Platini: ¡°El f¨²tbol no puede ser un club privado de los poderosos¡±
El expresidente de la UEFA recibe a Le Soir para una amplia entrevista en la que reflexiona sobre la actualidad del f¨²tbol
En un gran hotel situado a orillas del Lago de Ginebra, el excapit¨¢n franc¨¦s y expresidente de la UEFA Michel Platini (Joeuf, Francia, 65 a?os) llega solo. Relajado y sonriente. Lejos de la imagen de un pol¨ªtico del f¨²tbol venido a menos y de un hombre debilitado por largos a?os de procesos judiciales, se muestra abierto a todos los temas. Recibe a Le Soir durante dos horas para dar inicio a la que seguir¨¢ siendo su Eurocopa, un torneo disputado en 10 pa¨ªses y del que ser¨¢ el gran ausente.
Pregunta. ?Tiene raz¨®n de ser que en estos tiempos de pandemia se celebre la Eurocopa?
Respuesta. Primero hay que establecer la cronolog¨ªa de los hechos y situar todo en su contexto. En el 60? aniversario de la Eurocopa quer¨ªa hacer algo relevante con un acontecimiento que deje huella y que, al mismo tiempo, se enmarque en la historia de Europa, que sigue escribi¨¦ndose. Una mezcla de deporte, de pol¨ªtica, de ayuda al desarrollo y de acontecimiento popular. Un torneo que re¨²ne, m¨¢s que una competici¨®n organizada en un pa¨ªs necesariamente rico. Luch¨¦ m¨¢s de un a?o para lograr imponer esta idea. La Euro de las ciudades ha permitido construir o reformar estadios que, sin esta trashumancia nunca habr¨ªan visto la luz. O habr¨ªan seguido igual.
P. Bruselas ser¨¢ la excepci¨®n¡
R. Usted es belga, yo no. Seguro que tiene una opini¨®n m¨¢s precisa que la m¨ªa. Pero s¨ª, la Eurocopa, sin el gran simbolismo de la capital de Europa y de un partido inaugural en Bruselas, me provoca una sensaci¨®n extra?a. Es incluso decepcionante. Fue B¨¦lgica la que decidi¨® no construir ning¨²n estadio, no Platini.
P. ?Hab¨ªa que mantener una Euro que ser¨¢ cualquier cosa menos una gran fiesta popular?
R. Hay que decir que, si no se hubiese aprobado mi proyecto, Italia ¡ªla primera que se vio muy gravemente afectada en la primavera de 2020¡ª se habr¨ªa presentado y hubiese tenido sin duda muchas posibilidades de que se le concediese la organizaci¨®n de un torneo que deb¨ªa celebrarse en junio de ese mismo a?o. No s¨¦ c¨®mo habr¨ªa podido celebrarse en las dram¨¢ticas circunstancias de hace un a?o en las que en B¨¦rgamo se ve¨ªan decenas de ata¨²des esperando en las plazas de las iglesias. Y a gente que no pod¨ªa enterrar a sus muertos de manera decente. ?Intolerable! Hoy en d¨ªa, empezamos a sacar la cabeza del agua en casi todas partes en Europa, y el ambiente es menos angustioso que hace 12 meses. Por t¨ªmida que sea, durante la Euro se va a producir una recuperaci¨®n.
Luch¨¦ m¨¢s de un a?o porque esta Euro contribuyera a la historia de Europa
P. ?Su idea de este torneo no naci¨® de una visi¨®n electoralista, en su condici¨®n de presidente de la UEFA y candidato al mismo cargo en la FIFA? Algo por lo que fue criticado, como cuando modific¨® la Liga de Campeones.
