Noruega se parte en dos en el Mundial
En un vestuario en el que saltan chispas, Graham Hansen carga contra la seleccionadora para después pedir disculpas
Noruega es la casa del Tócame Roque, un chisgarabís de lo que fue y de lo que puede ser, una selección partida en dos y que difícilmente se podrá recomponer en esta Copa del Mundo. Una imagen y una declaración lo ejemplifican. Por un lado, tras el duelo ante Nueva Zelanda, en el que cayeron por sorpresa (1-0), la estrella Ada Hegerberg se dirigió hacia sus compa?eras para echarles una bronca que hizo temblar los cimientos del estadio. O estás con ella o contra ella. Y por el otro, después de empatar con Suiza (0-0), Caroline Graham Hansen, la otra estrella, atendió a la prensa tras ser suplente. “Siento que llevo un a?o en el que me pisotean. La gente habla todo el tiempo de estar juntos como equipo y como nación, y no es que deba obtener nada gratis, pero pensé que me había ganado cierto respeto”, soltó a modo de bofetada para la entrenadora Hege Riise. Horas más tarde, se disculpó. Pero los problemas de Noruega vienen de lejos. Con Hegerberg y con Hansen.
En 2017, Hegerberg renunció a la selección justificando su ausencia en la desigualdad tanto salarial como en infraestructuras entre el equipo femenino y el masculino. Su renuncia fue un trago difícil de digerir para el camerino, que entendía que tras la pifia en la Eurocopa de ese curso —cayó en primera ronda—, la delantera se desmarcaba de un proyecto que se había tornado perdedor. Cosa que se subrayó en el Mundial de 2019, cuando ya había equilibrio salarial y siguió haciendo mutis por el foro. Aunque este a?o, con vistas al Mundial, pidió su sitio en Noruega. Deseo concedido.
Hansen también tuvo muchas lesiones e incluso quiso dejar el fútbol en 2018 —”Se acabó, quiero dejarlo”, llegó a decirle a su madre—, pero sus compa?eras le convencieron de que la necesitaban. Volvió con fuerza, haciéndose un nombre en el planeta fútbol, ya como extremo del Bar?a. Ocurrió, sin embargo, que en la pasada Eurocopa, Noruega se descalabró, un 8-0 ante Inglaterra que supuso el fin del seleccionador Martin Sj?gren, figura que había confeccionado el equipo para jugar alrededor de Hansen, que siempre hablaba con calidez del sueco. “Tenemos que mirarnos en el espejo y admitir que esto fue terriblemente feo”, siseó Hegerberg. Y, una vez despedido el entrenador, Hansen renunció a la selección porque necesitaba un descanso. “No sentí que les debía nada a los nuevos técnicos”, reconoció. Pero tras un a?o de asueto, también se pidió formar parte del equipo para el Mundial. Deseo concedido por la seleccionadora, que al fin podía contar con las mejores.
Aunque Riise, que ha jugado más partidos con Noruega que cualquiera (188), que fue nombrada la mejor de la Copa del Mundo (1995), que estuvo en el cuerpo técnico de Estados Unidos y que fue una de las encargadas de iniciar en Inglaterra este deporte, no ha encontrado la paz. Todo lo contrario, ya que ha sido criticada por el vestuario, un polvorín que no ha podido sofocar. “El ataque estaba muy arriba y la defensa muy abajo. Me sentí sola”, explicó Engen tras el envite ante Nueva Zelanda, poniendo en duda el modelo. Horas después, Hansen se ausentaba del entrenamiento por enfermedad. Y ante Suiza, ninguna salió de la partida. Sucedió, además, que Hegerberg notó molestias en la ingle tras el calentamiento y tampoco pudo jugar, por lo que Noruega se quedó sin plan y sin estrellas, ahora colista del grupo aunque con la ocasión de pasar ronda si vencen a Filipinas por una goleada, algo que asemeja complicado porque el equipo suma seis horas sin hacer una diana.
Hansen compareció al día siguiente ante los medios para pedir perdón. “Quiero disculparme por mis declaraciones. Solo soy un ser humano con muchos sentimientos. Le quité el foco a lo que importa, que es estar aquí para jugar la Copa del Mundo”, apuntó. Pero antes había sido clara. “Tal vez tenga que mirarme en el espejo y creer menos en mí”, expuso como si recogiera el hilo de las palabras de Hegerberg tras la Euro. O con ella o contra ella.
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