Final
Final es tambi¨¦n cuando rellenas las ultimas l¨ªneas de tu ultimo art¨ªculo y piensas en todas esas ideas, todas esas reflexiones, todos esos paisajes futboleros que has querido trasmitir
Wembley y final de Champions se suelen relacionar, y no solo, con el Bar?a y algunos de los mejores momentos de su historia. Es por eso muy singular que el Real Madrid, el gran conquistador de esta competici¨®n no haya ganado, ni jugado, una final en el templo de los padres del f¨²tbol, en el venerado pante¨®n blaugrana, en el m¨ªtico Wembley.
Si una final es el acto que da por concluida una temporada, algo as¨ª como la fiesta de final de curso, una final de Champions League es el acto de clausura solemne de la temporada de clubes en Europa. La cita a la que todos quieren, queremos, asistir en calidad de protagonistas, vamos, de los que se juegan el trofeo en el c¨¦sped, pero que tambi¨¦n congrega a todo el f¨²tbol, en sus diversas capas, elementos, agentes, medios, negocios y actividades diversas que tienen relaci¨®n con el bal¨®n de f¨²tbol.
Lo vimos en Bilbao hace una semana con la marea de aficionados y aficionadas blaugranas que inundaron el Botxo pero tambi¨¦n con los reservados de los restaurantes llenos de profesionales que buscaban contactos, relaciones, informaciones o sencillos momentos para el reencuentro.
Pues transformemos, si se puede, la escala Bilbao a la escala Londres y tendremos todo eso que se va a mover en esto del f¨²tbol y que no tiene nada que ver, ni se va afectar, ni se va a emocionar, con lo que suceda en el inmaculado c¨¦sped de Wembley pero que constituye una parte del motor que mueve el f¨²tbol.
La otra es ese mundo de emociones, miedos, supersticiones, esperanzas e ilusiones con las que los seguidores del Real Madrid y Borussia Dortmund llegar¨¢n a tierras inglesas para celebrar que son los grandes protagonistas de lo que se celebra y te?ir¨¢n las calles londinenses de cantos, colores y rituales. En eso tienen algo de terreno avanzado los alemanes, ya que ellos s¨ª que han estado en Wembley para dirimir la propiedad de la Orejona, solo que como aquello acab¨® mal para su colores buscar¨¢n la manera de cambiar la suerte, tal vez otra camiseta, tal vez otra gorra, tal vez otra ropa interior, qu¨¦ s¨¦ yo, lo que haga falta para romper con el mal fario.
Pero claro, si uno habla de pasiones y de f¨²tbol solo hay que abrir la ventana de la imaginaci¨®n olfativa para situarte en la madrugada de este jueves en El Pireo, y sentir la pulsaci¨®n orgullosa de una afici¨®n que celebraba entre bengalas, humos y canciones que su Olympiacos ha conseguido el primer t¨ªtulo europeo para un club griego. Y que en ese altar cl¨¢sico tienen un nuevo dios que se llama Jos¨¦ Luis Mendilibar, ese que miraba con cara de orgullo, satisfacci¨®n y algo de magia esa medalla que confirmaba que tras aquello que se consideraba el milagro de Budapest con el Sevilla, una de esa excepciones que hacen maravilloso el f¨²tbol, hab¨ªa vuelto al ¨²ltimo escal¨®n de una competici¨®n europea y hab¨ªa vuelto a convertir las ruinas de Olympiacos en un vergel en el que florec¨ªa la Conference League y la alegr¨ªa se desbordaba, no en todos los barrios, no en todas las casas que por all¨ª tambi¨¦n saben mucho de rivalidades y colores, de la capital griega.
Final es tambi¨¦n ese momento en el que un presidente, tambi¨¦n vale vicepresidente, aparece por tu despacho y te dice que tu tiempo en un club ha acabado y que tocan tiempos de recoger, plegar y volverte a tu casa entre dolido, sorprendido, extra?ado, y tal vez, solo tal vez, un poco descansado.
Final es tambi¨¦n cuando rellenas las ultimas l¨ªneas de tu ultimo art¨ªculo y piensas en todas esas ideas, todas esas reflexiones, todos esos paisajes futboleros que has querido trasmitir y que ahora tocar¨¢ ver, mirar, observar, aprender desde otra ciudad, otro pa¨ªs, otros colores, ahora azul y blancos. Como dijo aquel, suena el timbre y se acab¨® el recreo. Les espero en Oporto y como dicen por all¨ª: ¡°At¨¦ j¨¢¡±.
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