El Madrid y la teor¨ªa del caos, cap¨ªtulo final
M¨¢s nervios en la directiva y m¨¢s desconfianza en los futbolistas que nunca en la expedici¨®n merengue, que viaja con las alarmas encendidas por el favoritismo en Londres: ¡°A otro perro con ese hueso¡±.
?Por qu¨¦ cada a?o estoy m¨¢s nervioso? La pregunta se la hizo a s¨ª mismo el pasado mi¨¦rcoles un alto directivo del Real Madrid. Tambi¨¦n se dio respuesta. El f¨²tbol no s¨®lo no opera como otros ¨¢mbitos de la vida, sino que en ocasiones lo hace al contrario. Un cirujano, despu¨¦s de cien operaciones, est¨¢ menos nervioso que la primera vez, cuando todo es nuevo y pueden temblarle las manos: a ese cirujano queremos confiarle nuestra vida antes que al novato porque la experiencia importa. ?Y en el f¨²tbol? En el f¨²tbol importa tambi¨¦n la experiencia, pero al rev¨¦s: cuanta m¨¢s experiencia acumulada tienes, m¨¢s eres consciente del caos, del desorden, del absoluto descontrol que rige un partido de f¨²tbol o una competici¨®n, resuelta a veces por una cuesti¨®n de segundos o mil¨ªmetros, resuelta incluso muchos meses antes de que vayas a jugar ese partido. Ya saben: el aleteo de una mariposa produce una peque?a vibraci¨®n en el aire que, encadenando diversas variaciones, puede terminar formando un tornado en otra esquina del mundo.
Por ejemplo, Vallecas. Si el delantero del Rayo Vallecano, Ra¨²l de Tom¨¢s, no hubiera marcado un penalti ante Lunin en febrero durante la Liga, ?estar¨ªa el Madrid en la final de Champions? Aquel d¨ªa, como relat¨® EL PA?S, Ra¨²l de Tom¨¢s tir¨® por el centro y marc¨®. Pero Luis Llopis, entrenador de porteros, le hab¨ªa hecho se?as a Lunin de que se quedase parado en ese penalti. ¡°Un portero atiende a las indicaciones de quienes estudiaron a los lanzadores, pero no soportan que les digas que se queden quietos. Porque el bal¨®n puede pasarles al lado y quedar como idiotas ah¨ª parados¡±, cuenta un directivo del Madrid. Lunin en aquel penalti se tir¨® a un lado. Lunin, cuando Kepa y Llopis le advirtieron de que Bernardo Silva en cuartos de Copa de Europa seguramente tirase al centro, no se atrevi¨® a irse por su cuenta: si se tiraba e iba por el centro, de nuevo, y volv¨ªa a fallar¡ Esta vez, mejor hacer caso. Si hubiera hecho caso en Vallecas, quiz¨¢ en Manchester hubiera tenido m¨¢s confianza en s¨ª mismo, y esa confianza hubiera aparcado al Madrid en Champions. El f¨²tbol es un juego diab¨®lico. De ah¨ª la trascendencia de que el Madrid, en la ¨²ltima d¨¦cada, haya conseguido gobernar de manera inveros¨ªmil sobre ese caos hecho de elecciones que no le pertenecen en partidos tan alejados a los decisivos.
El avi¨®n de la expedici¨®n madridista sali¨® 40 minutos m¨¢s tarde de la hora prevista, 17.40 horas, del aeropuerto Adolfo Su¨¢rez-Barajas en direcci¨®n a Luton, desde donde se desplaz¨® al hotel The Grove, campi?a brit¨¢nica a 30 kil¨®metros de Wembley, alejada del bullicio del centro de Londres. La plantilla ha sido empachada en los ¨²ltimos d¨ªas de v¨ªdeos del Borussia Dortmund. Uno tras otro, en cada entrenamiento. Movimientos defensivos y ofensivos del equipo alem¨¢n, jugadas de estrategia, cambios de t¨¢ctica en pleno partido, jugadores m¨¢s peligrosos y c¨®mo neutralizarlos. El presidente del Madrid, Florentino P¨¦rez, habl¨® con los jugadores el d¨ªa anterior en Valdebebas para recordarles que la Champions, para el madridismo, es la culminaci¨®n de un sue?o; el entrenador, Carlo Ancelotti, dir¨¢ este viernes ya en Londres algo que musitan los jugadores en corrillos privados, un malestar creciente con aquellos medios que, seg¨²n ellos, han vendido la idea de que es una final f¨¢cil, de que el Borussia no es rival, y que menos lobos. ¡°No es prensa que nos quiera¡±, dice un portavoz del club. ¡°Es prensa a la que le molesta que hayamos llegado a la final y trata de quitarle valor. Y el mensaje del Madrid, y el mensaje del entrenador a la plantilla ma?ana [por el viernes] ser¨¢: no nos lo tragamos, a otro perro con ese hueso¡±.
En la expedici¨®n del Madrid se recordaba este jueves otra final tachada de f¨¢cil en la v¨ªspera: la del Bayer Leverkusen en Glasgow. ¡°Y nos salv¨® Casillas, portero suplente, en los minutos finales¡±, dice un miembro del equipo t¨¦cnico. ¡°Una final de Champions es, sencillamente, el partido m¨¢s dif¨ªcil del a?o. Al que m¨¢s cuesta llegar. Y ha llegado un equipo que ha ganado al Atl¨¦tico y al PSG, que es un equipazo, y que nos ganar¨¢ a nosotros si nos descuidamos. Ninguna confianza y todas las alarmas encendidas¡±. El ambiente en el avi¨®n, en el que viaj¨® invitado por el Madrid este periodista, lo atestiguaba: silencio y concentraci¨®n entre los jugadores, m¨¢s all¨¢ de alguna foto al llegar a sus asientos para subir en redes. En la T-4 de Barajas, de camino a las puertas de embarque a Londres, una tras otra, las 14 Champions en el suelo con la fecha y el lugar de la final.
Un hombre atra¨ªa todas las miradas: Jude Bellingham. La antigua estrella del Borussia Dortmund lleva hoy el 5 de Zinedine Zidane en el Real Madrid. Pesa la historia, pesa el escudo y pesa la m¨ªstica, pero Bellingham, el chico de 20 a?os de ideas claras, dej¨® dicho en privado hace un par de noches que no celebrar¨¢ un gol. ?Ni siquiera en la final de Champions?, le preguntaron. ¡°No¡±. ?Ni siquiera si el gol es en el ¨²ltimo minuto? ¡°Tampoco. El Borussia fue mi club¡±, dijo sonriendo. En el autob¨²s de camino al hotel, ?lvaro Arbeloa recibe la informaci¨®n con pragmatismo: ¡°Ojal¨¢ no celebre tres¡±.
Todo indica que jugar¨¢ Courtois tras la inoportuna (?inoportuna?) gripe B de Lunin. Ancelotti se enfrentaba a un dilema infernal: mantener al portero que ha contribuido de forma decisiva a que el Madrid est¨¦ en la final, o al mejor portero del mundo ya recuperado y afinado tras su larga lesi¨®n. No tendr¨¢ que tomar la decisi¨®n que probablemente habr¨ªa tomado de todas formas.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.