Leticia Romero quiere reinar tambi¨¦n en la Liga y ante el Perfumer¨ªas
La base del Valencia Basket se form¨® en un peque?o pueblo de Gran Canaria donde solo jugaban los ni?os, brill¨® en la liga universitaria estadounidense y ahora persigue el t¨ªtulo liguero
Cuando Leticia Romero (Ag¨¹imes, Gran Canaria; 28 a?os) lleg¨® a Valencia en 2019, Rub¨¦n Burgos, su entrenador, a¨²n no conoc¨ªa demasiado el mercado y, la verdad, no sab¨ªa muy bien qui¨¦n era. ¡°Pero la vi el primer d¨ªa y me qued¨¦ flipado: era buen¨ªsima¡±. Luego se rompi¨® la rodilla, tuvo que recuperarse, esperar a la sombra de Cristina Ouvi?a, la base titular, que estaba en un momento de forma excepcional, y su momento no llegaba. La temporada pasada ya brill¨®, pero ha sido esta en la que se ha confirmado como una base con una clase extraordinaria. En la Copa de la Reina, en Huelva, sali¨® como campeona y MVP, y esta noche (20.30 horas) empieza en Salamanca, en el ruidoso W¨¹rzburg, el pabell¨®n del Perfumer¨ªas Avenida, una repetici¨®n de la final de la Liga Femenina del a?o pasado. El domingo ser¨¢ el segundo partido en Valencia. Y si fuera necesario un desempate, regresar¨ªan a Salamanca el siguiente jueves para saber si el Valencia Basket completa el ¡®triplete¡¯ tras ganar la Copa y la Supercopa, o si el equipo charro recupera la corona.
Mucho antes que Rub¨¦n Burgos la descubri¨® Domingo D¨ªaz, un hist¨®rico del baloncesto canario y espa?ol, el entrenador que la hizo debutar en la Liga Femenina, con el CB Islas Canarias, con solo 15 a?os. Una ni?a prodigio que ven¨ªa de Ag¨¹imes, un pueblo chico del sureste de Gran Canaria, con su zona de playa y pegado a un barranco, donde su padre, Domingo, trabajaba como maestro y su madre, Luisa, como empleada de banca. De ¨¦l hered¨® la proverbial calma canaria. ¡°Nunca la vi nerviosa. Yo me acuerdo que el d¨ªa que debut¨® con las absolutas, la vi por la tele y no not¨¦ diferencia a cuando jugaba con las j¨²nior o las cadetes. No se puso nerviosa¡±, rememora su padre. De su madre cogi¨® el control de los n¨²meros y las finanzas, y hoy se sienta con sus compa?eras de equipo y les aconseja para que inviertan bien su dinero.
Su progresi¨®n fue mete¨®rica. A los 15 ya estaba entre las mejores. Al a?o siguiente ya se bat¨ªa con las bases norteamericanas en una competici¨®n continental, la EuroCup. Gan¨® medallas en todas las categor¨ªas con la selecci¨®n espa?ola, una ascensi¨®n que coron¨® con el triunfo en un Europeo U20 en el que fue elegida MVP. En aquella ¨¦poca ya se dejaban caer por el pabell¨®n algunos ojeadores de las universidades estadounidenses. Su talento, su habilidad con el bal¨®n, su buen tiro, empezaban a hacer mucho ruido.
Todo eso lleg¨® muy pronto, aunque su padre intent¨® no acelerar su formaci¨®n. ¡°A ella siempre le gustaron los deportes de pelota. Viv¨ªa en un pueblo peque?o y en baloncesto solo hab¨ªa chicos. En el f¨²tbol s¨ª hab¨ªa un par de chicas y la apunt¨¦. Pero luego pens¨¦ que en la isla ni en Canarias hab¨ªa equipo de chicas, as¨ª que no ten¨ªa futuro y la llev¨¦ a las escuelas deportivas para que jugara al baloncesto. Era la ¨²nica ni?a y jugaba con los ni?os, pero le daban el bal¨®n y no pod¨ªan con ella¡±, detalla su padre.