R. En cuanto a la Eurocopa de 2020, no ten¨ªa ninguna necesidad de iniciar una caza de votos, porque acababa de ser reelegido por unanimidad para un tercer mandato como presidente de la UEFA. Simplemente quer¨ªa hacer algo especial para celebrar los 60 a?os de la Eurocopa. No era ninguna t¨¢ctica. Y para cerrar el par¨¦ntesis del tema de la Liga de Campeones que ha abierto, mi principal preocupaci¨®n era la ampliaci¨®n. Como para la Eurocopa. Permitir que los m¨¢s peque?os, esos pa¨ªses que pierden siempre a nivel deportivo u organizativo, vivan el f¨²tbol en un lugar que hasta ahora les estaba prohibido: en el patio de los grandes. Mire ad¨®nde nos llevan casi los proyectos de reforma de las Copas de Europa, a trav¨¦s de la Superliga: a un club privado de los m¨¢s poderosos. Lo siento por ellos, pero no es as¨ª como concibo el f¨²tbol.
P. Desde hace un cuarto de siglo, el discurso mundialista es el mismo, con experiencias m¨¢s o menos afortunadas en nuevos Eldorados (Mundial en Estados Unidos, en Asia o en Qatar) y, finalmente, el epicentro del f¨²tbol sigue siendo Europa. ?La historia se muestra reacia a las innovaciones hasta ese punto?
R. No es una cuesti¨®n de geograf¨ªa, sino de historia. Usted utiliza el t¨¦rmino exacto. Los mejores quieren seguir si¨¦ndolo y quieren ser cada vez m¨¢s ricos. Por tanto, los grandes clubes y los grandes campeonatos hacen todo lo posible para mantener su estatus. Se ha creado la MLS, la Super Liga china y los pa¨ªses del Golfo tambi¨¦n han intentado atraer a grandes jugadores. Al final, todo ocurre en Madrid, en Londres, en Tur¨ªn, en M¨¢nchester, en Barcelona, en Mil¨¢n o en M¨²nich. Ninguna alternativa financiera, ninguna presi¨®n econ¨®mica pueden hacer nada contra eso. Se puede deslocalizar un negocio cl¨¢sico implantando la producci¨®n en el otro lado del mundo, pero el f¨²tbol no.
P. Llegamos a las concesiones tan controvertidas del Mundial de 2018 a Rusia y del de 2022 a Qatar. El origen de sus problemas¡
R. En el momento de votar en mi condici¨®n de presidente de la UEFA, mi razonamiento era sencillo: Europa del Este y Oriente Pr¨®ximo nunca hab¨ªan sido elegidos para organizar un Mundial. Es algo incuestionable, y punto. La decisi¨®n de no cumplir la alternancia entre Europa y Sudam¨¦rica se acept¨® con mucha naturalidad en 2002 con Jap¨®n o Sud¨¢frica en 2010, pero se acept¨® con mucha m¨¢s dificultad con Rusia o Qatar. Al igual que me imagin¨¦ la celebraci¨®n de la Eurocopa en 12 pa¨ªses del Viejo Continente, tambi¨¦n he querido que el Mundial se traslade all¨ª donde nunca se ha celebrado. Australia era candidata, y pudo ganar tambi¨¦n perfectamente. La ventaja de Qatar es que los aficionados podr¨¢n asistir hasta a tres partidos al d¨ªa, con ocho estadios concentrados en un per¨ªmetro muy peque?o. Podr¨¢n desplazarse en metro, de estaci¨®n en estaci¨®n. Ser¨¢ m¨¢s o menos como cuando vas a Disneylandia: vas de una atracci¨®n a otra.
P. Por tanto, el negocio del f¨²tbol ha ganado otra vez.
R. Entonces, se le puede reprochar lo mismo a la concesi¨®n de la Eurocopa de 2024 a Alemania. Otra vez un pa¨ªs poderoso que organiza un torneo.
P. A sus 65 a?os, si se para un momento, ?c¨®mo sale, desde un punto de vista humano, de las investigaciones y de los procesos judiciales contra usted?
R. Ha habido consecuencias extra?as que me han superado totalmente y en las que todav¨ªa estoy sumido a mi pesar. Todav¨ªa no he entendido la raz¨®n por la cual una comida en el El¨ªseo en la que voy a anunciar al presidente Sarkozy a qui¨¦n voy a votar sali¨® en primera plana de los peri¨®dicos cinco a?os despu¨¦s.
