Una prioridad: los derechos humanos
Mientras entre nosotros no se adquiera conciencia efectiva de los derechos de la persona, no podr¨¢ decirse que ¨¦ste es un pa¨ªs desarrollado, por grande que sea nuestro crecimiento industrial o el nivel de nuestras reservas.Los derechos humanos no pueden quedar en formulaciones doctrinales. El reconocimiento del valor y la dignidad, de la persona debe traducirse en conquistas concretas. Por ejemplo:
- La denuncia de toda violencia venga de donde viniere, malos tratos, acciones degradantes y toda sanci¨®n o represalia de car¨¢cter arbitrario.
- La desaparici¨®n de restricciones a la libertad de movimientos (como privaci¨®n de pasaportes) y las sanciones basadas en mera discriminaci¨®n ideol¨®gica.
- Debe revisarse la aplicaci¨®n de los derechos cl¨¢sicos reconocidos, pero no enteramente vigentes en nuestro pa¨ªs: libertad de pensamiento, de religi¨®n y de conciencia. En este punto habr¨ªa que considerar el juramento, no ya de preceptos constitucionales, sino de meros principios ideol¨®gicos -y por lo tanto opinables- que ha de hacerse en nuestro pa¨ªs para acceder a todo cargo p¨²blico. La libertad de reuni¨®n pac¨ªfica y de asociaci¨®n tambi¨¦n podr¨ªa encubrir contradicciones con la vigente declaraci¨®n de Derechos, de 1948 suscrita por Espa?a; su art¨ªculo 20 establece que ?nadie podr¨¢ ser obligado a pertenecer a una asociaci¨®n?, lo que aconseja revisar la sindicaci¨®n obligatoria de los trabajadores espa?oles.
Los derechos humanos no acaban ah¨ª. El Estado est¨¢ obligado a impedir todo aquello que afecte a la libertad del ciudadano, pero tambi¨¦n a intervenir para que otros derechos fundamentales sean posibles: derecho de todos a participar en la gobernaci¨®n del pa¨ªs por representantes libremente elegidos; derecho a la Seguridad Social, al trabajo y a la remuneraci¨®n equitativa, puntos ¨¦stos a reconsiderar severamente en tiempo de migraciones masivas, de paro creciente y de exiguo salario m¨ªnimo. Derecho, en fin, al saber y a la cultura, estrictamente distribuidos.
Las reformas pol¨ªticas proyectadas por las autoridades han de apoyarse en la vigencia del c¨®digo universal de derechos. Los cambios constitucionales que no apunten en esta direcci¨®n no representar¨¢n ninguna transformaci¨®n profunda de nuestra conciencia colectiva y nos mantendr¨¢n todav¨ªa alejados de la democracia.
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