Vingegaard-Pogacar, el duelo que no cesa ni el d¨ªa de descanso del Tour de Francia
El dan¨¦s, maillot amarillo con 17s de ventaja, y el esloveno se citan para seguir golpe¨¢ndose el fin de semana pr¨®ximo en el Jura y en los Alpes
El Tour, tiovivo de las emociones. Pogacar, el profeta de la locura, habla como un viejo fil¨®sofo de la sensatez; Vingegaard busca el golpe audaz.
Tanto tiempo tanta igualdad, tantos combates, ha generado entre los dos contendientes del Tour el deseo, la necesidad, de convertirse en el otro para as¨ª derrotarle. El imprevisible Pogacar quiere ser Vingegaard, calculador, seguro. El cauteloso Vingegaard quiere ser Pogacar audaz, sin miedo al fracaso.
¡°Creo que mantenemos una hermosa rivalidad aqu¨ª Jonas y yo¡±, dice Pogacar. ¡°El Tour pasado fue uno de los mejores de la historia y este, solo en la primera semana han pasado un mont¨®n de cosas. Nos lo pasamos muy bien. Nos lanzamos bombas todos los d¨ªas. Una etapa gana uno, otra el otro. Una buena competici¨®n. Por supuesto, creo que ahora estoy yo mejor, pero Jonas no est¨¢ acabado¡±. Haciendo saber que uno no ser¨ªa lo que es si el otro no existiera, dos mitades de una sola identidad, una existencia, campe¨®n de Tour, Vingegaard completa la frase: ¡°Menos mal que est¨¢ Tadej para hacer esto divertido. Viendo que el tercero [Hindley] est¨¢ ya a 2m 40s, si no fu¨¦ramos dos d¨¢ndonos esto no ser¨ªa un Tour muy divertido de ver¡±.
En la carretera el cambio es visible; en la sala de prensa a¨²n no. Mientras Pogacar contesta siempre feliz, despreocupado, vivo y descriptivo, ese estilo de sinceridad, Vingegaard sigue mirando desconfiado por si detr¨¢s de cada pregunta una emboscada embozada se oculta, le cuesta esconder su exasperaci¨®n ante las preguntas que cree capciosas, responde sarc¨¢stico y el d¨ªa de descanso env¨ªa a los medios la grabaci¨®n de una entrevista que le hace su televisi¨®n, la TV2 danesa, y el resto, mudez in¨¦dita en un maillot amarillo, siempre obligado a someterse a la prensa.
Pogacar, en cambio, sonriente y profundo, due?o de una madurez inesperada a los 24 a?os, explica a la hora de la siesta la importancia de orinar en buen momento y siempre acompa?ado en la cuneta, nunca solo, y lo duro que es tener ganas cuando las piernas est¨¢n vac¨ªas y llegan los momentos duros, y responde profundo sobre el miedo que le agobia descendiendo a 90 por hora en medio del pelot¨®n una cuesta el d¨ªa siguiente de la ca¨ªda de su novia, Urska Zygart, en el Giro de Italia. ¡°Bajas pensando que cualquier cosa puede pasar y todo puede irse a la mierda¡±, dice. ¡°Es nuestro trabajo, pero a veces piensas si merece la pena correr ese riesgo¡±.
El Tour es el escenario de un intento de intercambio de personalidades que enriquece el duelo, incrementa su suspense y que el fin de semana que se acerca, el del puente franc¨¦s del 14 de julio, fuegos artificiales y bailes en la plaza del pueblo, pasada la media monta?a del Averno y el Beaujolais, territorio de calor, fermentaci¨®n y marinado de voluntades y fuerzas, pondr¨¢n a prueba definitivamente tres etapas de gran monta?a, Jura y Alpes. Grand Colombier, Joux Plane, Mont Blanc. Aperitivo. Plato principal. Postre. Viernes, s¨¢bado, domingo. Tres etapas cortas. Un solo puerto el viernes; intensa de subidas el s¨¢bado; m¨¢s digerible el domingo.
¡°Esas son mis etapas¡±, repite Vingegaard. ¡°Ah¨ª se decidir¨¢ el Tour. En el Puy de D?me solo tuve un mal d¨ªa, pero supe moderar la p¨¦rdida, pero a¨²n no he alcanzado mi mejor punto de forma. Las subidas largas, de una hora, como se vio el primer d¨ªa de Pirineos en Soudet, me van mejor a m¨ª, son mi terreno. Y, claro, tenemos un plan para derrotar a Tadej¡±. Y podr¨¢ recordar el dan¨¦s c¨®mo Pogacar gan¨® su Tour del 21 en los Alpes con un ataque largu¨ªsimo hacia el Grand Bornand y c¨®mo ¨¦l mismo gan¨® el Tour pasado convirtiendo el Galibier y el Granon, un ataque colectivo de larga distancia, en el escenario de una de las mejores etapas de la historia centenaria de la carrera. En 2022, Pogacar lleg¨® con 39s de ventaja sobre Vingegaard al primer d¨ªa de descanso, v¨ªspera de los Alpes. Este a?o, son 17s los que le saca el dan¨¦s a ¨¦l.
