Jorge Vilda, un camp¨¦on del mundo sin cr¨¦dito ni aliados
El todav¨ªa seleccionador, muy cuestionado por ¡®las 15¡¯ hace un a?o, se queda solo pese al t¨ªtulo debido a su lealtad al ca¨ªdo Rubiales
Jorge Vilda, seleccionador nacional del equipo de f¨²tbol femenino, ten¨ªa un deseo. Espa?a acababa de clasificarse para la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda. La primera final de su historia. Y ¨¦l, tan se?alado durante el ¨²ltimo a?o por sus maneras al frente del equipo liderado por futbolistas como Alexia Putellas o Aitana Bonmat¨ª, so?¨® en alto: ¡°Hemos levantado a la gente del sof¨¢; ahora tenemos que sacar a la gente a la calle¡±. Y la gente se ech¨® a la calle: lo hizo aquel domingo que Espa?a se proclam¨® campeona del mundo. Y lo volvi¨® a hacer esta semana. Despu¨¦s de que un beso robado del presidente de la Federaci¨®n, Luis Rubiales, a una de las futbolistas, Jenni Hermoso, les robara todo el protagonismo a las campeonas. Con a.
La gente tom¨® las calles y se apoder¨® del discurso en las redes sociales. Con Rubiales en el centro de la diana y, muy cerca de este, Vilda, el t¨¦cnico a quien siempre defendi¨®. Y hoy el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena. Aquel al que el presidente supuestamente grit¨® ¡°ol¨¦ tus huevos¡± mientras se agarraba los genitales en el palco de autoridades del estadio de la final, en S¨ªdney. Probablemente, porque despu¨¦s de todo lo que hab¨ªan pasado, eso dijeron ellos, ganar les liberaba. Ellos se sintieron campeones (con e) porque se impusieron a Inglaterra tras ganarles un pulso a algunas de las futbolistas sobre el c¨¦sped.
Las campeonas alzaron el t¨ªtulo despu¨¦s de un a?o convulso como pocos en el que se pusieron en el foco por pedir mejoras en las concentraciones de la selecci¨®n, m¨¢s profesionalidad y un mejor trato.
A qu¨¦ se refer¨ªan cuando hicieron aquellas demandas ha quedado m¨¢s claro ahora. Cuando se ha visto retratada, puro desd¨¦n, una federaci¨®n que no parece advertir que la sociedad tiene una conciencia feminista que no ten¨ªa hace 10 a?os. Esas jugadoras ¡ªespecialmente las 15 que se significaron en contra de la forma de trabajar en Las Rozas y pidieron no ser convocadas¡ª no siempre recibieron de u?as al seleccionador (y director deportivo del femenino en la RFEF). Para Vilda, que aterriz¨® en la absoluta en 2015, no era dif¨ªcil superar a su predecesor, Ignacio Quereda, acusado de maltrato psicol¨®gico durante a?os a las futbolistas, a quienes insultaba y vejaba en p¨²blico y en privado durante los 27 a?os que ostent¨® el cargo. Cuando el f¨²tbol jugado por mujeres interesaba poco y menos.
Por eso, para la vieja guardia, para las jugadoras m¨¢s veteranas, Vilda (42 a?os, Madrid) fue un cambio grande. Un soplo de aire fresco. Alguien, adem¨¢s, m¨¢s cercano generacionalmente. Hasta que la cosa empez¨® a torcerse.
A las futbolistas nunca les gust¨® que Vilda les obligara a dejar abiertas las puertas de las habitaciones durante las concentraciones. Algunas veces, se presentaba por all¨ª, entraba y se pon¨ªa a charlar con las jugadoras. No les apetec¨ªa. No eran amigos. Por eso, alguna, al escuchar que se acercaba, se hac¨ªa la dormida.
Parece un detalle tonto. Pero para ellas no lo era. El relato de las 15 alud¨ªa a unos hechos de los que la federaci¨®n era conocedora y por los que estaban vi¨¦ndose afectadas emocionalmente. Cuando, con el tiempo, fueron detallando los motivos para el plante, se las trat¨® de caprichosas. Hasta la Eurocopa del a?o pasado, en la que Espa?a cay¨® ¡ªprecisamente contra Inglaterra¡ª en octavos, Vilda controlaba el mensaje. Hasta que explotaron con aquel env¨ªo masivo de emails. Y se supo que tampoco les gustaba c¨®mo trabajaba los partidos: les faltaba informaci¨®n de los rivales y no se sent¨ªan preparadas f¨ªsicamente. Por eso, aunque no lo expresaron p¨²blicamente, Rubiales entendi¨® (y as¨ª lo explic¨®) que ped¨ªan la cabeza de Vilda.
