Real Madrid: lujuria competitiva
Lunin contribuy¨® como ning¨²n otro a bajar las pulsaciones del equipo blanco ante el City en un partido que marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s en su carrera
La raza Champions
Los caminos hacia lo imposible tambi¨¦n son infinitos en el retorcido f¨²tbol, m¨¢s a¨²n con el misterioso Madrid de por medio, que en este ¨²ltimo cap¨ªtulo de su larga historia explor¨® nuevas contradicciones. De mariposa a larva para seguir ganando. Puedo jugar como nunca jugu¨¦, puedo ganar siendo peor, puedo ser grande defendiendo como un equipo chico. Todo esto dijo en M¨¢nchester sin bajarse de su orgullo hist¨®rico. Su premisa favorita es no rendirse nunca y el ¨²ltimo camino que eligi¨® fue angustioso, como si una pistola le hubiera estado apuntando a la cabeza todo el tiempo. Fue, tambi¨¦n, sacrificado, con jugadores que terminaron con calambres hasta en las pesta?as. Y fue, por supuesto, heroico, con esa especie de lujuria competitiva que contiene nobleza, generosidad, perseverancia, solidaridad¡ todo en las proporciones superlativas que exige la supervivencia. Esta semana, en otro d¨ªa que durar¨¢ para siempre, volvi¨® a llevar al f¨²tbol un poco m¨¢s all¨¢.
Sin miedos ni complejos
La historia se construye con emociones, gestas y estad¨ªsticas. De todo anda sobrado el Madrid en Champions. Esta vez, el impresionante despliegue del City oblig¨® a conectarse con el juego a otro nivel. Se necesitaba una concentraci¨®n fan¨¢tica que solo los artistas logran tener en los momentos de trance creativo. Entre ceja y ceja, los rivales como invasores y el bal¨®n como amenaza. Lo dem¨¢s no exist¨ªa porque el City no lo permit¨ªa. La afici¨®n no era m¨¢s que un ruido de fondo. La t¨¢ctica, una informaci¨®n que no contaba en medio del acoso. Las consecuencias, en el caso de que todo saliera mal, ni siquiera se consideraban en ese estado de superconcentraci¨®n. Cada jugada del City que terminaba angustiosamente parec¨ªa ser el ¨²ltimo recodo de resistencia que le quedaba al equipo. Pero como si al mecanismo defensivo se le pudiera dar cuerda, a la siguiente acometida los encontraba a todos en perfecto estado de revista.
Y otra vez: la fe que lo empecina
No estaban Courtois ni Militao ni Alaba ni Tchouam¨¦ni. Estaba un equipo orgulloso consciente de las consecuencias m¨¢gicas de su poder psicol¨®gico. Con una seguridad hija de la historia que hasta los dioses parecen respetar y proteger. En esta ocasi¨®n no para alterarlo todo en tres minutos con un bal¨®n como varita m¨¢gica, sino para trabajar el milagro con pico y pala durante dos largas horas. El City es una bendici¨®n del f¨²tbol que te somete hasta matarte, pero ya dijo Ancelotti que el Madrid nunca muere. Cierto: el mi¨¦rcoles pareci¨® m¨¢s preparado para resucitar. Incluso en la tanda de penaltis, donde Modric err¨® el primero y nos doli¨® dos veces, por fallar y por ser Modric. Luego le toc¨® a Bellingham y a esos actores secundarios que salvan una pel¨ªcula: Lucas V¨¢zquez y Nacho.
Los nuevos h¨¦roes
El ¨²ltimo lo lanz¨® R¨¹diger, un le¨®n feliz y expresivo adoptado por el madridismo. La gente festej¨® con una alegr¨ªa proporcional al sufrimiento. Lo extra?o es que Lunin, el responsable m¨¢ximo de ese subid¨®n, no se inmut¨® ni siquiera al tocar cumbre en la tanda de penaltis. Es de suponer que esa cara de sepulturero no era m¨¢s que un amague m¨¢s, puesto que, como dijo Carlo, no hab¨ªa ning¨²n muerto. Impasible ante el ametrallamiento a lo largo del partido y ante el fusilamiento durante los penaltis, Lunin contribuy¨® como ning¨²n otro a bajar las pulsaciones de todo el equipo. Pero m¨¢s m¨¦rito tuvo al bajar sus propias pulsaciones en un partido que marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s en su carrera. Ma?ana, en el Cl¨¢sico, tendr¨¢ constancia de su nuevo estatus futbol¨ªstico. No descartemos una sonrisa.
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