Y como si el duelo sobre la bici debiera continuar en teleconferencia, y saltan chispas tambi¨¦n, chispas amigables, claro, esto es un juego, Pogacar le responde: ¡°Ya veremos en los Alpes a qui¨¦n le va mejor. Me gustan las etapas de los Alpes. Las conozco bien. Y cada a?o mejoro en las subidas largas, y resisto mejor el calor¡ Ya s¨¦ que los Jumbo tendr¨¢n pensada ya la etapa en la que querr¨¢n hundirme como el a?o pasado, pero estoy preparado para todas sus t¨¢cticas. Para nada estoy preocupado. De hecho, he corrido tan poco este a?o que llego m¨¢s fresco, y tendr¨¦ que estar mejor a¨²n en la ¨²ltima semana¡±. Pogacar, quiz¨¢s no ingenuamente, repite el discurso de Vingegaard, responde al sarcasmo del dan¨¦s que, el domingo, cuando le preguntan si cree que Pogacar como ¨¦l va a ir a m¨¢s seg¨²n pase el Tour, responde cortante, ¡°no s¨¦, preguntadle a ¨¦l¡±, pero su Jumbo le cuida ese flanco y alimenta su seguridad haci¨¦ndole saber sus preparadores que seg¨²n sus c¨¢lculos, el Pogacar que vol¨® en el Puy de D?me (18,2 por hora de media en los ¨²ltimos cinco kil¨®metros, lo duro, 400 metros a la hora m¨¢s r¨¢pido que Vingegaard) es el mejor Pogacar que se conoce, los mejores vatios, as¨ª que, concluyen, ser¨¢ dif¨ªcil que mejore. ¡°Pero c¨®mo pueden llegar a esa conclusi¨®n si no lo saben todo de m¨ª, no saben lo que peso, si no tienen mis datos de entrenamientos¡¡±, responde el esloveno. ¡°Fueron buenos n¨²meros, pero pueden ser mejores¡±.
Pasadas las etapas vascas, los repechos duros, Pike, el hermoso Jaizkibel, donde Pogacar fue el Pogacar salvaje de siempre ¨Cle urg¨ªa demostrar que las noticias de su mala forma por la mu?eca rota en abril eran exageradas; le urg¨ªa asustar a Vingegaard¨C, derrochador y sprinter, y se embols¨® una ventaja de 15 segundos en bonificaciones, y Vingegaard el Vingegaard a la espera de siempre, entre Soudet y Marie Blanque, los primeros Pirineos, Vingegaard fue Pogacar: al dan¨¦s y a su Jumbo le urg¨ªa poner a prueba cuanto antes la capacidad del esloveno, corto de preparaci¨®n, en los puertos largos. Vingegaard atac¨® de lejos, a la eslovena. El ensayo fue un ¨¦xito. Pogacar cedi¨® m¨¢s de un minuto. Igual que despu¨¦s del Puy de D?me pocos apuestan por la victoria final de Vingegaard, amarillo a¨²n, pero amarillo p¨¢lido, seg¨²n L¡¯?quipe, en Laruns, al final del descenso del Marie Blanque, no hubo quien no recomendara a Pogacar que se olvidara de ganar su tercer Tour. Esa noche fue la decisiva. Al d¨ªa siguiente, tras seguir la rueda de Vingegaard, que persistiendo en su nuevo h¨¢bito lejano atac¨® en el Tourmalet, esper¨® hasta cuatro kil¨®metros pasado Cauterets para responderle. Y en el Puy de Dome, m¨¢s paciente a¨²n, solo respondi¨® al tren acelerado del dan¨¦s a falta de 1.500 metros. Ambos d¨ªas alab¨® su inteligencia, su cautela, su saber esperar para no tener que lamentarlo, ¨¦l, que representaba en 2020 la temeridad de los zoomers para los que no existe el futuro y el presente es una l¨ªnea tenue que, zas, pasa volando.
¡°He corrido ya tres Tours [dos veces primero, una vez segundo] y en cada uno de ellos he ganado experiencia. Es bonito ganar, como hice en 2021, con un ataque de 50 kil¨®metros solo, pero hay que saber que un Tour son tres semanas y cada d¨ªa pasa factura el esfuerzo del d¨ªa anterior. En una carrera de tres semanas hay que correr con la cabeza. No vale para nada un ataque loco de un d¨ªa¡±, dice Pogacar, que luego ironiza contra el t¨®pico de m¨¢s conservador, m¨¢s viejo. ¡°Quiz¨¢s me est¨¦ haciendo viejo, s¨ª. Es mi ¨²ltimo a?o con el maillot blanco [el de mejor joven], as¨ª que s¨ª, estoy en el l¨ªmite¡±.
¡°No s¨¦ si he cambiado¡±, dice Vingegaard. ¡°Solo trato de hacerlo todo lo mejor posible y no pensar en lo que pueda pensar de m¨ª la gente o en las historias que pueda contar la prensa. Solo trato de concentrarme en la carrera. Y creo en m¨ª¡±.
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