Curas nocturnos y diurnos
Cada temporada nuestra televisi¨®n tiene que contar en sus espacios con un h¨¦roe polic¨ªaco o detectivesco. Hubo la temporada Ironside, la temporada de los chicos de ?Publicaciones Howard?, la temporada del se?or y la se?ora McMillan, la temporada Colombo, la temporada de aquel vaquero llamado McCloud, la temporada de Sherlock Holmes, la temporada de Kojak, y si en estos momentos no estamos en plena temporada del Padre Brown es por culpa de la hora en que los cerebros de RTVE programan los divertidos cap¨ªtulos de esta serie brit¨¢nica. Unos act¨²an por libre y otros son profesionales al servicio del Estado. Huelga decir que casi siempre tales Estados son los Unidos de Am¨¦rica. Generalmente, el atrapacriminales yanqui es un funcionario (Ironside, McMillan, MeCloud, Colombo, Kojak ... ), mientras que en las ficciones europeas el sagaz interviene por mera afici¨®n.En este momento tenemos en nuestras pantallas peque?as tres representantes del g¨¦nero: el teniente Kejak, el detective negro de los domingos por la noche y el personaje de Chesterton. De. Kejak y sus m¨¦todos autortario- paternalistas nada -nuevo diremos. De un hombre que resuelve los casos a grito pelado, a la vez que da vueltas en su bocaza a un chupa-chups, nada serio se puede esperar. El teniente de Nueva York encarna al modo yanqui la praxis de ?la calle es m¨ªa? y la teor¨ªa del monopolio de la violencia para acabar con,la violencia. El tal Shaft, por su parte, viene a ser la versi¨®n negra de aquel otro detective gordo que no paraba de comer y de hacer favores en cada telefilme: Cannon. Ambos se autotitulan detectives privados, pero ambos pertenecen ideol¨®gicamente al sector p¨²blico. Que eso se les nota nada m¨¢s abrir la boca. Sin embargo, este detective de color no va para mito. Carece de cualquier atractivo televisual, y como por estos pagos lo del segregacionismo racial tod¨¢v¨ªa no es un problema, le va aser dif¨ªcil al negro situarse en el panel de audiencia a una altura digna.
Con el Padre Brown en las fiestas de guardar y a esa hora, otro gallo nos cantar¨ªa. Colocado cuando reposan nuestras do?as atareadas de fregoteo, como si se tratara de un novel¨®n, el sosias literario de Chesterton corre el riesgo de pasar inadvertido. Y eso no es justo. La serie est¨¢ dignamente confeccionada, magn¨ªficamente ambienta da corectamente interpretada y espl¨¦ndidamente adaptada -al discurso televisual. ?Por qu¨¦, entonces, tal marginaci¨®n, tal discriminaci¨®n? No lo sabemos, pero habr¨ªa que saberlo, para que que dara constancia de los oscuros recovecos por los que discurre la materia gris de RTVE. Si la hubiere o hubiese, claro.
Seg¨²n parece, en Prado del Rey prefieren detectives o polic¨ªas que solucionan los casos a tiro limpio.
Babelia
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