P. ?Por qu¨¦ raz¨®n le comunic¨® su intenci¨®n?
R. Porque en ese momento, con Estados Unidos, Rusia o el mundo ¨¢rabe detr¨¢s de una candidatura, se convierte en algo pol¨ªtico. Igual que me reun¨ª con Jacques Chirac por el Mundial de 2002. Me parece que lo m¨ªnimo que se puede hacer es poner al corriente al presidente de la rep¨²blica de las intenciones del representante franc¨¦s en la UEFA. No tengo ni idea de lo que pas¨® despu¨¦s.
P. ?Los catar¨ªes presentes?
R. No me sent¨ªa bien. Por eso llam¨¦ a Sepp Blatter [presidente de la FIFA] nada m¨¢s salir, y le dije que ten¨ªa un problema con la presencia de los catar¨ªes. Y un problema importante porque pensaba sinceramente que hab¨ªan realizado el mejor proyecto.
P. ?Tiene la sensaci¨®n de que le tendieron una trampa?
R. ?Qui¨¦n?
P. El sistema, al tener la impresi¨®n de encontrarse en el lugar equivocado en el momento equivocado.
R. ?En la comida?
P. S¨ª, en la comida y en otros asuntos, como el famoso contrato oral entre Sepp Blatter y usted sobre 1,8 millones¡
R. Son asuntos totalmente distintos, que no tienen nada que ver. Ese dinero era de unos atrasos del salario que Blatter me deb¨ªa, y me pag¨® lo que me deb¨ªa. Es lo que declar¨¦, pagu¨¦ mis cotizaciones sociales y mis impuestos, y la justicia me exculp¨®.
P. Pero no la FIFA.
R. Es normal, no quer¨ªan verme como presidente.
La FIFA est¨¢ por encima de la justicia, puede hacer lo que quiera
P. Por tanto, ?una sentencia judicial no basta para que la FIFA cambie de parecer?
R. ?Ah, la FIFA est¨¢ por encima de la justicia! Tiene sus propias reglas. Esa gente me impidi¨® trabajar, por ejemplo, al suspenderme. Puede hacer todo lo que quiera; por esa raz¨®n lucho contra el hecho de que esta instituci¨®n tiene pr¨¢cticamente un derecho de vida o muerte sobre la gente. Esa famosa comida en el El¨ªseo hab¨ªa dejado a todo el mundo indiferente hasta el momento en que me present¨¦ a las elecciones a la presidencia de la FIFA, como por casualidad. Comparec¨ª ante la Comisi¨®n de ?tica de la FIFA y perd¨ª. Pero no es ninguna sorpresa porque hace lo que quiere. En cambio, el fisco suizo y los investigadores estadounidenses se interesaron por todas mis cuentas, y se demostr¨® que nunca hab¨ªa cobrado dinero. No me llev¨¦ nada. Si me hubiese metido un c¨¦ntimo en el bolsillo, no estar¨ªa aqu¨ª delante de usted, se lo aseguro.
P. ?El hecho de que la importancia de Michel Platini, ganador del Bal¨®n de Oro y presidente de la UEFA, se reduzca a un s¨®rdido asunto de sobornos es lo m¨¢s dif¨ªcil de vivir?
R. ?Qu¨¦ quiere que haga? Todo se investiga siempre con un cargo, con un veredicto manipulado de antemano. Pero, aun as¨ª, luch¨¦ para rebajar mi pena de ocho a seis a?os, y luego a cuatro. Una vez m¨¢s, la justicia suiza no tiene nada que reprocharme, pero la FIFA no me exculpa. Me han metido en esto porque soy Michel Platini.
Esta entrevista se ha publicado a trav¨¦s de LENA, la Leading European Newspaper Alliance, de la que forman parte EL PA?S.
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