibles para entender su figura. Incluso su hijo Pablo se hab¨ªa animado recientemente a desvelar en un n¨²mero especial de la revista Panenka algunas de ellas, como la surreal conversaci¨®n en la puerta del vetusto campo de Las Llanas con la familia de un futbolista vasco al que nunca alineaba. ¡°Es que este a?o somos muchos¡±, se disculp¨® cuando escuch¨® el reproche. ¡°Pues nada, hombre, a¨²pa y a ascender¡±, zanj¨® uno de los vascos. Y ascendi¨®. Otros episodios semejan ap¨®crifos, como aquel que se relata sobre un mal momento en un partido y la consulta de uno de los jugadores sobre qu¨¦ hacer. ¡°Ide cagar (Id a cagar)¡±, habr¨ªa contestado el t¨¦cnico. ¡°Dice que a atacar¡±, traslad¨® el futbolista a sus compa?eros. Ganaron el partido.
Pero el mejor retrato sobre ¨¦l lo traz¨® el periodista Xos¨¦ Hermida en Arsenio, el f¨²tbol del brujo. Se trata de una obra imprescindible publicada en septiembre de 1995, poco despu¨¦s de ganar el primer t¨ªtulo de la historia del Deportivo, una Copa del Rey que alz¨® cuando el club ya hab¨ªa presentado a John Toshack como su reemplazo. ¡°La derrota es m¨¢s humana¡± explicaba Arsenio, al que sus cr¨ªticos le acusaban de defensivo en sus planteamientos: ¡°Puede que sea un conservador, lo que no soy es un atolondrado¡±, matizaba.
Hubo un tiempo en el que la grada de Riazor vapuleaba a Arsenio. En 1991, hastiado por la presi¨®n que supuso pelear el ascenso en un contexto en el que el equipo no era capaz de carburar en los partidos a domicilio, decidi¨® apartarse del banquillo una vez conseguido el objetivo. Parec¨ªa el final. Ya entonces la nueva ola de seguidores que llegaba al estadio hab¨ªa conectado con aquel se?or canoso en el que identificaban valores como la nobleza, la prudencia y la retranca. Y que constru¨ªa equipos s¨®lidos que jugaban muy bien al f¨²tbol bajo una se?a de identidad irrenunciable, ¡°orden y talento¡±. Quiz¨¢s su mayor triunfo en el Deportivo fue el de virar de la incomprensi¨®n de aquel sector a?ejo de la grada al afecto de una nueva ola abanderada por unos Riazor Blues que se forjaron a finales de los ochenta viendo jugar a sus equipos y con un lema definitorio: ¡°No somos ultras, somos divertidos¡±. ¡°Nadie sabe lo que siento por esos neni?os, cuando los veo por Espa?a adelante, descamisados, siempre detr¨¢s del equipo¡¡±. Varios de ellos acudieron este viernes a Riazor a presentar sus respetos.
Por eso cuando el equipo grip¨® en sus primeros meses de vuelta a Primera tuvo que descolgar el ch¨¢ndal (apenas la parte de arriba, que sol¨ªa conjuntar con un pantal¨®n de tergal) y abocarse a una ag¨®nica promoci¨®n en el campo del Betis. All¨ª acab¨® abrazado al central uruguayo Mart¨ªn Lasarte en una conversaci¨®n memorable que document¨® una c¨¢mara a pie de campo. ¡°?Qu¨¦ alegr¨ªa, Mart¨ªn, que alegr¨ªa. Cu¨¢nto he sufrido, Dios m¨ªo. Cre¨ª que me mor¨ªa, Dios m¨ªo!¡±, exclam¨®. El ¡°Cu¨¢nto he sufrido, Mart¨ªn¡± es el santo y se?a de varias generaciones de deportivistas, el retrato de una afici¨®n, casi que de un modo de vida. ¡°Hay que saber mirar atr¨¢s, tener cuidado, saber de donde vienes¡±, explicaba Arsenio.
Fue ¨²nico, en eso estaban de acuerdo todos los que desfilaron en Riazor para despedirse de Arsenio. Insist¨ªa en que su segundo apellido era Pardo, ¡°no Pardillo¡±. Cuando empez¨® en el f¨²tbol le gustaban Panizo y Zarra, pero acab¨® rendido a Fran, Bebeto y Mauro Silva, a los que designaba como los mejores futbolistas a los que hab¨ªa entrenado. Hace ya casi treinta a?os que esa respuesta la busc¨® en la sala de prensa de Riazor un periodista llegado de Madrid. El hombre le pregunt¨® si aquel Deportivo era el mejor equipo que hab¨ªa entrenado. Arsenio fue meridianamente claro: ¡°A lo mejor s¨ª, a lo mejor no¡±.
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