Razones y sinrazones de Vinicius
Llevo viendo en el Madrid delanteros golpead¨ªsimos desde Amancio, sesenta a?os atr¨¢s. Ninguno se distrajo tanto ni perdi¨® tantas energ¨ªas en discusiones con banquillos rivales como el brasile?o
Vinicius, espinoso tema. Jugador inmenso y rebelde con causa, empobrece su excelencia sobre el campo y su lucha fuera de ¨¦l por pautas de conducta que no corrige. En Riad nos dej¨® una declaraci¨®n esperanzadora: ¡°A veces hablo demasiado o hago regates que no debo hacer, pero estoy aqu¨ª para mejorar. Ancelotti y mis compa?eros me est¨¢n ense?ando¡±. Pero en el Metropolitano recay¨®. Le sacaron de sus casillas y se enred¨® en zaragatas.
Cierto que de nuevo hab¨ªa sufrido a la llegada al campo insultos intolerables. Supongo que es dif¨ªcil resignarse a ello, pero yo le explicar¨ªa que esa batalla la tiene, a la larga, ganada. Desde que en Mestalla se?al¨® con el ¨ªndice a aquel que desde el anonimato de la grada hac¨ªa gestos de mono puso en marcha una rueda que ya no va a parar.
Su gesto corri¨® por todo el mundo y nos coloc¨® en el disparadero como pa¨ªs racista. Si lo somos o no es algo que se discute. De todo hay en la vi?a del Se?or, desde luego, pero en todo caso podemos decir que si no somos racistas al menos s¨ª somos tolerantes con el racismo, como bien ha podido comprobar Javier Tebas con sus insistentes denuncias, la mayor¨ªa de ellas con Vinicius como ofendido. Ni siquiera el mism¨ªsimo Madrid se sum¨® a ellas, porque su fobia a Tebas pudo con el inter¨¦s de amparar a su jugador. S¨®lo se moviliz¨® tras el ¨ªndice en Mestalla y la consiguiente reacci¨®n internacional. Entonces, s¨ª. Entonces le organiz¨® un desagravio consistente en exhibirlo en el palco rodeado de se?ores blancos encorbatados poniendo cara de solidarios.
Tambi¨¦n al instante aparecieron, como por ensalmo, los hinchas del Frente Atl¨¦tico que semana atr¨¢s hab¨ªan colgado su mu?eco de un puente. Ni a jueces ni a ¨¢rbitros, ni siquiera a los vecinos del que emita insultos racistas les ser¨¢ ya f¨¢cil mirar para otro lado. Eso tenemos que agradecerle, pero es dif¨ªcil mirarle como un Tommy Smith 2.0 mientras siga port¨¢ndose como un chiquillo. A un jugador descomunal como ¨¦l hay pocas formas de pararle y en su caso la m¨¢s eficaz es despistarle de su tarea. El defensa lo tiene f¨¢cil y adem¨¢s tiene la ayuda de su banquillo, ya que se mueve por la banda. ?l cae una y otra vez en la trampa, se encoleriza, pierde la concentraci¨®n, discute con el banquillo, con el ¨¢rbitro, con el linier. Se ofusca, deja de jugar y se lleva tarjetas.
Me dir¨¢n que le pegan. Claro que s¨ª, y m¨¢s que a otros, porque es de los mejores. Les ha pasado siempre a los delanteros y les pasar¨¢. Les ha pasado y les pasar¨¢ a muchos delanteros del Madrid, donde casi todos han sido, son y ser¨¢n buenos, pero para eso est¨¢ el ¨¢rbitro y si te falla o crees que te falla la soluci¨®n no es perder la cabeza. Llevo viendo en el Madrid delanteros golpead¨ªsimos desde Amancio, sesenta a?os atr¨¢s. Ninguno se distrajo tanto ni perdi¨® tantas energ¨ªas en discusiones con banquillos rivales, donde ahora siempre hay ocho para chincharle.
El Madrid perdi¨® ante el Atl¨¦tico por un golazo de Griezmann, al que Vinicius persegu¨ªa. Le pudo haber derribado antes de llegar al ¨¢rea, como hacen con frecuencia con ¨¦l, pero arrastraba una tarjeta por darle la brasa al ¨¢rbitro a cuenta de los recogepelotas. Una tarjeta gratis. ?l no est¨¢ para esas cosas. Para eso est¨¢n el capit¨¢n o el entrenador.
Ancelotti le aconseja bien. Los compa?eros le aconsejan bien. La pelea contra el racismo la tiene bien encaminada y puede estar seguro de que se le reconocer¨¢ ese m¨¦rito. Los que no le hacen ning¨²n bien son los que le ayudan a sentirse v¨ªctima, porque le inducen a mantener vivo el c¨ªrculo vicioso: me insultan y me pegan, luego meto la pata; meto la pata, luego me pegan y me insultan¡
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