La Pelopina y Pedro S¨¢nchez
El entrenador del Bar?a se?al¨® el camino al presidente del Gobierno, que ha adoptado su legendario m¨¦todo giratorio para sacudirse la presi¨®n y seguir conquistando metros en el campo
El mejor movimiento de Xavi, el que nos pon¨ªa a todos en pie, fue bautizado como la Pelopina. Se llamaba as¨ª porque cuando el centrocampista -apodado en el vestuario como Pelopo- recib¨ªa un bal¨®n y ve¨ªa por el retrovisor que se acercaba un tren de mercanc¨ªas para rob¨¢rselo, daba una vuelta sobre s¨ª mismo de 360 grados, se sacaba de encima al acosador y luego continuaba en la misma direcci¨®n conquistando metros en el terreno de juego. Una cuesti¨®n de supervivencia, explicaba ¨¦l, por la falta de un f¨ªsico m¨¢s contundente. Lo interesante es que ahora, como entrenador, desempolvase su Pelopina para volver a rotar descolocando al personal y terminar volviendo al mismo lugar. O sea, al banquillo del Bar?a despu¨¦s de anunciar que se marchaba. Una jugada clave tambi¨¦n para entender la pol¨ªtica actual, incluida la que rodea al f¨²tbol.
Xavi puede gustar m¨¢s o menos, pero ha creado una escuela de hierro forjado que imitan los estrategas m¨¢s reputados. Su decisi¨®n, su marcha atr¨¢s, sus fintas y amagos con irse y todo lo que vino despu¨¦s recuerdan inevitablemente al ¨²ltimo gran truco del presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez. Lo comprobamos ayer con el coraz¨®n en un pu?o a las once de la ma?ana: los que quer¨ªan que se fuera, los que no y los que no ten¨ªan una opini¨®n clara al respecto. La Pelopina est¨¢ de moda. Y su aplicaci¨®n en el campo parlamentario significa solo que el f¨²tbol, o sus salas de prensa, se han convertido tambi¨¦n en una olla a presi¨®n en la que sus protagonistas no est¨¢n dispuestos a vivir. Aunque les vaya en el cargo. Todo est¨¢ demasiado politizado o, al menos, lo que tiene que ver con determinados equipos.
La Pelopina, traducida a la pol¨ªtica, vendr¨ªa a ser aquello del Gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: que todo cambie para que todo siga igual. Es decir, construir una ilusi¨®n de movimiento a trav¨¦s de la rotaci¨®n de 360 grados sobre un mismo eje (enti¨¦ndase ese eje como el interesado y la ilusi¨®n como un mensaje a la toxicidad del famoso entorno). Es la obra maestra de la pol¨ªtica italiana de las ¨²ltimas d¨¦cadas y un instrumento muy ¨²til cuando las cosas no funcionan o cuando alguien que no ha colmado las expectativas generadas quiere conservar su puesto y para ello aparenta estar haciendo un mont¨®n de cosas. Porque uno podr¨ªa pensar que dimitir es algo del momento, el resto ser¨ªa solo ganar tiempo.
El resumen de todo esto, sin embargo, es un extra?o vaso comunicante que ha conducido a la bufandizaci¨®n de la pol¨ªtica (los hooligans del Sanchismo en la puerta de Ferraz como si fueran la grada de animaci¨®n y comparecencias en la Moncloa un lunes por la ma?ana m¨¢s emocionantes que una final de Champions) y a una exagerada dramatizaci¨®n del f¨²tbol (judicializaci¨®n del deporte, machismo, racismo, salud mental, art¨ªculos como este mezclando churras con merinas y hasta un VAR convertido en una forma de lawfare). Una buena Pelopina fuera de la cancha -en la pol¨ªtica o en los despachos del club- podr¨ªa parecer estrategia, pero sugiere tambi¨¦n una sensible falta de planificaci¨®n. Y que, con frecuencia, tengamos la sensaci¨®n de estar en manos de improvisaciones e impulsos personales que ignoran las consecuencias colectivas de esas decisiones. Aunque eso s¨ª, menudo regate.
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