El reconocimiento de los partidos pol¨ªticos, condici¨®n esencial para la integraci¨®n en Europa
Las actuales relaciones entre Espa?a y las Comunidades europeas se encuentran en una fase de adaptaci¨®n t¨¦cnica del acuerdo comercial preferente de 1970 (v¨¢lido para la CEE de los ?seis?) al Mercado Com¨²n de los ?nueve?. El acuerdo comercial de 1970 se firm¨®, despu¨¦s de varios a?os de negociaciones, cuando la CEE contaba tan s¨®lo con sus seis Estados fundadores (Alemania Federal, Francia, Italia, B¨¦lgica, Holanda y Luxemburgo). Con la entrada en la CEE de tres nuevos Estados miembros (Gran Breta?a, Irlanda y Dinamarca), en enero de 1973, las relaciones Espa?a-CEE quedaron desfasadas.
Desde primeros de 1973 hasta octubre de 1975, espa?oles y comunitarios negociaron bajo la perspectiva de crear una zona de libre cambio para productos industriales, acompa?ada de preferencias arancelarias para los productos agr¨ªcolas espa?oles por parte de los ?nueve?.La idea de negociar una zona de libre cambio industrial Espa?a-CEE, sin suficientes contrapartidas agr¨ªcolas, fue objeto de cr¨ªticas, sobre todo por parte de la prensa espa?ola no oficial. Se dec¨ªa que Espa?a iba a vender su principal baza negociadora -la apertura del mercado espa?ol a los productos industriales de la CEE- sin que por ello pudiera aspirar a participar en los ¨®rganos de decisi¨®n comunitarios. En una palabra, Espa?a pagaba el precio industrial de la adhesi¨®n, qued¨¢ndose fuera.
Los acontecimientos de septiembre de 1975 (ejecuci¨®n de cinco activistas pol¨ªticos espa?oles) originaron la congelaci¨®n, por parte de la CEE, de las negociaciones con Espa?a.
En enero de 1976, tras la proclamaci¨®n de don Juan Carlos de Borb¨®n como Rey, la CEE decidi¨® descongelar las negociaciones.
El inicio de una nueva era pol¨ªtica, que hasta entonces hab¨ªa condicionado -y sigue condicionando- toda pretensi¨®n de Espa?a hacia la CEE que pretendiera superar lo simplemente comercial, hizo reflexionar a los nuevos dirigentes espa?oles.
El 28 de abril ¨²ltimo, comunitarios y espa?oles se sentaron en torno a una misma mesa, para comenzar a despejar inc¨®gnitas, cara a la adaptaci¨®n t¨¦cnica del acuerdo de octubre.
Alberto Ullastres, representante oficial de Espa?a ante las Comunidades europeas -y decano, por antig¨¹edad, desde 1965, de los embajadores de pa¨ªses acreditados ante la CEE- present¨® a los comunitarios las ideas generales que Espa?a pretende concretar en el futuro protocolo de adaptaci¨®n del acuerdo de 1970.
Para Espa?a la negociaci¨®n con la CEE tiene un car¨¢cter fundamental. No en vano la mitad de nuestro comercio exterior (importaciones y exportaciones) se hace con los ?nueve?.
Para la ECC, a pesar de lo atractivo de un mercado de 35 millones de consumidores, la negociaci¨®n con Espa?a es una m¨¢s de las que ha concluido, o est¨¢ en v¨ªas de terminar, con la totalidad de pa¨ªses del ¨¢rea mediterr¨¢nea -excepto Libia-, con 44 pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo de Africa, Caribe y Pac¨ªfico y con varios pa¨ªses de los continentes asi¨¢tico y suramericano.
Naturalmente, por su posici¨®n geogr¨¢fica y por su calidad de pa¨ªs europeo, Espa?a (junto con Grecia, que comenzar¨¢ en breve su negociaci¨®n de adhesi¨®n a la CEE, Portugal y Turqu¨ªa) es el ¨²nico pa¨ªs del ¨¢rea mediterr¨¢nea que puede aspirar a entrar en el Mercado Com¨²n.
Vocaci¨®n de futuro pa¨ªs miembro que debe ya contar en la actual fase negociadora separando en lo posible lo pol¨ªtico de lo t¨¦cnico. La democratizaci¨®n en Espa?a -condici¨®n previa para todo intento de entrada en la CEE- debe plantearse al margen del problema europeo, a pesar de ser condici¨®n esencial. Se ha hablado tanto de ello que todo el mundo parece tenerlo claro, incluido el propio Gobierno.
El deseo de Espa?a de entrar en la CEE deber¨ªa ser objeto de una fr¨ªa reflexi¨®n general por parte de todos los sectores interesados y comprendida la opini¨®n p¨²blica, pesando los pros y los contras.
A t¨ªtulo indicativo, las desventajas para Espa?a de una entrada en el Mercado Com¨²n podr¨ªan resumirse teniendo en cuenta que la protecci¨®n aduanera espa?ola deber¨¢ desaparecer totalmente entre los ?nueve?, con inevitables problemas para las industrias no competitivas, m¨¢s una serie de preferencias que Espa?a deber¨¢ respetar de acuerdo con los compromisos internacionales de la CEE (acuerdos comerciales con pa¨ªses terceros, libre cambio con los pa¨ªses de la zona EFTA, preferencias generalizadas, etc.), lo que podr¨ªa suponer el desarme arancelario total para m¨¢s del 50 por 100 de nuestras importaciones ante casi todo el mundo. Es un tema de reflexi¨®n.
Como puntos positivos sobresalen los de una libre penetraci¨®n comercial de los productos espa?oles, agr¨ªcolas e industriales, a un mercado de 260 millones de consumidores. El beneficio pata Espa?a de ayudas comunitarias, distribuidas a trav¨¦s de organismos especializados, para el desarrollo agr¨ªcola, regional, industrial, social, etc., y sobre todo la participaci¨®n con voz y voto en los ¨®rganos decisorios del futuro de una Europa de la que Espa?a forma parte.
La actual adaptaci¨®n del acuerdo de 1970, como problema inmediato, deber¨ªa suponer la b¨²squeda de un equilibrio en materia de preferencias Espa?a-CEE, v¨¢lido para un per¨ªodo de cinco a?os.
Entretanto, Espa?a deber¨ªa normalizar su vida pol¨ªtica, estructurar su sector agr¨ªcola e industrial
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