Mondo Duplantis, un ovni sobre el Stade de France, eleva a 6,25m su r¨¦cord del mundo de p¨¦rtiga, oro en Par¨ªs
El atleta sueco bate por un cent¨ªmetro su anterior marca, fijada el pasado abril, para conseguir su segundo t¨ªtulo ol¨ªmpico tras Tokio 2020
Suena ABBA. Dancing Queen. En una curva, Mondo, the King, baila envuelto en la bandera sueca. Tiene 24 a?os. Salta con p¨¦rtiga. M¨¢s alto que nadie. Cogi¨® el r¨¦cord del mundo con 6,17m hace cuatro a?os y medio. En Par¨ªs, en un Stade de France rendido, 75.000 pares de ojos, y tel¨¦fonos m¨®viles, fijos solo en ¨¦l, lo bate por d¨¦cima vez, lo deja en 6,25m, despu¨¦s de haber ganado sus segundos Juegos Ol¨ªmpicos. Se ha visto un ovni. Estalla el estadio ext¨¢tico. ?xtasis que se multiplica, despu¨¦s del toque de campana ritual, con el Pedro, Pedro, Pedro P¨¦ de Raffaella Carr¨¢. Par¨ªs es una fiesta. Y Mondo un magn¨ªfico discjockey.
Mondo Duplantis es el Mozart de la p¨¦rtiga como Anquetil lo fue del ciclismo, un talento innato para hacer m¨²sica con un palo de escoba en Nueva Orleans, una inquietud ¨²nica por ir siempre un paso por delante de los dem¨¢s por un camino diferente, signo de todos los genios, y unos padres que lo alimentan, llev¨¢ndole casi de feria en feria, exhibi¨¦ndolo, v¨ªdeos en las redes que documentan todos sus progresos de ni?o prodigio. Nadie lo discutir¨ªa, aunque costar¨ªa bastante imaginarse al genio ni?o de Salzburgo pasar horas y horas tumbado en el Mondo morado de un rinc¨®n del estadio, la espalda inc¨®moda sobre un cilindro grueso casi en contemplaci¨®n aburrida del vuelo de las moscas. Ni un soplo de viento. Calor pesado.
Una explosi¨®n repentina a los 18 a?os, con un t¨ªtulo europeo a 6,05m. Despu¨¦s, un a?o de ensayo y error, antes de ponerlo todo en su sitio con regularidad y fiabilidad en 2019, y una plata en el Mundial de Doha, donde Sam Kendricks le bati¨® empatados a 5,97m, por menos intentos. Despu¨¦s, un hurac¨¢n. En sus ¨²ltimas seis grandes finales desde Tokio, Duplantis gan¨® seis veces por encima de los 6m (entre 6,02m y 6,20 m), intent¨® el r¨¦cord del mundo cinco veces y lo bati¨® dos, y cuatro veces super¨® los 6,20m. Para ganar estos seis oros, pas¨® 25 veces el list¨®n en el primer intento y s¨®lo una en el segundo.
Alrededor de su burbuja, nada est¨¢ quieto. Sus teloneros de la p¨¦rtiga se afanan, sudan, sufren, se estresan, derriban. Poco a poco van desapareciendo de su alrededor. En el anillo de la pista, no dejan de pasar cosas. Los de 3.000m obst¨¢culos se pelean para llegar a la final, y Dani Arce, de Carde?adijo, Burgos, es el ¨²nico europeo entre los 15 que lo consiguen, y los sprinters, reyes y reinas de los 100m, sin parar, acumulan series de 200m, Tebogo, Charamba, Noah Lyles, Julien Alfred, Erriyon Knighton, Gaby Thomas, entran y salen fugaces de su plano visual. Cuando ya se ha metido el sol, m¨¢s lentas, ma non troppo, las mujeres de los 5.000m dan 11 vueltas y media a la pista a buen ritmo y una m¨¢s, la ¨²ltima, 57,85s, en sprint fren¨¦tico, codo con codo Faith Kipyegon y Beatrice Chebet, para que gane la segunda, la joven la nueva campeona ol¨ªmpica (14m 28,56s).
El Mozart hiperactivo que fue, seguramente se entrometer¨ªa, correr¨ªa, saltar¨ªa la r¨ªa, reir¨ªa, gritar¨ªa¡ El Mondo que espera calmo su momento para actuar de verdad, cambia de postura de vez en cuando, o se levanta, despacito, para, con las pumas naranjas en la mano, cruzar la pista para conferenciar con sus entrenadores, que son sus padres, Greg y Helena, sentados en la primera fila de las gradas, o pide permiso al juez para ir al ba?o o se cuenta alguna historia divertida como su amigo griego Manolo Karalis que lleva una serie sin errores de cinco saltos hasta 5,90m, como, casi, el norteamericano Sam Kendricks o el filipino EJ Obiena, alumno de Vitaly Petrov, el creador de Isinbayeva. Se calza, se descalza. Y lo hace todo sin bulla.
