El enfado de Osasuna con el VAR
El v¨ªdeoarbitraje vino para quedarse, pero no ha terminado con las pol¨¦micas. Al rev¨¦s: aumenta la frustraci¨®n del que se siente agraviado
Osasuna regres¨® enfadado de Riad. Para ellos el primer gol del Bar?a, decisivo, pues el otro lleg¨® ya en el descuento y cuando los navarros buscaban de forma desbocada el empate, vino precedido de una falta de Christensen a Arnaiz: entrada por detr¨¢s en la que le arrolla y le golpea con la rodilla en el gl¨²teo; la jugada contin¨²a y enseguida llega el gol, sin que el bal¨®n haya retrocedido desde que lo adelant¨® el dan¨¦s ni haya sido tocado por alg¨²n osasunista, requisitos para que se considere acci¨®n continuada y el protocolo del VAR permita examinar el caso.
?Hubo falta? Seg¨²n se mire. Hubo faltita, en todo caso. Un ¨¢rbitro minucioso la podr¨ªa haber pitado, uno m¨¢s consentidor, a la inglesa, como fue Alberola en la v¨ªspera, no. El problema fue que Mu?iz pit¨® otras faltas tan menudas como esta, pero la de Christensen la dej¨® ir y esa omisi¨®n result¨® decisiva para el partido. Pero no era a eso a lo que quer¨ªa ir, sino a la abstenci¨®n del VAR, que es contra lo que clama Osasuna. ?Por qu¨¦ no entr¨®? Esa es la queja. ?Por qu¨¦ habr¨ªa de entrar? Esa es la respuesta.
Esa distancia entre intervenir o no intervenir, demasiado borrosa, es el barranco por el que se despe?a el VAR. Se establece el principio de s¨®lo entrar en caso de ¡°error claro y manifiesto¡± del ¨¢rbitro, que puede no haber visto algo muy evidente, como que el gol lo haya metido Maradona (o Henry) con la mano, o que tal falta ha sido dentro del ¨¢rea y no fuera. Cosas muy claras.
?Pero qu¨¦ es muy claro? Seg¨²n para qui¨¦n. Para cualquiera de Osasuna la falta es clara, para cualquiera del Bar?a lo claro es que no hubo falta, para los neutrales fue una jugada fronteriza que en ning¨²n caso albergar¨ªa ¡°error claro y manifiesto¡±, as¨ª que nos quedamos con lo que dijera el ¨¢rbitro.
Antes que esa hubo otra jugada que pudo tener su importancia: un derribo de Catena a Raphinha cuando enfilaba a porter¨ªa perseguido por Moi G¨®mez. ?Debi¨® ser roja? ?Era ocasi¨®n clara y manifiesta? En cuanto cay¨®, claro, Moi le adelant¨® creando la impresi¨®n de que Raphinha no se iba tan solo a porter¨ªa, sino con un defensa con posibilidad de intervenir. Para los barcelonistas, era una ocasi¨®n clara y manifiesta y el infractor deber¨ªa haber sido expulsado, no s¨®lo amonestado. Tan claro y manifiesto como resultaba para los osasunistas que no hubo error arbitral ni claro ni manifiesto. ?Y los neutrales qu¨¦ vieron? Pues otra jugada fronteriza, y que ya que el ¨¢rbitro mostr¨® amarilla pues con eso nos quedamos.
Ese es el fleco suelto del VAR, fleco imposible de atrapar. No hay d¨®nde poner la l¨ªnea, de modo que no resuelve tanto como irritaci¨®n provoca cuando no interviene o no decide seg¨²n cada cual lo ve en este mundo traidor donde nada es verdad ni es mentira porque todo es del color del cristal con que se mira.
Hemos tenido unas jornadas de Copa sin VAR, gracias a que muchos partidos se disputaron en campos sin condiciones para instalarlo. Partidos interesantes, sin los enojosos parones del VAR. Los goles eran goles porque los conced¨ªa el ¨¢rbitro, se pod¨ªan gritar a pulm¨®n abierto, sin miedo a que se evaporaran luego.
S¨¦ que el VAR vino para quedarse. Mueve dinero en archiperres y da actividad a los ¨¢rbitros y operadores de sala. Pero no ha acabado con las pol¨¦micas, como se pretend¨ªa. Al rev¨¦s: aumenta la frustraci¨®n del que se siente agraviado, refuerza ese tipo de malicias como que la Supercopa est¨¢ pensada para que su final sea un Cl¨¢sico.
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