El luto de la Inglaterra a la italiana de Gareth Southgate

El exc¨¦ntrico Jordan Pickford fue el primero en pisar la hierba del estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn. Aclamado por la hinchada inglesa, alz¨® el pu?o al aire y comenz¨® a agitarlo haciendo c¨ªrculos al son de la atronadora m¨²sica electr¨®nica. El guardameta ingl¨¦s parec¨ªa el motivado animador de una rave o de una sesi¨®n dominguera de afterhour. Sus aspavientos encendieron a¨²n m¨¢s a los entonados fan¨¢ticos ingleses. La ma?ana y el tardeo de Berl¨ªn fueron suyos. De la puerta de Brandenburgo hasta el Ol¨ªmpico de...

El exc¨¦ntrico Jordan Pickford fue el primero en pisar la hierba del estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn. Aclamado por la hinchada inglesa, alz¨® el pu?o al aire y comenz¨® a agitarlo haciendo c¨ªrculos al son de la atronadora m¨²sica electr¨®nica. El guardameta ingl¨¦s parec¨ªa el motivado animador de una rave o de una sesi¨®n dominguera de afterhour. Sus aspavientos encendieron a¨²n m¨¢s a los entonados fan¨¢ticos ingleses. La ma?ana y el tardeo de Berl¨ªn fueron suyos. De la puerta de Brandenburgo hasta el Ol¨ªmpico de Berl¨ªn no hab¨ªa terraza, kiosco o restaurante que no estuviera copado por ellos.

Animosos en la liturgia prepartido, se aposentaron en el coliseo berlin¨¦s con la intenci¨®n de acabar con los 58 a?os de sequ¨ªa que registra su palmar¨¦s. La imagen de la reina Isabel II entregando la Copa del Mundo de 1966 al capit¨¢n Bobby Moore en el palco de Wembley es la foto fija en la que se detuvo la gran historia de la selecci¨®n inglesa. Y ah¨ª se ha quedado varada tras perder su segunda final consecutiva de una Eurocopa. Ambas con Gareth Southgate al frente. Pero ninguna de sus selecciones hab¨ªa jugado tan mal como esta.

Cuando el colegiado se?al¨® el final, el derrumbe fue generalizado. En la hierba y en las gradas. Las l¨¢grimas de Kyle Walker y de Harry Kane, y las que se apreciaban en las tribunas marcaron el final de esta Inglaterra que, ya por juego, no hab¨ªa merecido optar al t¨ªtulo en el ¨²ltimo partido.

Probablemente, no haya una naci¨®n con una legi¨®n de seguidores que transmita tanto optimismo antes de que se inicien los partidos. El problema que se han encontrado en esta Eurocopa es que el juego desplegado por su selecci¨®n no ha concordado ni con su entusiasmo ni con su algarab¨ªa. Esta Inglaterra de Gareth Southgate ha sido una selecci¨®n de patr¨®n y corte italiano. Ha defendido mejor que ha atacado con una n¨®mina de futbolistas excelsos que invitaban a esperar lo contrario. Se meti¨® en la final con la misma secuencia que mostr¨® anoche. Marcadores cortos y goles ag¨®nicos en los ¨²ltimos minutos cuando iba por detr¨¢s en el marcador. Desde octavos de final, la selecci¨®n de Southgate se ha visto obligada a remontar. Eslovaquia, Suiza, Pa¨ªses Bajos y Espa?a se pusieron por delante.

Inglaterra jug¨® un primer tiempo sin asumir riesgos. Jugando a que no sucediera nada. Edificada en la fortaleza f¨ªsica de sus defensores. Walker, Stones, Gu¨¦hi y Luke Shaw, m¨¢s los mediocentros Rice y Mainoo, montaron un muro infranqueable para Espa?a durante todo el primer tiempo.

Del conservador plan de Southgate form¨® parte que Foden se convirtiera en la sombra de Rodri para cortocircuitar el juego de Espa?a. Definitivamente, el preparador ingl¨¦s plante¨® un partido m¨¢s para ponerle las bridas a su rival que para tratar de derrotarlo aprovechando el talento del que dispone. En ese paisaje r¨¢cano, el propio Foden, Bellingham, Saka y Harry Kane fueron meros peones de brega. Ofensivamente, no existieron en todo el primer tiempo. Inglaterra fren¨® a Espa?a, pero tambi¨¦n a ella misma. Solo una volea cazada a vuelapluma por Foden tras una falta lateral oblig¨® a Unai Sim¨®n a su primera parada de la noche. Inglaterra ha vivido mucho del bal¨®n parado y de los centros al ¨¢rea.

El golpe que recibi¨® con el gol de Nico Williams nada mas comenzar el segundo tiempo volvi¨® a espolearla, como hab¨ªa sucedido en el resto de las eliminatorias. Solo cuando se ha visto con el agua al cuello se ha contemplado a una Inglaterra decidida a jugar al ataque. Con un punto de desesperaci¨®n, pero tambi¨¦n de ese orgullo que la pizarra de Southgate le ha castrado partido a partido. De repente, los futbolistas que parec¨ªan agarrotados y constre?idos por los planes de juego de su t¨¦cnico comenzaron a volar y a planear sobre el ¨¢rea de Unai Sim¨®n. Tambi¨¦n ganaban los duelos para arrinconar a Espa?a.

Fue Cole Palmer, el fino zurdo del Chelsea el que marc¨® el empate con una rosca rasa y envenenada. Su caso pone de manifiesto uno de los mayores defectos que se le han achacado a Southgate durante todo el torneo. Cada vez que Palmer ha salido, ha logrado cambiar los partidos, La prensa inglesa clamaba para que jugara en vez del agotado Bellingham, pero el preparador ingl¨¦s no se ha atrevido a dar ese paso.

Hubiera sido injusto que Inglaterra se llevara esta Eurocopa. De haberlo logrado, hubieran proclamado el cacareado Football it¡¯s coming home. Puede que el t¨ªtulo hubiera volado a las islas y que con ello hubieran sacado a relucir su orgullo como inventores del juego. Pero lo que no hubiera regresado de la mano de Southgate ser¨ªa el f¨²tbol. Ese ha viajado a Espa?a, que de largo ha sido la selecci¨®n que mejor lo ha jugado. El gol de Oyarzabal hizo justicia. Lo contrario habr¨ªa sido premiar a una selecci¨®n que quiso ganar con el traje de la Italia m¨¢s austera.

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