La resoluci¨®n del conflicto lleg¨® casi por castigo. Con un Mundial a la vuelta de la esquina y tras no ceder ni un ¨¢pice, especialmente en lo que al seleccionador se refer¨ªa ¡ªa la llegada de los primeros emails, Rubiales llam¨® personalmente a Vilda para explicarle la desbandada que se estaba produciendo y para asegurarle que, de ninguna manera, lo iba a destituir¡ª, algunas jugadoras recularon. Ten¨ªan la oportunidad de su vida. Fueron unas pocas. Y solo tres volvieron a ser convocadas. Si bien, esa concesi¨®n y las mejoras en las condiciones de trabajo implantadas para la ocasi¨®n fueron clave para reconducir la situaci¨®n y las relaciones con el entrenador, que abog¨® por todas esas mejoras. Hab¨ªa dinero y capacidad para mejorar las condiciones de los viajes, tambi¨¦n para permitir viajar a las familias de las futbolistas; se facilit¨® la conciliaci¨®n ¡ªMateo, el hijo de dos a?os de la excapitana Irene Paredes, acab¨® amenizando cada jornada¡ª; se ampli¨® el cuerpo t¨¦cnico con nutricionista, fisio y analistas; se mejor¨® la preparaci¨®n de los partidos con extensos v¨ªdeos e informes; y se acab¨® la obligatoriedad de dejar la puerta de la habitaci¨®n abierta por si Vilda quer¨ªa pasarse a saludar. Las jugadoras dispusieron en este Mundial de m¨¢s tiempo libre que nunca y dejaron de percibir el aliento del seleccionador sobre su cogote. No eran amigos, pero la relaci¨®n empezaba a ser cordial.
Adem¨¢s, los goles fueron llegando. Y el equipo acab¨® levantando la Copa. Eso entierra muchos otros debates.
No logr¨® enterrar la discusi¨®n sobre el beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso. Y ese ¡°ol¨¦ tus huevos¡± y aquel ¡°somos campeones¡± empez¨® a resonar en muchas cabezas tras las celebraciones por el t¨ªtulo mundial. Rubiales, un asiduo en los entrenamientos de la Roja en Nueva Zelanda y Australia, y Vilda se abrazaron efusivamente sobre el c¨¦sped. Y se acusaron mutuamente de ser los culpables del triunfo. El seleccionador siempre le estuvo muy agradecido al presidente ¡ªahora suspendido por la FIFA¡ª por su apoyo incondicional desde su llegada a la federaci¨®n en 2017 y especialmente tras la crisis de las 15. Y eso se percibi¨® claramente durante los festejos.
11 dimisiones
Un desahogo para el t¨¦cnico, para quien la crisis del f¨²tbol femenino se col¨® en casa: sus dos hijas peque?as lo pasaban mal en el colegio, se?aladas por sus compa?eros. Aquel, se dec¨ªa, iba a ser su ¨²ltimo a?o como seleccionador. Rafa del Amo, entonces presidente del Comit¨¦ Nacional del F¨²tbol Femenino, ve¨ªa con buenos ojos separar la figura del t¨¦cnico de la del director deportivo, cargos que ostenta hasta la fecha Vilda.
Y ya hab¨ªa en la federaci¨®n una mujer capaz de sustituirle, la exfutbolista Sonia Berm¨²dez, seleccionadora de la sub-19 y la sub-20, una de esas mujeres a las que se puso en primera fila el d¨ªa de la asamblea en la que Rubiales grit¨® a los cuatro vientos que no iba a dimitir; una de las que, tras pasar el mal trago, present¨® su dimisi¨®n, como otros 10 integrantes del cuerpo t¨¦cnico de Vilda, que lo dejaron solo. Tambi¨¦n su mano derecha, Montse Tom¨¦, aquella a la que Rubiales prometi¨® un ascenso. Leal a Vilda hasta que los aplausos, puesto en pie, al discurso del ¡°falso feminismo¡± lo dejaron en evidencia. Tambi¨¦n ante los suyos. Incluso ante Tom¨¦, que pas¨® de ser su alumna en la escuela de entrenadores de la RFEF a ser su segunda y ganar un Mundial. Las cr¨ªticas y las dificultades vividas el ¨²ltimo a?o fortalecieron su relaci¨®n. ¡°Cuando uno se tambaleaba, el otro hac¨ªa m¨¢s fuerza¡±, conced¨ªa, desde Australia, en una entrevista al diario AS. All¨ª describ¨ªa a Vilda como ¡°un t¨ªo fuerte¡±. Alguien que consigui¨® ¡°vivir en una burbuja y centrarse en el trabajo, porque le apasiona¡±. Hasta llevar a Espa?a a la cima del f¨²tbol jugado por mujeres.
Hoy suya es la cabeza m¨¢s f¨¢cil de cortar para la federaci¨®n. Con su salida se explicar¨ªa el cambio, m¨¢s all¨¢ de Rubiales, que reclaman el f¨²tbol y las mujeres.
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