El Atl¨¦tico no tiene muro y cae en Dortmund
Los de Simeone, muy fr¨¢giles en defensa, son eliminados tras igualar los dos goles de ventaja con los que el conjunto alem¨¢n se fue al descanso
En un partido puro de Copa de Europa, con vaivenes en el marcador que inclinaron la eliminatoria hacia un lado y otro, el Dortmund y su famoso Muro Amarillo terminaron por aplastar al Atl¨¦tico. El equipo de Simeone se hab¨ªa rehecho un r¨¢cano y temeroso primer tiempo en el que encaj¨® dos goles. Los igual¨® en el arranque del segundo acto y fue llevado por delante por su fragilidad defensiva por el ¨²ltimo ramalazo furioso de su rival. Encaj¨® dos goles en tres minutos de los que no pudo recuperarse.
El partido arranc¨® como un cl¨¢sico de la competici¨®n. Azpilicueta se anticip¨® a Sabitzer cuando este se dispon¨ªa a fusilar a Oblak y Morata desperdici¨® un mano a mano tras una carrera en solitario para citarse con Kobel. Pareci¨® morir el Atl¨¦tico en esa galopada de Morata. Tuvo el mismo efecto sobre ¨¦l y sus compa?eros como si hubieran encajado un gol. No se repusieron los futbolistas de Simeone en todo el primer tiempo. Lo que hab¨ªa empezado con una defensa de los espacios en bloque medio fue retrocediendo en la medida que el Dortmund iba encontrando rendijas por las que avisar. A duras penas entre Gim¨¦nez, Azpilicueta y Witsel pod¨ªan sostener las pacientes embestidas locales. Siempre tocando hasta buscar el momento de acelerar. El acoso comenz¨® por peinadas del tanque F¨¹llkrug para que Brandt, Sancho o Adeyemi recibieran de cara. Esto ya empez¨® a descomponer el orden defensivo del Atl¨¦tico. Adeyemi aprovech¨® una de esas prolongaciones de F¨¹llkrug para probar a Oblak con un disparo centrado. Al poco, el veloz extremo descubri¨® que Nahuel Molina estaba hecho un flan con una cesi¨®n comprometida a su portero. Olisque¨® la sangre el Dortmund en el flanco de Molina, en el espacio entre el argentino y Witsel. Y all¨ª puso la pelota Hummels con el exterior de su bota derecha desde unos cinco metros de la frontal del ¨¢rea. La posici¨®n del veterano central delataba d¨®nde jugaba cada equipo. El Dortmund metido en el campo del Atl¨¦tico y este encastillado en su ¨¢rea. El fino pase de Hummel lo recibi¨® el talentoso Brandt en el pico del ¨¢rea. Se deshizo de Witsel y desparram¨® un zurdazo violento y cruzado que Oblak no contuvo. Mala se?al. El esloveno deb¨ªa ser una carta decisiva en la defensa del 2-1 de la ida.
El gol fue nitroglicerina para la enfervorizada hinchada del Dortmund. El Westfalenstadion se convirti¨® en una olla a presi¨®n en la que el Atl¨¦tico se fue empeque?eciendo. Fue reducido a la nada, noqueado, tambale¨¢ndose, con el doble peso de la ocasi¨®n de Morata y el tanto recibido agarrot¨¢ndole. Desorientado, a merced de las combinaciones en las inmediaciones de su ¨¢rea, recibi¨® otro golpe por la misma guardia baja que formaban Molina y Witsel. Entre los dos se col¨® el liviano Maatsen por el lateral del ¨¢rea para plantarse escorado ante Oblak y superarle con un disparo raso y cruzado. Ah¨ª, los acad¨¦micos aconsejan tirarse en diagonal para tapar m¨¢s espacio. Oblak solo cubri¨® su palo. No parec¨ªa su noche.
Los dos goles en contra propiciaron que Simeone tuviera que hacer una triple apuesta. Dio entrada a Correa y sent¨® a Morata con el golpe psic¨®logico que conllevaba para un nueve que hab¨ªa tenido en sus botas poner en ventaja a su equipo. Tambi¨¦n se qued¨® en la caseta el naufragado Molina para que Barrios ocupara el centro del campo y Llorente cogiera el carril del argentino. El tercer cambio fue Riquelme por Azpilicueta para darle profundidad el flanco izquierdo. Fue otro el Atl¨¦tico. De unos toques en el ¨¢rea del Dortmund ara?¨® un saque de esquina. Lo bot¨® Griezmann pasado al segundo palo y lo toc¨® Hermoso con un cabezazo endeble que se col¨® tras tocar en Hummels. De nuevo, la eliminatoria a la par. Y no especul¨® el Atl¨¦tico. A Correa se le fue un mano a mano con Kobel. Y el argentino caz¨® una volea alta que empataba el partido y pon¨ªa la clasificaci¨®n franca para el Atl¨¦tico.
El Westfalenstadion fue invadido por primera vez por un silencio sepulcral. Resucit¨® pronto. A una rosca delicada de Sabitzer, F¨¹llkrug se elev¨® majestuoso corriendo al primer palo para con un giro de cuello prodigioso dirigir un cabezazo cruzado al palo m¨¢s alejado de Oblak. Un gol que volvi¨® a inflamar el volc¨¢nico Muro Amarillo y al resto del grader¨ªo. No le dio tiempo siquiera al Atl¨¦tico a asentarse para digerir el gol. Sabitzer, el mejor junto a Brandt termin¨® por enterrar al Atl¨¦tico entre los cascotes de un muro infernal que se le cay¨® encima y ya no se recuper¨®.
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