Esc¨¢ndalo Vinicius, esc¨¢ndalo Kroos
El 7, que hab¨ªa imitado ya alguna vez la celebraci¨®n a la leyenda madridista Cristiano Ronaldo, le empieza a imitar directamente los goles
No hab¨ªa empezado el partido y Vinicius hab¨ªa sacado ya la pitillera para sacarle brillo. Ocurri¨® en la banda en la que todav¨ªa la Tierra es redonda, pero por poco. ¡°M¨¢s all¨¢ del Bernab¨¦u¡±, le dijo Jos¨¦ Antonio Loriga a su hijo Ray cuando Ray era ni?o, ¡°la Tierra es plana¡±. As¨ª que en el ¨²ltimo lugar en el que se aprecia el planeta esf¨¦rico, territorio amenazado por un mundo de guerras y conspiraciones, Vinicius se despeg¨® de la banda buscando ox¨ªgeno y raz¨®n, un ¨¢ngulo al menos. Y el 7, que hab¨ªa imitado ya alguna vez la celebraci¨®n a la leyenda madridista Cristiano Ronaldo, este s¨¢bado directamente le imit¨® el gol. A su antigua usanza, sin casi armar la pierna, empachando la bota de bal¨®n con el empeine para dirigirla enloquecida no a una esquina sino a la esquina, el ¨²nico rinc¨®n de la discoteca en el que el portero no esperaba a nadie.
Fue un golazo soberbio que tuvo respuesta pronto... por parte de Vini. Hay que ver repetida muchas veces la jugada del segundo para apreciar la inteligencia depredadora de Jude Bellingham y la calidad de Vinicius. En cuanto el brasile?o recoge la pelota en la banda, el ingl¨¦s mira en trote lento a la defensa del Girona y poco a poco incrementa el ritmo de las zancadas: ha visto una grieta, que como se sabe es el lugar por el que se cuela siempre la luz. A la carrera de Bellingham (lo que los cl¨¢sicos llaman ¡°atacar el espacio¡±) le respondi¨® Vinicius con un pase con el exterior que casi lo nacionaliza croata: fue tan bueno el pase que sembr¨® dudas entre la defensa y el portero sobre qui¨¦n deb¨ªa ocuparse de aquello; tan bueno que s¨®lo se pod¨ªa ocupar Bellingham, que dej¨® atr¨¢s al portero y marc¨® a puerta vac¨ªa. Apareci¨® en dos goles m¨¢s Vinicius: un jugad¨®n suyo que termin¨® con el segundo de Bellingham y un robo de bal¨®n que ofreci¨® a Rodrygo para que esprintase con la pelota hasta el gol.
El Madrid se planta antes de los octavos de Champions contra el Leipzig con el segundo de la Liga a cinco puntos y una plantilla amenazada por las lesiones que ha decidido resolver de la mejor manera, acaparando el bal¨®n. Con una defensa hecha de piezas de distintos puzzles que todav¨ªa no ha sido sometida a un test de estr¨¦s serio (flojo el Atl¨¦tico, flojo el Girona), con el susto en el cuerpo cada vez que una estrella se echa los hielos a los tobillos pero con varias extraordinarias noticias, la primera de ellas Toni Kroos, que ha decidido adelantar la primavera. Rompi¨® este s¨¢bado una docena de batutas de director de orquesta en las espaldas de los adversarios, repartiendo viento y metal a un ritmo endiablado que daba ganas de sentarse en el campo, como casi una vez hizo Bellingham, y dedicarse a aplaudir. Es, a este nivel, un jugador para las cumbres que se vienen.
El Madrid atacando es un loco empapado en gasolina encima de un dep¨®sito (¡°mira, mam¨¢, estoy en la cima del mundo¡±): revienta defensas como si fuesen cajas fuertes de mentira con la dinamita de Vinicius, la sutilidad de Brahim o Rodrygo, la locura cerebral de Jude Bellingham fingiendo no estar. Pero atr¨¢s, lugar de rotaciones, necesita a alguien que ordene el mundo a la manera en que lo ordena Kroos, alguien que ponga a danzar la serpiente como la pone a danzar Kroos. Alguien como Xabi Alonso en sus tiempos aqu¨ª: un tipo elegante, bien peinado, de modales exquisitos y golpeo extraordinario; el encargado, cuando nadie lo ve, de tirar la cerilla y poner todo a arder.
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