Silvia Vidal, hito en el alpinismo espa?ol
La escaladora catalana recibe una menci¨®n especial de los Piolets de Oro, el mayor premio en el mundo de la monta?a
Mientras Netflix estrenaba este lunes el documental sobre el periplo que llev¨® al nepal¨¦s Nirmal Purja a escalar los 14 ochomiles del planeta en apenas siete meses de frenes¨ª, el mundillo del alpinismo entregaba sus Piolets de Oro, el m¨¢ximo galard¨®n al que puede aspirar un alpinista. Y ya es bastante decir que Nirmal Purja nunca ha sido siquiera nominado a unos premios creados hace 30 a?os y que en esta ocasi¨®n conceden una menci¨®n especial a la catalana Silvia Vidal (Barcelona, 50 a?os) por su trayectoria. Ser¨¢ la primera vez que un alpinista espa?ol merezca semejante reconocimiento.
Silvia Vidal no tiene igual ni aqu¨ª ni en el resto del globo: escala grandes paredes remotas en solitario, en absoluta autosuficiencia, lejos de todos y de todo. Si bien es cierto que el alpinismo que retiene la atenci¨®n de los Piolets de Oro premia el estilo ligero, la velocidad o la ¨¦tica del hacer m¨¢s con menos, el jurado de los mismos no olvida que en el ejercicio de escalar monta?as la exploraci¨®n, el aislamiento y el compromiso absoluto son valores fundamentales, pilares que siempre han vestido esta actividad. Para sus ascensiones en roca, Vidal emplea la t¨¦cnica de escalada en artificial, es decir, que coloca un seguro (pitones, fisureros, empotradores de levas, plomos, etc.) en una fisura o debilidad de la pared, se cuelga de ¨¦l y se a¨²pa para colocar otro y as¨ª ganar altura. Un trabajo laborioso, lento, preciso y agotador.
En consecuencia, Vidal no viaja ligera, no escala r¨¢pido, pero en estas dos ¨²ltimas d¨¦cadas pocos han demostrado mayor compromiso con la aventura en may¨²sculas, ese tipo de experiencias tan radicales y aut¨¦nticas que Netflix nunca podr¨¢ ofrecer. En el caso de la catalana no hay helic¨®pteros para llegar a la base de la pared, o para salir de ella. No hay porteadores. No hay compa?ero. No hay tel¨¦fono v¨ªa sat¨¦lite, ni radio, ni previsi¨®n meteorol¨®gica. De hecho, en su d¨ªa a d¨ªa carece incluso de tel¨¦fono m¨®vil.
La soledad bien elegida es su ¨²nica compa?era y la lista de sus vivencias es casi estremecedora. Por ejemplo: en 2012, para abrir la ruta Espiadimosis en la Serran¨ªa Avalancha (Chile), Vidal permaneci¨® 32 d¨ªas colgada en la pared. En 2017, para poder escalar en Alaska tuvo que recorrer 540 kil¨®metros a pie llevando cargas a su espalda durante un total de 36 d¨ªas para luego vivir 17 d¨ªas en la pared. Mide poco m¨¢s de metro sesenta y su peso no alcanza los 50 kilos. M¨¢s: en 2020, despu¨¦s de portear su equipo a la espalda durante 16 jornadas, permaneci¨® 33 d¨ªas en la pared hasta abrir Sincron¨ªa m¨¢gica (El Chileno Grande, Chile). As¨ª ha recorrido las paredes del planeta: Per¨², Pakist¨¢n, Canad¨¢, Alaska, Mali¡ persiguiendo una intensidad casi siempre derivada de la incertidumbre.
En el alpinismo, la incertidumbre no mata pero taladra la mente: el hecho de no saber las consecuencias de sus actos, de no saber si seguir es lo correcto o no marca la diferencia entre un buen alpinista y un gran alpinista. Hay que tener una mentalidad especial para decidir lo correcto¡ y m¨¢s a¨²n cuando, caso de Silvia Vidal, ni siquiera puedes debatirlo con un compa?ero. Es el precio a pagar para merecer experiencias ¨²nicas, aventuras en may¨²sculas ahora que todo lleva al confort, a la ligereza y a la fugacidad. As¨ª, cuando Vidal siente esa necesidad de salir al encuentro de s¨ª misma, de vivir la vida con una intensidad diferente, organiza petates y busca un destino que le garantice el aislamiento que persigue. Si algo sale mal, es casi seguro que nadie lo sepa hasta que sea demasiado tarde.
Junto a la menci¨®n especial para Silvia Vidal, un hito para el alpinismo espa?ol, dos actividades han merecido el premio del jurado: la apertura de la ruta Running in the shadows (cara noroeste o del Emperador en el Monte Robson, 3954 m, Rocosas canadienses) a cargo del norteamericano Ethan Berman y el ingl¨¦s Uisdean Hawthorn, as¨ª como la ascensi¨®n de la cara sur del Sani Pakush (6.952 m, Pakist¨¢n), por los franceses Pierrick Fine y Symon Welfringer.
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