El desencanto
A Xavi le despidieron por decir la verdad. Porque empiezas as¨ª y terminas derribando el edificio de cualquier relato, el de una familia e incluso el de todo un r¨¦gimen dictatorial
El despido de Xavi est¨¢ m¨¢s que justificado. Igual que el cabreo de Joan Laporta cuando escuch¨® a su entrenador admitir, despu¨¦s de haberse puestos ciegos de sushi y decir lo contrario, que no podr¨ªan competir con sus grandes rivales: ni en Espa?a con el Madrid, ni en Europa, con un sinf¨ªn de equipos con mayores recursos. Es normal que le hayan echado, porque Xavi se carg¨® de un plumazo la ilusi¨®n, o sea, lo ¨²nico que todav¨ªa tiene sentido en el f¨²tbol. La ilusi¨®n entendida como ese amasijo de emociones optimistas, pero tambi¨¦n como el espejismo de la realidad. Nuestros sue?os aspiracionales. El truco que nunca habr¨ªamos querido verle al mago y lo ¨²nico que nos permit¨ªa esquivar el gran desencanto.
A Koeman ya le ocurri¨® con aquel ¡°es lo que hay¡±. Tambi¨¦n a Bernd Schuster en el Real Madrid, cuando confes¨® que era imposible ganarle al Bar?a de Guardiola en v¨ªsperas de un cl¨¢sico. Esas cosas se piensan, se estudian, se combaten en silencio en cualquiera de nuestras guerras interiores. Pero no se verbalizan jam¨¢s. Hay que mentir, y seguir mintiendo. De lo contrario, se produce la ruptura del principio de ficci¨®n, que rige las relaciones sentimentales, art¨ªsticas e, incluso, las operaciones financieras. Empiezas contando la verdad, y terminas derribando el edificio de cualquier relato, el de una familia e incluso el de todo un r¨¦gimen dictatorial, como hizo Jaime Ch¨¢varri con la estratosf¨¦rica El Desencanto (1976) y la historia de los Panero. ¡°El fracaso es la m¨¢s resplandenciente victoria¡±, proclamaba el poeta Leopoldo Mar¨ªa en el documental. Aunque este no sea el caso, claro.
La realidad, valga la paradoja, es que los aficionados han perdido ese alimento emocional que mantiene vivas las ilusiones. O se lo han robado. Los lunes evitamos la prensa deportiva. Y el mercado de fichajes, tan excitante incluso en tiempos de Josep Llu¨ªs N¨²?ez cuando lo delegaba en la portera, se ha vuelto la confirmaci¨®n de lo que es el club. O de lo que ha dejado de ser. La evidencia muestra tambi¨¦n que no es solo culpa de Xavi. Llevamos as¨ª a?os. Y ahora entendemos que los momentos de esplendor del Bar?a eran como una de esas estrellas que siguen brillando miles de a?os despu¨¦s de haberse apagado. Lo sab¨ªa Guardiola cuando dijo aquello de ¡°ens farem mal¡± (¡±nos haremos da?o¡±) y cogi¨® la puerta para largarse a meditar a Nueva York. Traum¨¢tico. Pero al menos le ahorr¨® al Bar?a, esa especie de madrastra cruel, que destrozase a una leyenda del club como ha hecho con Xavi, Koeman o Messi, a quien le prometieron una renovaci¨®n con un asado, y enfil¨® el camino de Par¨ªs llorando. O no digamos a Cruyff, cuando devolvi¨® la insignia de presidente de Honor en uno de los tragos m¨¢s amargos del club. ¡°Yo me destruyo para saber que soy yo y no todos ellos¡±, dec¨ªa tambi¨¦n Panero en El Desencanto. Y en eso s¨ª se reconoce el Bar?a.
El despido de Xavi, pues, entra dentro de la l¨®gica del f¨²tbol. El problema es c¨®mo se ha hecho, la imagen que ha proyectado el Bar?a de s¨ª mismo y el sadismo mostrado con un mito al que han dejado coci¨¦ndose a la intemperie durante 10 d¨ªas mientras decid¨ªan si pod¨ªan pagar los 20 millones de su finiquito ¡ªnormal si Xavi finalmente no los perdona¡ª y si quedaba alguna palanca de la que tirar para su sucesor. ¡°Es cruel y desagradable ser entrenador del Barcelona¡±, dijo el de Terrassa ignorando que todav¨ªa lo ser¨ªa m¨¢s dejar de serlo. Un sainete final que estuvo a punto de empa?ar la fiesta del fabuloso equipo femenino con un Laporta pidiendo foco y gritando ¡ª¨¦l tambi¨¦n¡ª que ¡°es muy dif¨ªcil ser presidente del Bar?a¡±. Pod¨ªan haberlo pensado antes.
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