El periodismo es vida lejos del Bar?a-Madrid
La figura del enviado especial recuper¨® su sentido porque tuvo acceso a los futbolistas, dispuso de tiempo para contrastar impresiones y gestionar la informaci¨®n
La Eurocopa ha sido tambi¨¦n una suerte para el periodismo de toda la vida, aquel que considera que para informar de un acontecimiento hay que estar a pie de obra, ir cada d¨ªa al mismo sitio y tratar con la misma gente, y por supuesto responder personalmente de la obra publicada ante quien pide explicaciones, una situaci¨®n frecuente por la expansi¨®n de comunicaci¨®n corporativa y tambi¨¦n desde que la prensa deportiva funciona a menudo como prensa de club por la influencia de equipos tan universales como el Madrid y el Bar?a.
La figura del enviado especial recuper¨® su sentido porque tuvo acceso a los futbolistas, dispuso de tiempo para contrastar sus impresiones, gestionar la informaci¨®n y responder a las exigencias de su medio, que por otra parte iban en aumento por el inter¨¦s generado por los triunfos de la selecci¨®n en Alemania. La federaci¨®n abri¨® la mano para que se sucedieran las entrevistas y el seleccionador procur¨® saber qui¨¦n preguntaba antes de responder para facilitar la convivencia ¡ªque no significa connivencia¡ª mientras dur¨® la Eurocopa.
Un periodo de tiempo limitado ¡ªun mes y medio¡ª es m¨¢s f¨¢cil de gestionar que una temporada y las noticias resultan siempre m¨¢s agradecidas desde la victoria que con la derrota, de manera que el contexto favoreci¨® una relaci¨®n interesada por las diferentes partes, tambi¨¦n por supuesto de los internacionales de Luis de la Fuente. Tambi¨¦n hubo circunstancias que jugaron a favor de la relaci¨®n de proximidad, sobre todo por la llegada de un ¨¦xito sorprendente y por la novedad de varios de sus protagonistas, la mayor¨ªa fuera de la influencia del contencioso Madrid-Bar?a.
Acaso se puede hablar de la importancia de un n¨²cleo vasco ¡ªnueve jugadores¡ª en una selecci¨®n plurinacional que no fue propiedad de nadie m¨¢s que de sus propios futbolistas, ninguno imprescindible y todos necesarios, como se advirti¨® en una final que fue el compendio del torneo por los diferentes momentos vividos ante Inglaterra. Muy pocas veces se hab¨ªa llegado a un partido con tanta documentaci¨®n por la curiosidad despertada por los convocados desde que aterrizaron en Alemania.
Hab¨ªa avidez por saber c¨®mo se encontraba Morata desde que explic¨® la angustia que le causaba la condici¨®n de internacional; Lamine y Nico se ganaron a la audiencia joven y veterana con una simpat¨ªa que invitaba a preguntar cada d¨ªa por su ¨²ltima fechor¨ªa; el pelo de Cucurella dio juego; y se habl¨® del f¨²tbol con Fabi¨¢n, Olmo y Rodri.
Lo personal mezcl¨® con lo futbol¨ªstico desde la cercan¨ªa, todo pareci¨® quedar a la vista y era publicable por no sabido para cuantos se acercaban a aquel entra?able equipo o porque aquello que ya se hab¨ªa contado en la prensa local no hab¨ªa sido a¨²n compartido globalmente en un momento de euforia como el que se viv¨ªa en Alemania. Los capitanes y el seleccionador generaron las mejores condiciones para poder jugar y convivir sin olvidar que el reto que justificaba su humildad era el de jugar bien y ganar, algo en lo que nunca se han puesto de acuerdo el Bar?a y el Madrid.
Qued¨® en fin un relato tan perfecto que puede que sea coyuntural, imposible de aplicar en los clubes, irrepetible en la propia selecci¨®n camino del Mundial. No conviene en cualquier caso olvidarlo y menos ignorarlo porque ha valido la pena para el periodismo, o al menos, para el periodismo convencional, dichoso por poder trabajar como Dios manda en la Eurocopa.
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