Goles de museo
Masats dedic¨® su carrera como fot¨®grafo profesional a los t¨®picos y los ritos y no hay uno m¨¢s puntual y arraigado que el f¨²tbol


Una sotana volando; dos dedos rozando el bal¨®n; seis hombres que observan, expectantes, la sombra perfecta de un portero debajo de un aspirante a cura, y un fot¨®grafo inmenso haciendo de red, capturando un instante cargado de belleza, misterio e iron¨ªa: un gol, el del seminarista Mariano Enamorado a su compa?ero Lino Hern¨¢ndez. La imagen fue tomada por Ram¨®n Masats un mes de marzo de hace 64 a?os. Su autor, fallecido hace unas semanas, a los 92, admiti¨® que le hab¨ªa ¡°cogido man¨ªa¡± a la foto, que hoy forma parte de la colecci¨®n del MoMA de Nueva York. Era la favorita, la m¨¢s reconocida entre el p¨²blico, y eso provocaba que siempre se hablase de ella, es decir, que se hablase menos de las dem¨¢s.
Zinedine Zidane, autor de uno de los goles m¨¢s hermosos de todos los tiempos, una volea de museo ante el Bayern Leverkusen en la final de Champions de Glasgow (2002), ha dicho en alguna ocasi¨®n que su favorito no es ese, sino uno que marc¨® en un amistoso contra Noruega en el que recibe de espaldas y se pone a bailar delante de un portero desahuciado. El de Roberto Carlos tampoco es el que anot¨® contra Francia despu¨¦s de hacer que el bal¨®n frenara en el aire y cayera como una hoja seca dentro de la red, sino un tanto contra el Tenerife en el que el esf¨¦rico hizo tantas cabriolas buscando la porter¨ªa que parec¨ªa llevar un control remoto dentro. ¡°No s¨¦ ni lo que hice¡±, resumi¨® el brasile?o. Es bueno el truco de sugerir otros goles, otras fotos¡ porque despierta la curiosidad, que ahora se mata en Google. Son, efectivamente, dos jugadas extraordinarias, una de 1998 y la otra de 1997. Tambi¨¦n Masats le ten¨ªa especial cari?o al reportaje de los Sanfermines (1956) porque lo hizo al principio de su carrera: ¡°Estaba prob¨¢ndome a m¨ª mismo¡±... El fot¨®grafo titul¨® Contra la nostalgia una exposici¨®n recopilatoria, pero como en casi todo, los mejores recuerdos corresponden a los comienzos, cuando a¨²n no sabemos todo lo que somos capaces de hacer.
Muchos a?os despu¨¦s, Masats se reencontr¨® con el seminarista, ya un veterano sacerdote. El autor del gol, Enamorado, -qu¨¦ gran nombre para la espalda de una camiseta-, tir¨® por otro lado: se hizo empresario, se cas¨®, tuvo hijos... Hern¨¢ndez, como el resto del mundo, apreci¨® la belleza de la instant¨¢nea, pero lament¨® que fuera, precisamente, del tanto que no logr¨® parar en la tanda de penaltis. Para compensar, Ernesto Valverde, que adem¨¢s de entrenador es fot¨®grafo, dir¨ªa en el documental El ojo ir¨®nico (TVE) que lo hubiese fichado como portero. Si pod¨ªa estirarse de esa manera embutido en aquella pesada sotana, imag¨ªnense en pantal¨®n corto.
¡°Ha ca¨ªdo del cielo¡±, dijo, al ver sus fotos, un cr¨ªtico de la ¨¦poca. En 1999, tras su gran retrospectiva en el C¨ªrculo de Bellas Artes, Massats empez¨® a alejarse de la fotograf¨ªa. ¡°Ya no la tengo en mi cabeza, es como cuando pierdes la fe¡±, explic¨®. La vocaci¨®n decay¨®, pero antes el gran fot¨®grafo de los t¨®picos y los ritos -y no hay uno m¨¢s puntual y arraigado que el f¨²tbol- encontr¨® siempre la f¨®rmula para transmitir su personalidad y talento en cada imagen, con una mirada ¨²nica capaz de transformar lo cotidiano en algo diferente. Jugaban los seminaristas con sotana en ¡°el recreo¡± a ser hombres libres y jugaba Masats, en plena dictadura, a desafiar los lugares comunes, todo aquello que deb¨ªa estar atado y bien atado, como su sitio en el puesto familiar de venta de pescado, invent¨¢ndose un oficio que entonces pr¨¢cticamente no exist¨ªa, el de fot¨®grafo profesional. No existe mayor rasgo de libertad que ese: dedicarse a lo que a uno le gusta. Es lo m¨¢s parecido a dominar el tiempo, como ese bal¨®n obediente que se detiene antes de caer.
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