El mejor f¨²tbol de Espa?a, la peor punter¨ªa
Jug¨® la selecci¨®n como sue?an jugar once tipos que salen al campo despu¨¦s de que uno inventase el bal¨®n
La primera parte de Espa?a fue una cena en la que todo sali¨® bien, desde los platos hasta el vino; una cena de viejos amigos, fr¨ªvolos y poco espinosos temas de conversaci¨®n con abundantes y c¨®micas discrepancias, camareros c¨®mplices y chef atento que sale un par de veces de la cocina para sumarse a la mesa, ¡°la mejor mesa que he tenido nunca¡±. Todo eso un jueves a las 21 horas al lado del mar; un acordeonista con talento a lo lejos y unos delfines cruzando el oc¨¦ano. Al llegar la cuenta, todos la acercan para cotillearla, pero nadie saca la cartera. Como Espa?a con la porter¨ªa: sus mejores minutos gast¨¢ndola, pero nadie anim¨¢ndose a romperla.
Tuvo de todo la primera parte menos el gol, pero lo que tuvo describe un estado emocional impresionante. Espa?a borr¨® a Italia hasta dejarla sin el azul de la camiseta. No fue un equipo, sino una afirmaci¨®n: ofrece hoy el mejor f¨²tbol de la Eurocopa y es la promesa m¨¢s firme. Jug¨® con el bal¨®n y con los italianos, jug¨® por dentro con Pedri, Fabi¨¢n y Morata (magn¨¦tico espect¨¢culo el de Pedri fabricando espacios, despejando rivales, para recibir con metros para pensar y segundos para correr) y por fuera, con Cucurella, Carvajal, Lamine Yamal y Nico Williams; jug¨®, Espa?a, como sue?an jugar once tipos que salen al campo despu¨¦s de que uno inventase el bal¨®n: la misma alegr¨ªa y las mismas ganas. Tanto y tan bien que, al percibir los italianos que a los espa?oles les faltaba la punter¨ªa, metieron la pelota ellos solos en gesto in¨¦dito de buena educaci¨®n.
Fue Nico Williams, partido desbordante el suyo, quien la lio todo el rato por su banda hasta dejarle antecedentes a su marca Di Lorenzo. El extremo del Athletic parti¨® el eje de la defensa italiana y se larg¨® por su carril para soltar un centro tenso, a media altura, repleto de cianuro. Fue un centro tan de patio de colegio que todos quisieron formar parte de su historia: la toc¨® Morata con la cabeza, la toc¨® Donnaruma con los guantes, y el bal¨®n acab¨® en las canillas desafortunadas de Calafiori: gol de Espa?a. Sobre Nico dijo Mario Su¨¢rez en la narraci¨®n algo precioso y vintage: que a veces ped¨ªa agua, exhausto, para quiz¨¢ enga?ar a los italianos porque, cuando le cre¨ªan muerto, se pegaba unas carreras que parec¨ªa el hijo del viento; todo remit¨ªa al Perico Delgado de los Pirineos cuando se despegaba del pelot¨®n de cabeza, fingi¨¦ndose muerto, para hundirlos cuando dejaban de prestarle atenci¨®n. Se acerca julio, es hora del teatro al aire libre.
Italia, vieja serpiente cascabelera que tir¨® a Espa?a de las dos ¨²ltimas Eurocopas, sac¨® el bal¨®n de su campo con un nerviosismo fuera de lugar, irrespetuoso; Espa?a, fallona delante de la porter¨ªa, sufri¨® m¨¢s de lo que merec¨ªa. Lamine Yamal lanz¨® en la segunda parte un misil inteligente que despeg¨® de sus botas rozando la escuadra italiana que, si entra, hay que irse de Alemania a Santiago peregrinando; acto seguido, agit¨® al p¨²blico con ardor guerrero. Qu¨¦ bien pinta la selecci¨®n, qu¨¦ preciosa es la camiseta (l¨¢stima de medias negras) y cu¨¢ntas precauciones hay que tener cuando se pinta tan bien. Aguarda Albania lo que se espera sea un partido de tr¨¢mite despu¨¦s de haber asegurado la primera posici¨®n; y empiezan los fusilamientos, las rondas en las que no basta pintar bien, ni jugar precioso sin gol. Ser¨¢ ya despu¨¦s de San Juan, cuando de las hogueras queden las raspas de las sardinas. Y por esas tambi¨¦n alguien tendr¨¢ que pagar la cuenta.
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