El f¨²tbol, m¨¢s orden que aventura
Si bien la mecanizaci¨®n me resulta preocupante, insisto en que los entrenadores que mejor la interpretan alcanzan la excelencia
De d¨®nde venimos
El f¨²tbol hizo ostentaci¨®n de su mediocridad durante mucho tiempo. Dentro del campo porque era bastante com¨²n ver a equipos que parasitaban el f¨²tbol, especuladores que esperaban con aburrida paciencia para terminar sorprendiendo a rivales ingenuos. As¨ª se escapaba del descenso y hasta se era campe¨®n. Fuera del campo no hab¨ªa un discurso que dignificara el juego ni el fen¨®meno social que provocaba. Las mejoras siempre dependen de un pu?ado de sabios que el tiempo consagra como h¨¦roes. Los sabios y los h¨¦roes no son tibios. Algunos de ellos desafiaron a las incomprensiones y sobrevivieron a fuertes pol¨¦micas. Menotti y Maturana en Sudam¨¦rica, como Cruyff y Sacchi en Europa, fueron revolucionarios y sus ideas encontraron la legitimidad del triunfo. Logros imprescindibles dentro de un medio que solo cree a los ganadores. Al mismo tiempo, un periodismo combativo y brillante acompa?¨® el cambio.
Hacia d¨®nde vamos
En los a?os 70 era normal leer en un vestuario avisos como el siguiente: ¡°Para fumar aqu¨ª hay que salir fuera¡±. Las cosas cambiaron. Hoy en los vestuarios puede que haya leyendas de autoayuda, pero con buena sintaxis. En la pr¨®xima Feria del Libro el tema vertebral ser¨¢ el deporte, ya integrado como parte importante de la cultura popular. Una dignificaci¨®n intelectual que nos ayuda a entender el f¨²tbol como hacedor de comunidad. En cuanto a lo que est¨¢ ocurriendo dentro del campo, hay dos tipos de influencias. Por un lado, crece el imperio de la t¨¢ctica, que requiere de una metodolog¨ªa cada d¨ªa m¨¢s estricta. Una sobrecarga de control que sujeta el instinto y ahoga la inspiraci¨®n. Lo igual se est¨¢ imponiendo a lo distinto y eso condena al juego a la monoton¨ªa de lo previsible. Pero, por otro lado, crecen entrenadores de un nivel extraordinario.
Patrones de conducta
Se buscan jugadores de gran dominio f¨ªsico, de buena competencia t¨¦cnica y obedientes. Si en el pasado siglo el orden era una cuesti¨®n defensiva, ahora lo abarca todo. El camino del bal¨®n hacia la porter¨ªa contraria tambi¨¦n est¨¢ predeterminado. Sin duda hay detr¨¢s un trabajo de investigaci¨®n para descubrir patrones de conducta de los rivales y para aprovechar sus debilidades. Pero si el f¨²tbol seg¨²n Menotti es ¡°orden y aventura¡±, estamos agrandando lo primero en detrimento de lo segundo. ¡°Partido muy interesante¡±, escucho decir en medio de encuentros en los que chocan dos inteligencias ajedrec¨ªsticas. Yo no le encuentro inter¨¦s a duelos en los que ning¨²n jugador bueno destaque y desequilibre. Todos intentan, una y otra vez, que salga lo ensayado. Cuando eso ocurre, mejor mirar los res¨²menes, donde s¨®lo se ven los intentos felices. Menos mal que el f¨²tbol a¨²n tiene maneras alternativas de hacer saltar las costuras de lo previsible: emociones, azares, genialidades, errores¡
Valientes mec¨¢nicos
Si bien la mecanizaci¨®n me resulta preocupante, insisto en que los entrenadores que mejor la interpretan alcanzan la excelencia. Es aqu¨ª donde caigo en una contradicci¨®n. En Espa?a, el Madrid se ha paseado y el Girona, desde su modestia, dio una exhibici¨®n futbol¨ªstica superando todas las expectativas. Portugal sigue dando entrenadores y jugadores de gran categor¨ªa para consumo europeo y sus grandes equipos, m¨¢s all¨¢ de ciertas irregularidades, muestran una gran calidad competitiva. En la Premier, el duelo entre Pep y Arteta fue de un nivel inolvidable. Xabi Alonso bati¨® todos los r¨¦cords con un f¨²tbol que deslumbr¨® a Alemania y a toda Europa. En Italia, el Bolonia de Thiago Motta alcanz¨® una plaza de Champions con un f¨²tbol arriesgado y atractivo plagado de centrocampistas de buen pie. El PSG de Luis Enrique manda en Francia con el estilo abierto y atractivo que conocemos. Quiero odiar a los domesticadores, pero lo hacen tan bien¡
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