M¨¢xima tensi¨®n
La responsabilidad, la inconsciencia, sentir un proyecto que se escurre de las manos son razones para llevarnos a situaciones en las que no nos reconocemos
No conozco a Massimiliano Allegri, entrenador de la Juventus, m¨¢s que de alg¨²n pasillo de alg¨²n estadio, alg¨²n hola y adi¨®s r¨¢pido, pero le ten¨ªa por un tipo curtido y poco dado a los espect¨¢culos, mucho menos al striptease, por lo que me sorprendi¨® su reacci¨®n exagerada en el descuento de la final de Copa de Italia que enfrentaba a su Juve contra el admirable Atalanta. Verle irse despojando de sus ropajes a un experimentado entrenador, despu¨¦s de recibir una tarjeta roja, por protestar una falta en los segundos finales de un partido que pod¨ªa darle un t¨ªtulo a una entidad necesitada, podr¨ªa ser una motivaci¨®n para tan exagerada protesta. Bueno, habr¨¢ quien tambi¨¦n pueda leer que detr¨¢s de tanta efusividad descontrolada hab¨ªa mucho de fina, que no fr¨ªa, estrategia para parar el partido, detener los segundos finales, qui¨¦n sabe si influir en el ¨¢rbitro.
El caso es que esa imagen de un experimentado entrenador empujado hacia el t¨²nel de vestuarios mientras hac¨ªa adem¨¢n de quitarse su camisa se suma a aquella de Pep Guardiola tumbado en el c¨¦sped del Tottenham Hotspur Stadium mientras intentaba liberar esa v¨¦rtebra lumbar que le trae a mal traer mientras su equipo remaba para asomarse al t¨ªtulo de la Premier y la tensi¨®n, y las ocasiones del Tottenham, bloqueaban la lumbar del entrenador del City y le mandaban a la horizontal para recuperar el control de su espalda; o a esa otra de Valverde reclamando de forma desaforada por una acci¨®n que le mand¨® castigado mirando a la pared con una tarjeta roja y un par de partidos de sanci¨®n, tantas situaciones extremas como para que uno se alegre de no haber tomado nunca el camino de los banquillos como si all¨¢ arriba en el palco no se sufriera y no sobrase la camisa m¨¢s de una vez.
Qu¨¦ les voy a decir sobre el intenso debate entre Guardiola y su portero Ederson cuando Pep decid¨ªa cambiarlo tras el fuerte golpe recibido en la cabeza por el portero, que se sent¨ªa en condiciones de seguir pero la prudencia demandaba que saliese del terreno. Algo me vino a la memoria, no crean que mucho, para recordarme una acci¨®n parecida en la que anduve involucrado y en la que tras recibir un fuerte golpe en la cabeza fui atendido por el m¨¢gico ?ngel Mur, quien con agua, masaje y tacto me recoloc¨® todo lo que se hab¨ªa movido y segu¨ª jugando. El caso es que como ?ngel Mur sab¨ªa mucho m¨¢s que yo de estas cosas, se qued¨® detr¨¢s de la porter¨ªa para preguntarme c¨®mo iba el asunto. Yo, responsable y profesional, le dec¨ªa que todo bien, un poco de dolor de cabeza pero todo controlado. De pronto, cuenta ?ngel porque yo no recuerdo nada, me gir¨¦ para hacerle una pregunta : ¡°?ngel, ?d¨®nde estamos jugando?¡±. De ah¨ª al cambio, la camilla, la ambulancia y el ingreso en un hospital de Mallorca, porque del Llu¨ªs Sitjar se trataba, no hubo m¨¢s de media hora. Un tiempo en blanco en mis recuerdos.
La tensi¨®n, la responsabilidad, la inconsciencia, el pensar solo en ganar sin atender a otras cuestiones, el riesgo a medir lo que tienes que hacer y no lo que debes hacer, el sentir que un proyecto se escurre entre los dedos y que el infierno del descenso, la derrota, el abismo absoluto se abre bajo nuestras mentes, puede llevarnos a situaciones en las que no nos reconocemos, de esas en las que sentado en la tranquilidad de tu despacho siempre tienes la respuesta adecuada, la frase justa y el argumento preciso hasta que, parafraseando a Mike Tyson, llega el juego y te da un pu?etazo en la cara. Y te manda a la lona.
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