Chiqui Ibai: el nuevo juguete de la RFEF
Cualquiera entender¨ªa que no hay mayor problema en invitar al muchacho para que conozca a las estrellas de la Selecci¨®n. Pero no se trata de eso, sino de buscar cualquier tipo de retorno en su utilizaci¨®n.
Al nuevo equipo de comunicaci¨®n de la RFEF le ha parecido buena idea explotar la fama puntual de un tiktoker menor de edad para asociarla a la imagen de la Selecci¨®n, un movimiento cuando menos osado, viniendo de donde viene la instituci¨®n en los ¨²ltimos meses. El cr¨ªo se hace llamar el Chiqui Ibai, ha sufrido distintos episodios de acoso escolar y viene de adquirir cierta popularidad en las redes gracias al espaldarazo de algunos streamers consagrados. Entre ellos se encuentra Ibai Llanos, de quien recibe el Chiqui la mitad de su alias gracias a un supuesto parecido con defecto de forma: se trata de un ni?o con un problema evidente de sobrepeso.
? Lo que estamos preparando para ma?ana... no tiene ning¨²n tipo de sentido.
— Selecci¨®n Espa?ola Masculina de F¨²tbol (@SEFutbol) October 9, 2023
?? ??Dale, Chiqui Ibai!!#VamosEspa?a | #EURO2024 pic.twitter.com/KeLAXSxIaZ
¡°??Dale Chiqui Ibai!!¡±, anima ese primer enlace compartido por los responsables de comunicaci¨®n de la RFEF que es un compendio de todo lo que uno no esperar¨ªa encontrar jam¨¢s en la cuenta oficial de la Selecci¨®n, comenzando por cierto desprecio hacia la ortograf¨ªa m¨¢s elemental. El mensaje se acompa?a de un v¨ªdeo en el que Chiqui baila como si tambi¨¦n a ¨¦l se le hubiera perdido la coma del vocativo por el camino. A su manera es gracioso, supongo. ?Pero qu¨¦ es lo que nos resulta tan gracioso? Quiz¨¢ sea una de las preguntas que cualquier adulto responsable debiera tratar de responder honestamente antes de poner a un chico indefenso frente a una c¨¢mara. Comenzando por los padres, claro est¨¢, y siguiendo por los responsables de una federaci¨®n deportiva obligados a comprender la necesidad de mandar los mensajes correctos a la sociedad.
Cualquiera entender¨ªa que no hay mayor problema en invitar al muchacho para que conozca a las estrellas de la Selecci¨®n. Pero no se trata de eso, sino de buscar cualquier tipo de retorno en su utilizaci¨®n. Conocemos la obsesi¨®n de ciertos departamentos por ensanchar las bases y atraer a esa generaci¨®n perdida que, dicen los expertos, no es capaz de mantener la atenci¨®n durante los noventa minutos de un partido de f¨²tbol. Incluso podr¨ªamos aceptar la idea de resarcir al muchacho por el acoso sufrido en el pasado, aunque sin perder de vista que la atenci¨®n masiva de las redes sociales tampoco parece el mejor modo de evitar que se repitan en un futuro. Basta con echar una ojeada a las respuestas recibidas en ambas publicaciones para darse cuenta del terreno pantanoso que tendr¨¢ que gestionar el muchacho en cuanto se apaguen los focos de su inesperada fama.
Tambi¨¦n existe la posibilidad de que Chiqui Ibai se consolide como streamer, qu¨¦ s¨¦ yo. Que sea capaz de crear contenidos m¨¢s all¨¢ de una imitaci¨®n infantil y genere tantos ingresos que termine dando por bueno lo sufrido. O que se convierta en un nuevo Miquel Montoro, aquel ni?o mallorqu¨ªn al que la ACB utiliz¨® con bastante ¨¦xito en una campa?a contra el bullying. Pero tambi¨¦n existe el riesgo de su proyecci¨®n siga la tendencia, el camino m¨¢s habitual en un mundo tan cambiante y caprichoso como Internet: si todo lo que importa de ti es aquello que compartes en una cuenta de Tik Tok, pronto aparecer¨¢n los problemas de autoestima. A ellos, de alguna manera, habr¨¢ contribuido una RFEF que no parece tener bastante con tratar de romper algunos de sus mejores juguetes, como ha ocurrido en el caso de las recientes campeonas del mundo, sino que ahora parece dispuesto a entrar de lleno en la fabricaci¨®n, directa o indirecta, de nuevos juguetes rotos.
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