Italia como si hubiera pasado la guerra
Desde el terremoto que, el pasado mes de septiembre, cost¨® la vida a m¨¢s de dos mil personas en Turqu¨ªa no se hab¨ªa Producido un desastre tal en Europa en los ¨²ltimos trece a?os. Cerca de trescientos muertos ya rescatados y seiscientas personas desaparecidas es el balance provisional del se¨ªsmo que ayer sacudi¨® la regi¨®n ?taliana de Friuli. El periodista italiano , del diario Rep¨²blica relata para EL PA?S, desde el mismo lugar del suceso, escenas de llanto y dolor de los humildes protagonistas de la tragedia.
Desde Dignano a San Daniel del Friuli no hay m¨¢s que ocho kil¨®metros. Y en este trayecto ya se aprecian los efectos de la destrucci¨®n. Comienzan a verse casas derrumbadas, reducidas a un mont¨®n de escombros. Alrededor, algunas personas merodean y tratan de recuperar cualquier peque?o enser.Un poco m¨¢s adelante, en la carretera a Maiano, en un caf¨¦ de San Tomaso, medio devastado por el se¨ªsmo y encharcado por el vino derramado, dos ni?os lloran y se abrazan-. otro poco m¨¢s all¨¢, al llegar a Maiano, el espect¨¢culo es parecido al que se puede observar tras un bombardeo.
La gente se agolpa en las calles, pregunta por los amigos y por los conocidos. un hombre de unos cincuenta a?os, seguido de su hijo corre como alucinado: ha perdido a su mujer y a su hija en el siniestro. Tiene en la mano una peque?a fotograf¨ªa. , Un poco m¨¢s lejos, a unos doscientos metros, en la v¨ªa Udine, un palacio de seis pisos se ha derrumbado como un castillo de naipes. De la familia, compuesta por veintiuna personas, s¨®lo se han salvado diez. La casa ha quedado pr¨¢cticamente destruida: de los veinte metros de altura, solamente quedan tinos muros medio derruidos que.no alcanzan los cuatro metros.Recorremos el escenario de este desastre, mientras una masa de unas mil personas asiste en silencio a las operaciones de descombro. Acaba de llegar una gigantesca gr¨²a. La gente pasea nerviosamente arriba y abajo, pero siempre en silencio. A dos pasos est¨¢ el cuartel de los carabineros. Ellos tambi¨¦n est¨¢n de luto. Cerca de este segundo palacio ha muerto un agente, su mujer y una hija. ?S¨®lo he sentido el terremoto cuando he visto caerse encima de m¨ª un armario?, cuenta el comandante del puesto de carabineros de Maiano, brigadier Antonio de Murtas.
?Llev¨¦ a mi hijo a la calle, despu¨¦s corr¨ª para ver de d¨®nde ven¨ªan los gritos que o¨ªa. Era la casa que se estaba desplomando. Entre el polvo escuch¨¦ muchos gritos y la primera voz que identifiqu¨¦ fue la de mi agente. Me apresur¨¦ a trasladarlo al hospital, pero muri¨® por el camino. ?
Falta el agua en toda la zona. Hemos querido usar el tel¨¦fono, pero no funciona. Las l¨ªneas est¨¢n aisladas. Cerca de la calle intento ver a alguien a quien rescatar. A las seis de la ma?ana se produce un conato de incendio en el garaje. Un poco m¨¢s arriba, una mu?eca con el vestido rosa y el pelo amarillo, de estopa, se ha quedado milagrosamente en equilibrio y parece mirar hacia aquellos que est¨¢n todav¨ªa abajo.
Un coche de ni?o est¨¢ volcado sobre un lado. Me echa de aquel lugar el acre olor del humo provocado por el peque?o incendio.
Tomo de nuevo el autom¨®vil y me dirijo hacia Buia, un pueblo de 6.700 habitantes, y es como atravesar un lugar bombardeado. Efectivamente, es como si hubiera pasado una guerra. En la plaza, s¨®lo queda del Ayuntamiento la fachada, que est¨¢ peligrosamente inclinada hacia adelante. En cualquier momento puede derribarse. M¨¢s adelante, la parte Vieja (las cl¨¢sicas casas de piedra, mal ensambladas, porque en ellas vive gente pobre) est¨¢ totalmente destruida. Quedan en pie algunas fachadas o, mejor dicho, algunas d¨¦biles paredes que a¨²n conservan retazos de pintura reciente, dada para ocultar la mugre de muchos a?os. El contraste con las casitas nuevas, lindas y blancas, sin ning¨²n da?o, de los ricos del pueblo, es dram¨¢tico.
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