Y a veces, para no enfriarse, salta. En las dos primeras horas de concurso lo hace solo dos veces, con el list¨®n a 5,70m y a 5,85m. Al comienzo de la tercera hora, 5,95m. Pasa el list¨®n con tanta holgura como estrechez sus rivales, jubilosos cuando rozan sus l¨ªmites y los superan, el list¨®n tembl¨®n. Duplantis, a¨²n ni se ha acercado a los suyos. Vi¨¦ndole a su lado, nadie piensa en alcanzar algo que no sea o una marca personal o una medalla de plata. Respetan a Duplantis como a un objeto llegado de otro planeta, uno cuyo reino, siguiendo el testamento, no es de este mundo. Dicen los libros que el salto con p¨¦rtiga es ¨²nico en el atletismo porque es antes un objeto que un salto, pero podr¨ªan reescribirse todos, la p¨¦rtiga es antes ¨¦l, Mondo, 24 a?os, un f¨ªsico normal ¨C1,83m, 79 kilos¡ª que lleg¨® al mundo con la p¨¦rtiga, el objeto, en los genes, un cilindro largo y fino, m¨¢s de cinco metros, y tan duro que se necesita fuerza y velocidad para doblarlo, que se necesita un Mondo. La especialidad m¨¢s imprevisible, m¨¢s sujeta a los elementos, lluvia, viento, molestias m¨ªnimas, estados de ¨¢nimo, sensaciones, Mondo la ha convertido en una ciencia exacta. Energ¨ªa potencia, energ¨ªa cin¨¦tica. Con su tercer intento, 6,00m como podr¨ªan haber sido 6,20, a tanta distancia pas¨® su pecho sobre el list¨®n, ya se proclam¨® campe¨®n ol¨ªmpico, como en Tokio hace tres a?os. Es tras el norteamericano Bob Richards (campe¨®n en Helsinki 52 y Melbourne 56) el primer pertiguista con dos t¨ªtulos ol¨ªmpicos)
Karalis (5,90m), bronce; Kendricks (5,95m), plata, derriba a 6m en el mismo instante en el que su compatriota Valarie Allmann tocaba la campana como campeona ol¨ªmpica de disco (69,50m), repitiendo la victoria de Tokio. Cinco minutos despu¨¦s, la brit¨¢nica Keely Hodgkinson, dos veces segunda en los Mundiales, plata en Tokio, gana por fin el oro en los 800m con 1m 56,72s (front runner: 58,30s + 58,42s).
A las 21.45, Mondo pide que el list¨®n suba hasta 6,10m. Bate el r¨¦cord ol¨ªmpico. No se le escapa ning¨²n detalle. La noche tiene que acabar con victoria y r¨¦cord. Si el mundial no cae, asegura el ol¨ªmpico. Lo celebra imitando el disparo de un pistolero turco que se ha hecho viral en los Juegos. ¡°Simplemente sucedi¨®. Simplemente, lo hice, pens¨¦ que era algo divertido hacer algo tonto y chulesco¡±, explica. ¡°Despu¨¦s del r¨¦cord del mundo, la reacci¨®n no puede ser tonter¨ªas preparadas de antemano, sino simplemente desbordarse de emociones, flipar. He tenido la suerte de hacerlo ya varias veces, pero cada vez la sensaci¨®n es m¨¢s o menos la misma. Esta fue una versi¨®n m¨¢s extrema. Cuando paso por encima de la barra es como si fuera inteligencia artificial, no parece real. Aquello era m¨¢s histeria y flipar¡±.
Ya nadie corre ni lanza. Todo el estadio para ¨¦l, para el ovni. Nadie se va. Pide 6,25m. R¨¦cord del mundo. A las 22.00 roza el list¨®n un poquito, lo justo para que tiemble y caiga. A las 22.05, interrumpen su show. Valery Borzov, el sovi¨¦tico campe¨®n ol¨ªmpico en Mosc¨² 80, le entrega la medalla de oro de los 100m a Noah Lyles. Tras el home of the brave, a las 22.10, un segundo intento clavado al primero. A las 22.18h exactamente, tres horas y 18 minutos despu¨¦s de haber comenzado la competici¨®n, Mondo corre por octava vez en la noche 20 pasos para cubrir los 45 metros hasta el list¨®n cargando con los dos kilos de la p¨¦rtiga, antes de clavarla seguro en el cajet¨ªn, empezar a doblarla antes de despegar los pies del suelo, un despegue suave, fluido, y salir disparado para responder a las exigencias de la f¨ªsica, y demostrar a los ateos eso de la transformaci¨®n din¨¢mica de la energ¨ªa. Aunque lo haga uno que viene del espacio en un ovni amarillo con forma de p¨¦rtiga.
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