Jos¨¦ Miguel Valent¨ªn, su entrenador, fue providencial en sus inicios. Un antiguo jugador que vio el talento de aquella chiquilla y se volc¨® para ayudarla. ¡°Se qued¨® asombrado con su control del bal¨®n. Y yo tambi¨¦n, la verdad. En el Ag¨¹imes ya fue a la selecci¨®n nacional U12. Era la primera ni?a del pueblo que iba a una selecci¨®n espa?ola de lo que fuera¡±, explica Domingo Romero.
En la capital, Mingo D¨ªaz ya le hab¨ªa echado el ojo e insist¨ªa para que fuera con ellas. Pero Valent¨ªn prefer¨ªa no correr. Hasta que ocurri¨® una desgracia. Quince d¨ªas despu¨¦s de haber sido seleccionada, su entrenador falleci¨® en un accidente de tr¨¢fico. ¡°La ni?a se qued¨® hecha polvo¡±, recuerda su progenitor. Aquella tragedia precipit¨® el salto a Las Palmas. Todas las tardes, al salir de clase, Domingo cog¨ªa a la ni?a y se iba a la capital. ¡°Eran solo 30 kil¨®metros, pero 30 kil¨®metros en una isla son una pasada. Carreteras estrechas, atascos, curvas.¡ Entrenaba en su categor¨ªa y la superior. Siempre fue as¨ª. Yo la dejaba en la cancha y me iba a pasear¡ Todos los d¨ªas. Fue un sacrificio, la verdad¡±.
Ni los padres ni la hija se permitieron un descuido en los estudios. Leticia era una alumna muy aplicada que acab¨® el Bachiller, jugando ya en la ¨¦lite, con matr¨ªcula de honor.
Antes lleg¨® su debut. En algunos partidos, contra rivales plagados de estrellas como el Ros Casares, se enfrentaba a ellas y al acabar el partido, sal¨ªa de la cancha y cog¨ªa a Amaya Valdemoro, Elisa Aguilar o Laia Palau, y les ped¨ªa una foto con ellas.
Luego lleg¨® el salto a la NBA. Domingo y Luisa, sus padres, viajaron con Leticia a Estados Unidos y la ayudaron a decantarse por Kansas State. ¡°La entrenadora, que hab¨ªa sido base de la selecci¨®n de Estados Unidos, la entend¨ªa y la ayudaba mucho. Pero acab¨® la temporada y prescindieron de todo el staff. Leticia, que hab¨ªa ido por ella, quiso marcharse. Fue complicado. Tuvo que buscarse un abogado e ir a juicio porque la universidad no le daba el transfer para jugar en Florida State. Parec¨ªa que no lo iba a lograr y se compr¨® un billete para volver a Espa?a. Unas horas antes, la avisaron de que ten¨ªa el tr¨¢nsfer y se march¨® a Florida. Vaya cambio. De -22? a un clima que se parec¨ªa al de Canarias¡±.
Leti Romero promedi¨® grandes n¨²meros en la NCAA y eso hizo que saliera en el puesto 16 del draft de la WNBA, el m¨¢s alto de una jugadora espa?ola hasta que su compa?era Raquel Carrera fue elegida en el ¡®pick¡¯ 15. El primer a?o no pudo jugar, pero al a?o siguiente debut¨® en la WNBA con los Dallas Wings.
Ahora se concentra en ganar su s¨¦ptimo t¨ªtulo con el Valencia Basket y luego espera ir con la selecci¨®n espa?ola a los Juegos de Par¨ªs. Una carrera plagada de ¨¦xitos. Aunque su padre, que pasea a ¡®Coco¡¯, el chihuahua de Leti, cuando est¨¢ en Valencia, tiene otras prioridades. ¡°Lo primero es ser buena persona. Y creo que Leticia lo es¡±.
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