La grandeza y su ant¨ªpoda
La gloria no soporta a nadie que est¨¦ por encima, pero una cosa es la alergia a la derrota y otra el prop¨®sito de buscar culpables cuando los resultados no llegan
Los grandes clubes son conglomerados muy complejos que nacen, crecen, se transforman, triunfan, fracasan¡ Cambian los ciclos y las percepciones, pero el escudo no se inmuta si se respeta la historia.
Algo hay que agradecerle a ese Santiago Bernab¨¦u del siglo XXI que es Florentino P¨¦rez: que entienda al Real Madrid como una figura mitol¨®gica de alcance mundial y act¨²e en consecuencia. El espectacular estadio que est¨¢ asomando, actualizar¨¢ y har¨¢ f¨ªsica esa grandeza d¨¢ndole a la ciudad un brillo arquitect¨®nico, social y cultural. Un v¨ªnculo que, como el mismo club, agiganta el f¨²tbol y lo trasciende.
Un club es una creencia que encuentra apoyo emocional en la afici¨®n. Ni siquiera hay que saber el origen de esa pasi¨®n porque est¨¢ hecha de influencias m¨²ltiples, algunas visibles y otras invisibles.
El Estadio, como la magn¨ªfica Ciudad Deportiva, son lo visible. Pero hay empleados que le dedicaron su vida al Madrid con orgullo y discreci¨®n. Y hay h¨¦roes cuyo estilo y personalidad marcaron al club para siempre y que solo las inteligencias superiores son capaces de descubrir, reconocer y contar. Antonio Escohotado en La forja de la gloria, lo dice a la perfecci¨®n con respecto al jugador m¨¢s grande de la historia: ¡°La pasi¨®n de Di St¨¦fano por el juego qued¨® impresa en el club como un aliento heroico capaz de reaparecer antes o despu¨¦s con efectos devastadores para el rival¡±. En medio de una remontada, alguien debiera repetir esta frase como una letan¨ªa.
En estos d¨ªas Luka Modric est¨¢ bajo una inc¨®moda lupa, pero empieza a ser hora de que lo miremos con perspectiva hist¨®rica para decirle gracias cada vez que riega el campo de sudor y honra el f¨²tbol con su clase. Se trata de un jugador que siembra valores porque tiene atado con doble nudo su relaci¨®n con la ¨¦tica. La ¨¦tica del esfuerzo, la ¨¦tica del respeto, la ¨¦tica del amor al f¨²tbol. La ?tica en may¨²scula que dejar¨¢ como legado al club.
?Para qu¨¦ sirven estos modelos? La historia fabrica leyendas y las leyendas tiran de los mitos que se encarnan en el escudo. Cuando un jugador llega a un club de estas caracter¨ªsticas empieza a notar algo diferente, una obligaci¨®n que lo interpela en cada entrenamiento, en cada partido. Cuando se pone la camiseta siente que debe estar a la altura. Es entonces cuando los Bellingham y los Vinicius se ponen a fabricar nuevas leyendas con materiales viejos. El talento, que ya tra¨ªan, la lucha, que es obligatoria, las gestas, que son un producto t¨ªpico. Todo tiene una misma base, aquel aliento heroico renovado y convertido en desaf¨ªo. Simplemente, los nuevos jugadores luchan para no ser menos que los h¨¦roes que los antecedieron.
Ahora el club espera a Mbapp¨¦ y noto en el ambiente una preocupaci¨®n para m¨ª infundada. Hay quien cree que corre poco, yo pienso que se trata de un velocista bestial al que no se le pueden pedir esfuerzos de resistencia. Hay quien desconf¨ªa del efecto que puede tener para la convivencia su condici¨®n de jugador divino. Yo creo que su presencia puede potenciarlo todo, desde el talento de sus compa?eros hasta la furia del nuevo estadio.
Mbapp¨¦ es el mejor y los mejores siempre le sentaron bien a la vocaci¨®n de grandeza del Real Madrid. Tan bien como la lucha, que esta generaci¨®n est¨¢ sabiendo exprimir para compensar las lesiones que est¨¢n marcando la temporada. Estadio, h¨¦roes, valores, todo es grande. Claro que la gloria no soporta a nadie que est¨¦ por encima, pero una cosa es la alergia a la derrota y otra el prop¨®sito de buscar culpables cuando los resultados no llegan. Esta forofada madridista me da derecho a decir que el victimismo arbitral est¨¢ en las ant¨ªpodas de la grandeza.
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